HIEMIS: La Chose (Gradual Hate Records 2021)

Hiemis es el último trasunto de Mr. Juan Carlos Toledo, alma máter de los melancólicos Lament en los 90 y, más recientemente de Silent Love of Death. La Chose es su quinto trabajo (en tres años), tras Radix, Nachtstücke, Thule e Hyperborea. De nuevo es Gradual Hate Records quien se ocupa de la edición del CD (y de la fantástica edición limitada a 30 copias con libro esóterico añadido), como ya hiciera con Nachtstücke y Thule. Radix e Hyperborea los publicó el sello americano Noctivagant. La Chose es su último trabajo y es un disco que, desde la introspección en ocasiones y a través de las atmósferas expansivas en otros, propone la inmersión en el concepto que le da título y en la orden de los elegidos (Élus Cohen) del francmasón Martines de Pasqually y sus discípulos. En palabras de la Introducción a los Angélicos:

 

“La Chose es, para Martines de Pasqually y sus discípulos, el unum necessarium fuente de todo y hacia donde todo se orienta. A quien y a qué. La Chose es la Orden de los Élus Cohen, es el Templo y todos los símbolos asociados, por metonimia. La Chose es, en efecto, para recapitular, la presencia de Dios, su omnipresencia, cuando se siguen las reglas bajo especies jerarquizadas. La Chose es la Gloria, o la Chekhinah, La Sabiduría, la Sophia, su nombre técnico: el espíritu buen compañero, el Logos locuaz y el Espíritu Santo vivificador que procede del Padre y que es enviado por el Hijo”

(Introducción a los Angélicos, CIREM, 2001)

 

Reconozco que desconozco prácticamente todo acerca de la francmasonería en particular y del esoterismo en general, por lo que ya aviso que mi acercamiento a este trabajo tendrá que apoyarse en lo musical y en lo que me consiga evocar esa porción (necesariamente incompleta) de un disco que asumo que para iniciados va más allá, mucho más allá. Vayamos entonces a lo musical y es que es ahí dónde está la fortaleza principal de este La Chose.

 

La Chose es un viaje. Un viaje a través del piano y el sintetizador, a través de las atmósferas, los ambientes -en ocasiones opresivos, en otras luminosos- que crea el señor Toledo para, desde una perspectiva a caballo entre el dark ambient y el neoclasicismo, transmitir toda esa oscuridad, todo ese misterio, todo esa búsqueda de la esencia última (que es primera). Un viaje en el que es imprescindible una cierta disposición tanto del propio entorno de la escucha como del mismo alma, para poder entrar y dejarse acompañar. La Chose no es un disco de “canciones” en el sentido estricto de la palabra, no es un disco fácil, que permita (si se quiere degustar y disfrutar en su plenitud) el dedicar alguna porción de tus sentidos a otra cosa que no sea la inmersión total y abandonada en el sonido y en las infinitas texturas de este mismo. Es un disco que, como sucede con la mayoría en este género, se debe escuchar con cascos, en soledad y, preferiblemente, en completa oscuridad. O por lo menos, a mi juicio, eso es lo deseable. Solo de este modo pueden apreciarse suficientemente los matices y la embriagadora majestuosidad que lo impregna todo. Sus quince cortes están embebidos de esa magia que su autor es capaz de transmitir desde la misma composición y sus numerosas capas. Unas capas de sonidos diversos donde flotan las teclas y, especialmente, el sentimiento despojado absolutamente de artificio alguno.

 

Los discos instrumentales, en ocasiones, se notan un poco cojos al estar privados de esas voces que usualmente complementan lo que las notas quieren transmitir. No es el caso, desde luego. Aquí no echan de menos textos ni voces. Porque a veces es suficiente la expresión que irradian las melodías en sí mismas. En este caso además sobre un perfecto colchón atmosférico que las engrandece. Decía antes que de algún modo, La Chose es un viaje. Un viaje maravilloso. Un disco que huele a sagrado y que merece la pena escuchar y dejarse llevar y mecer y acompañar en esa búsqueda que es exterior e interior a la vez. Uno de esos discos de los que no sales igual que entraste. Un gran disco.