PANDÆMONIUM: El Principio del Fin (Gradual Hate/Neuraska Producciones 2020)

El Principio del Fin es el primer trabajo (¿y último?) del combo Pandæmonium, dúo formado por el inquieto (artísticamente) Epi Neuraska y Anton Diefebus de Estigia. El primero se encarga de la música y los visuales y el segundo de las voces y poemas. Y sí, digo visuales porque Pandæmonium es un proyecto que se entiende mejor (mucho mejor, para muestra tenéis por ahí abajo un trocito de su actuación en el Festival Emergencia Sonora –Valencia, 2018-) en directo. No en vano ellos mismos se definen como Performance Audio-Visual de Poesía Negra. Claro, este tipo de “espectáculos”, prensados en plástico pierden la gracia de los propios visuales y, aunque son capaces –muy capaces- de sugerir las mismas atmósferas, tiene una digestión más difícil.

Y es que es en esa difusa nebulosa en la que se puede encuadrar el spoken Word, la música industrial, lo ritual, las performances oscuras, etc, dónde se puede inscribir este Principio del Fin. Nebulosa que, como dije antes, te cubre como un frío y húmedo sudario desde el mismo momento en que empieza el disco. Hago un inciso aquí para comentar la estupenda presentación del mismo: caja de 7” atada con un lazo, artwork cuidadísimo, edición muy limitada (72 copias solamente, 66+6 como dicen ellos) y, en cuanto al sonido, un cd muy bien producido. En este, la áspera voz e Mr Diefebus va poco a poco desgranando sus textos, presentando ese apocalipsis que ya está aquí, envuelto en los sonidos fríos, oscuros y atmosféricos procedentes del señor Neuraska, creando en conjunto una de esas piezas (son cinco cortes, pero es difícil imaginar uno de ellos separado de los otros cuatro) que apetece escuchar una y otra vez, sumergiéndote en todos sus matices.

 

Conceptualmente, esta capital del infierno (Milton dixit) divide su discurso en cinco elementos: Tierra, Agua, Aire, Fuego y Éter (cielo). En latín, Terra, Aqua, Aer, Igniss y Aether. Ya digo que me resulta complicado –e inútil- separarlos. Es uno de esos discos para escuchar enteros y en su orden los cortes, uno de esos trabajos que buscan tu alma más allá de estos tiempos de “singles” y canciones en Spotify. Un Principio del Fin para escuchar a oscuras, con cascos o en un buen aparato de música: sólo así, a mi juicio, se puede uno empapar de esa poesía negra, de esos ambientes mefistofélicos y proféticos. Unas profecías que tienen además la inquietante clarividencia de parecer referirse al hoy mismo, más que a un futuro más o menos cercano. El sonido de campanas, fuego, lluvia y samplers varios ayudan al oyente a bucear en esa oscurísima sima que describen la voz y las palabras recitadas. Una profundidad desde luego nada complaciente; unos textos que llevan al desasosiego, que buscan la belleza en lo terrible, que anuncian un fin en absoluto feliz o bonito. La belleza del óxido, de las cenizas, de edificios en ruinas, de mortajas y lápidas entre la niebla. La belleza de un Armagedón que no por conocido resulta evitable. El final está aquí y no parece haber salida. Ni se quiere que la haya. La tristeza y la melancolía lo tiñe todo, la desesperanza y el desengaño, la cara B del paraíso. Mucho más real de lo que gustaría suponer.

 

Es difícil, al menos para mí, concretar negro sobre blanco algo que sobre todo se refiere a sensaciones, ambientes y percepciones puramente sensoriales. Es complicado resumir en palabras el sinfín de emociones que se experimentan con la escucha de este trabajo. Más que intentarlo, solo puedo recomendarlo encarecidamente, entra en el mundo de este Pandæmonium y, si tienes ocasión, disfrútalo en directo. No te vas a arrepentir…