ODA RELICTA: Lux Aeterna (Gradual Hate 2011)
Compuesto originalmente en 1988 por Mykhayil A.Shukh en el 75 aniversario del Holomodor ucranio, Lux Aeterna es un réquiem homenaje a esos millones de muertos provocados por el tantas veces obviado totalitarismo estalinista. Este recuerdo ha sido regrabado y en parte reescrito por su autor y por Olegh Kolyada el año pasado aunque es ahora cuando, de la mano de Gradual Hate y Twilight Records, ve la luz en forma de disco. Casi media hora de composición para soprano, bajo y tenor en las voces y piano y órgano en lo musical, sin olvidar el fantástico coro de niños de la Escuela Musical de Donetsk. Casi media hora dividida en nueve “temas” que tratan de alguna manera de reflejar y rendir tributo a todas esas víctimas de la espectacular (en el peor de los sentidos) hambruna que asoló Ucrania (paradójicamente conocida como “el granero de Europa”) entre 1932 y 1933, provocada por señor ese del mostacho. Mucho más cerca de la música clásica que de los estilos que suelen ser comentados por estos lares, Lux Aeterna es un trabajo que dudo que deje indiferente nadie. La combinación entre la estupenda composición y lo excelso de la interpretación hacen de este CD algo más que recomendable. La música, tantas veces en un segundo plano, las voces llenas de emoción transmitida, el coro de niños…
No quiero destacar ningún tema, los nueve forman un todo para mí indivisible, no se entiende Lacrimosa sin un Kyrie Eleison un par de cortes antes, no se disfruta lo mismo Agnus Dei sin Requiem Aeternam. Eso suele ser así en cualquier disco de algún modo conceptual pero en casos como el que nos ocupa es absolutamente imprescindible entender la obra como un todo. Y ese todo es realmente emocionante. No es, con toda probabilidad, un disco oscurísimo en lo estilístico, ni siquiera el más oscuro de los “réquienes”. No es ni siquiera un réquiem como los “habituales”. Pero no me cabe duda de que para toda persona sensible musicalmente hablando (y entiendo que es indispensable esa sensibilidad para deleitarse con la “música oscura”, en cualquiera de sus facetas) esta Luz Eterna es, sin titubeo ninguno, un disco más que recomendable. Habrá a quien le fascine por el gusto neoclásico. Habrá a quien le atraiga por lo que tiene de hermético en su propuesta. Habrá también, seguro, quien se acerque a Oda Relicta por el momento histórico terrible que lo inspira. Todos ellos estarán en el camino correcto y todos estarán en el equivocado, pues solo con esa sensibilidad antes citada ya es suficiente para complacerse muy mucho con esos casi treinta minutos de ARTE.