TRAJEDESALIVA: Ultratumba (áMARXE/Ferror Records/Gradual Hate Records 2021)

Empecemos por el final: Ultratumba es un disco excepcional. Hala, ya lo he dicho, puedes dejar de leer y correr a escucharlo. O seguir hasta el final del texto y enterarte de por qué lo pienso (y lo digo).

 

Trajedesaliva fueron, para mí, uno de los grandes proyectos que vieron la luz (y la oscuridad) allá por los primeros dosmiles. Mima y Mima Blanca son, quizá, dos de los trabajos que más he escuchado de este estilo en estos veinte años. Ese estilo bastante inclasificable, inmerso en un lugar equidistante entre lo experimental, lo industrial, lo ambiental, lo oscuro, lo bello, el Spoken Word, y sobre todo, la poesía. Mejor dicho, la Poesía. Ultratumba no es diferente en ese sentido. Por más que no hubiéramos tenido noticias del dúo Mon-Unavena en los últimos quince años (desde aquel CD compartido con Chaos Condensed). Música para escuchar con la atención puesta solo en ella. Poesía sonora (y lírica) creada desde lo más profundo del alma, para disfrutar –preferiblemente- con los ojos cerrados y dejándose mecer –llevar- adonde los temas deseen.

Todo era Blanco abre el CD. Instrumental (¿pero no habías citado el Spoken Word?), te va trasladando a ese mundo casi onírico que llena todo el disco. Si es posible construir un poema sin voz, sin letra, solo a base de melodías de teclado y ambiente, Todo era Blanco sería el mejor ejemplo de ello. A Casa por las Vías ejerce sobre mí una extraña atracción. Hipnótica, mucho más “dura” en forma y fondo que la anterior, explica en sus casi cinco minutos que Ultratumba no es un trabajo de fácil digestión. Es un disco para degustar pausadamente, muchas veces, a pequeños sorbos. Un disco en el que merecer la pena pararse y perderse. Lleno de matices (esto si es bastante común tanto en las canciones de Ultratumba como en el resto de la discografía de Trajedesaliva), el tema late y late acompasadamente, inquietante y especial. Como especial es Familia Ferro. Ruidista, ambiental y oscuro. Tremendo. Una pieza delicada en su aparente brutalidad, agreste y ácida, cortante como el filo de un cuchillo. Difícil quitarse de la cabeza la familia de la portada (estupendo el trabajo pictórico de Emilie Lagarde, que llena todo el artwork del CD). Arenas Calientes fue el primer adelanto del CD. Un corte ensoñado y ensoñador, que se va desarrollando y creciendo según va avanzando, añadiendo capas y capas de sinte analógico, capas y capas que van tejiendo una arquitectura donde la voz de Unavena, casi inaudible, susurrada, te transporta a ese sitio denso y pegajoso que supone la duermevela, a ese momento en el que tu mente y tu cuerpo dudan si están dormidos o despiertos, ese en el que aún desvelado, te genera siempre dudas.

La segunda parte del trabajo empieza en Mamá es un Animal Morado. Un poema nada convencional, una letra que te atrapa en esa especie de descripción extraña de familia. De engañosa belleza, disfuncional pero al mismo tiempo tan real que araña el alma. Uno de los temas más “ricos” musicalmente hablando, te engancha y ya no te suelta. O mejor dicho, me engancha y ya no me suelta. Precioso, en varias acepciones. Mammiliaria sempervivi es uno de los cactus más grandes de la familia Cactaceae. Mammiliaria Sempervivi es una de las canciones más musicalmente “convencionales” de Ultratumba. La de estructura menos abstracta, si se me entiende lo que quiero decir. A ratos, casi bailable, incluso. Pero cuidado, al igual que el cactus que evoca, es tan bonita “de lejos” como lacerante si te acercas demasiado. Reconozco que me costó un poco las primeras veces que la escuché, me sacaba un poco del ambiente creado del álbum. Pero una vez que se te clava, ni quieres (ni puedes) sacártela de encima. Queremos Verte es bastante inquietante en cuanto a la letra. Destila tristeza y melancolía. Una melancolía dolorosa. El CD se cierra con el tema que le da título: Ultratumba. Se cierra también, claro, esta segunda parte mucho menos árida que la primera, menos experimental, menos ruidista, si queréis. Es una pieza pausada, donde el teclado de Mon Ninguén es casi en soledad quien dirige la canción, bella y melodiosa, tras las palabras recitadas por Unavena, que se repiten de nuevo casi al final. Un corte donde, ahora sí, es la belleza la que manda. Tanto la de ese poema corto que decía antes recitado, como la de la propia melodía en sí. Cierra quizá el círculo abierto en Todo era Blanco pero deja una extraña sensación de un cierto desasosiego. Ese que suele sobrevenir cuando el artista se ha vaciado completamente en su obra.

 

Ultratumba es un disco excepcional. Fundamentalmente porque Trajedesaliva son un dúo excepcional. Decía al final del párrafo anterior lo de que el artista se vacía completamente en su obra. Y eso es lo que pienso cada vez que escucho un disco de ellos, la seguridad de que se han vaciado completamente, de que han dado absolutamente todo lo que podían dar en ese momento vital. La seguridad de que si queremos escuchar nuevas canciones de ellos, tendremos que esperar a que vuelvan a llenar sus almas de esa saliva que con tanta generosidad entregan en cada nuevo disco, sin guardarse nada. Espero que no pasen quince años, porque, por tercera vez, Ultratumba y Trajedesaliva son extraordinariamente excepcionales.