YOUR LIFE ON HOLD: Echoes From the Bardo (Solar Lodge 2020)

by Gwenny Cooman

by Gwenny Cooman

Pues me ha gustado mucho este Echoes From The Bardo, de los estupendos Your Life on Hold. Y esta reseña podría quedarse aquí, pero imagino que quieres leer más. Vamos a ello: El tercer disco del sexteto, liderados por Jan Dewulf, muestra una clara evolución en el sonido de los dos anteriores: tanto Burning for the Ancient Connection como My Name Is Legion For We Are Many nadaban en el gothic rock clásico, de bella –y perfecta- factura. Gothic rock de guitarras, voces aterciopeladamente profundas y ritmos con bajos marcados y voluntad siniestra. Echoes también se adscribe al estilo, claro, pero presenta una mayor riqueza de sonidos y matices, una evolución (lógica) que sólo redunda en la constatación de que nos encontramos ante una de las mejores bandas actuales del palo.

 

Anywhere Out There es una preciosa canción –fue el primer adelanto en forma de videoclip allá por el mes de agosto-, donde el terciopelo de la voz de Jan brilla con luz propia, elegante, decadente, oscura (con el contrapunto de una cierta luminosidad en las guitarras), posicionándose en los terrenos de unos Golden Apes inspirados y algo más endurecidos. Es cierto que es un estilo bastante manido y que cuenta con muchos grupos deudores a lo largo de los años, pero YLOH consiguen sonar originales y modernos, sin caer en tópicos y sin vincularse con post punks mal entendidos. Nowhere Train, segundo vídeo, segundo “single”, es un pelotazo bailable y pegadizo, lleno de detalles que te empujan a escucharla una y otra vez. Madre mía que importante es –aún hoy en día- contar con una sólida batería golpeada con brazos y baquetas reales. Ya conocíamos I Can Feel Every Part porque, en una versión diferente, apareció en el Lockdown EP que lanzaron digitalmente durante el confinamiento. El inicio recuerda inevitablemente a los pasajes punteados de guitarras de Fields of the Nephilim, aunque el propio desarrollo de la canción remite a otras muchas influencias. Los teclados de Jonas Maes, atmosféricos y corales, dan profundidad a un tema que, como el resto, ha llegado para quedarse en tus orejas bastante rato. El desgarro vocal de Mr. Wolf, sin llegar al rasgado del señor Sable (compañeros de sello) estremece. Y eso que es un tema que parece todo el rato a punto de romper sin llegar a hacerlo nunca. O no del todo.

Let’s Start a War es el tema más duro y oscuro del disco. Los belgas le dan una vuelta de tuerca a esa elegancia que citaba antes y endurecen su sonido hasta el paroxismo. Una demostración de esa evolución apuntada, un examen que superan con nota. Stuck In the Bardo cuenta con la participación de Artaud Seth en letras y voces y la verdad es que consigue que la canción parezca casi de uno de sus múltiples proyectos. El omnipresente teclado también contribuye a ello. Y eso que sustituye el ínclito Sumer por el ciclo de Samsara. Para mí gusto, siendo un excelente corte, desentona un poco con el resto del álbum, precisamente por ese parecido con las producciones de Garden of Delight y más recientemente de Merciful Nuns. Erase Me es el, hasta el momento, tercer videoclip del disco. Y una de mis canciones favoritas del mismo. Y del grupo. Densa, oscura, guitarrera, apocalíptica: una puta maravilla en los seis minutos y pico que dura. Las guitarras (aquí están mejor que nunca) son de las que cortan y la voz –de nuevo jugándose las cuerdas vocales- se te clava en el fondo del alma. Tremenda.

Imprisoned es algo más convencionalmente rockera, lo que no le quita un ápice de épica negrísima. Un tema que entra más difícil que los anteriores pero que una vez que lo hace… Save Me From the Void, octavo y penúltimo corte del álbum, regresa a la elegancia (acelerada en este caso) de Anywhere Out There. Complejo mecanismo de relojería dónde cada nota está en su sitio y cada acorde te lleva por dónde le da la gana. Cuando termina estás exhausto, pero feliz de la experiencia. Let’s Start a Fire cierra la epopeya. Ya sabemos que YLoH suelen terminar los discos con las piezas más lentas, melancólicas y tranquilas (Detached y Hope is for Dreamers en los dos anteriores). Let’s Start a Fire va ganando cuerpo y velocidad según transcurren sus ocho minutos largos, pero no pierde esa esencia arpegiada taciturna. Belleza de la de poner los pelos de punta.

 

Echoes From the Bardo es uno de los mejores discos que se han publicado en este 2020, sin ninguna duda. Es majestuoso, tormentoso, épico cuando debe serlo, acerado en otros momentos. Un disco variado, fenomenalmente bien producido, dónde la excelencia en la composición e interpretación logran sumergirte en las frías aguas del gothic rock más inspirado. Una de esas recomendaciones que no cuesta hacer, porque la simple escucha de este trabajo habla por sí misma. Añádele que se trata de una edición cuidadísima en lo estético (existe una “premium” limitada a 100 ejemplares que incluye además del digipack, camiseta, insert numerado y un par de pins del grupo) y está todo dicho. Un discazo.