RYKARDA PARASOL: The Color Of Destruction (Autoproducido 2015)

rykarda-2015DDice un amigo que cuando hago una reseña de un álbum debo decir solamente: “pues está muy bien” o “pues está muy mal”. O “se parece mucho a no-se-quién”. O incluso “el disco es una mierda pero como me lo han mandado esos del grupo que son tan majos, diremos que está genial”. En el fondo muchas de las reseñas son equivalentes a las tres primeras opciones (la cuarta nunca se me ha pasado, sinceramente, por la cabeza; uno de los pocos límites que nos pusimos hace doce años, al empezar esta andadura, fue precisamente eso: no decir nunca que algo era bueno si pensábamos que no lo era). Pero claro, mucho sentido no tendría todo esto para terminar reseñando un disco en cuatro palabras. Tanto como no lo tendría rellenar la reseña de palabras vacías, de sinsentidos colocados solamente para cubrir un expediente, puestos ahí para poder decir cualquiera de esas tres opciones pero en versión “extended”.

Dicho lo anterior, The Color Of Destruction, pues está muy bien. O dicho de otro modo, es un discazo como la copa de un pino. Sí, ya sé que Rykarda Parasol no es exactamente el tipo de artista de la que solemos hablar en laletracapital. No es especialmente oscura (aunque tiene ramalazos), no es definitivamente gótica (aunque se puedan apreciar influencias más que obvias), no es, en suma, una de esas divas de lo siniestro de las que habitualmente mentamos por estos lares. De hecho es bastante más luminosa, “alternativa”, iconoclasta, elegante, intelectual e incluso arty que la artista media a la que nos podamos referir por aquí. Y entonces, ¿qué hacemos aquí reseñando un disco de la de San Francisco?

La trayectoria de la Parasol la entronca sin duda con un tipo de artista a lo Nick Cave, a lo Tom Waits, a lo Johnny Cash, a lo Edith Piaf incluso. En cada caso, a veces, solo a veces. En otras trasciende todo lo anterior y se traslucen tonos de Siouxsie, aires de Nico, timbres graves, profundamente melancólicos. Todo ello sazonado con letras inteligentes, composiciones cargadas de sentido, poesía tanto musical como lírica. The Color Of Destruction es su cuarto álbum y refleja una constante evolución, un constante cambio que no pierde sin embargo la raíz, no pierde la referencia, la actitud ni la intención que ya mostró la artista en aquel lejano (2008) Our Hearts First Meet. Tras una cortita obertura aparece el primer single del disco: The Ruin and the Change. Ya anticipa las constantes de todo el CD, la voz profunda y algo arrastrada, los arreglos elaborados, el poso triste y oscuro de todo el trabajo. Rock noir en una ambientación crooner, donde sorprende por lo infrecuente la insultante femineidad de la Parasol, que desgrana el desamor y la tristeza melancólica a lo largo de las trece piezas del trabajo. Tanto sucede en piezas como The Loneliest Girl in the World, magnífica, como en la no menos excelsa Sha La Took My Spark (con la participación de Bart Davenport). An Invitation to Drown o It’s Only Trouble Now (con Dante Aliano White) tienen otra textura, no menos raspante, no menos agria, no menos dura. Pero distinta, con otro matiz, como digo. La dulzura engañosa del francés del final de la de la chica solitaria o de Le Fils du Père Noël (que adapta exitosamente Fille du Père Noël deja ver otras facetas de la cantante y compositora, más rítmica, más rockera, igual de inspirada. Bendita variedad.

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«To climb or descend?» Photo by Glass Coffin & R. Parasol, Photo styling consultation @Popshop60sand70s, Palace of Fine Arts, San Francisco

He querido citar en el párrafo anterior alguno de los temas que llenan este The Color Of Destruction. No sé si los mejores, pero sí los que a mí más me emocionan. Podría haber citado igualmente Valborg’s Eve, Your Safety Is My Concern, Ready to Burn o A Lover’s Death Wish, que no son, qué duda cabe, inferiores a las otras. La cadencia de Ready to Burn, la guitarra acústica de  A Lover’s Death Wish, la rítmica y bella Valborg’s Eve o la más canónica desde la óptica rockera Your Safety Is My Concern. En definitiva, trece temas (añádele una obertura, un interludio y un “finale” de menos de un minuto cada uno, que van metiendo en harina y prestando unidad al resto de cortes) estupendos que componen uno de los trabajos más interesantes de este 2015. Probablemente no el más oscuro, no el más siniestro, no el más gótico, ni por asomo. Pero sí uno de los que más veces han sonado en mi reproductor desde que lo tengo. Pues está muy bien este The Color Of Destruction, sí.