RUFUS T. FIREFLY: Ø (Autoproducido 2012)
¿Qué tiene que ver Blade Runner con Groucho Marx? ¿Qué relación hay entre Philip K. Dick y Sopa de Ganso? ¿Qué tienen en común Fellini y Haneke? ¿Y entre Otto e Mezzo y un inmenso parche de basura en medio del mar? ¿El LSD? Pues no lo sé. Ciertamente no tengo ni idea, aunque se me ocurran cienes y cienes de explicaciones que rozan lo esotérico de manual y lo psicológico en edición de bolsillo. La única certeza es que todo (Philip K. Dick y Blade Runner, G. Marx y Sopa de Ganso, Otto e Mezzo y Fellini, Haneke y el séptimo continente, el LSD) forman parte del imaginario del discazo que nos ocupa: este Ø de Rufus T. Firefly (segundo LP de los de Aranjuez, financiado previamente mediante crowdfunding via Verkami, algo que se está popularizando mucho y que, la verdad sea dicha, funciona bastante bien y puesto en el mercado –promoción, etc- por Origami/Arigato que demuestran otra vez el buen ojo -y mejor oído- que tienen). Eso y el buen gusto claro. Y la inteligencia de hacer que todas esas relaciones queden tan en segundo plano que parece un tema casi estético, oculto bajo capas y capas de rock cantado en español, lleno de letras cargadas de talento y de cien mil influencias que en este caso enriquecen sin acogotar. Produce Manuel Cabezalí -otra vez- y de nuevo cabe preguntarse qué porcentaje tiene de responsabilidad en las once canciones de Ø. Cuánto hay del de Havalina en la densidad de las guitarras, lo cristalino del teclado cuando debe serlo, la fuerza del bajo o la variedad en el ritmo. Ni sé si mucho o poco, ni me importa demasiado. Me importa más la constatación de que cualquiera de los once temas que llenan el disco está inmerso en ese aire urbano, oscuro y denso que sin tapujos ni vergüenza es capaz de adentrarse de lleno en los sentimientos opuestos sin que se note el costurón. Me interesa que no se queden en la rabia de la sin duda genial “Ya de niños odiaban la música” y hagan de esa víscera norma. Me interesa que al mismo tiempo sean capaces de la caricia casi acústica de la estupenda “Ruidos y sueños” pero tengan el suficiente empaque para no empalagar. Me asombra infinitamente más esa tremebunda capacidad para la lírica compleja y a la vez cercana. Todo ello termina por hacer que haya un montón de detalles que atesorar en cada canción, en cada acorde. Lírica compleja, decía, sí, pero también instrumentalmente renuncian a lo simple en aras de llegar a todas partes. A fe mía que lo logran. Me quedo con eso.