-OIDE: Iatroxenia (Autoproducido 2020)

 

El dark ambient y otros estilos afines siempre es, para mí, un género difícil de reseñar. Suele ser un estilo que apela directamente a la emoción, a las tripas, y que es difícil de poner en palabras precisamente por eso, porque al final, incluso estructuralmente, tiene mucho más que ver con lo que sientas (o no sientas) escuchándolo que con otro tipo de sugerencias estilísticas. Es un palo complicado, aparentemente sencillo de componer y de realizar, pero que habitualmente esconde una complejidad donde igual que superficialmente pueda parecer fácil, desnuda sin complejos la ausencia de talento o de creatividad. Es sin duda el caso que nos ocupa. Lejos de su supuesta simpleza, el disco que comentamos hoy está repleto de pequeñas gemas escondidas, matices que lo hacen indudablemente atractivo y absolutamente disfrutable. Aunque obviamente no sea un disco para escuchar en cualquier momento o en cualquier lugar.

 

-OIDE es el nuevo proyecto del bajista gallego Iago Alvite. En sus propias palabras, un proyecto dúctil y amorfo, en las mías un proyecto que entronca lo mejor del dark ambient con un cierto ruidismo (nada estridente) y un gusto por los paisajes sonoros y la melancolía trufada de belleza. En Iatroxenia no hay espacio para nada que no sea cerrar los ojos y dejarse mecer por atmósferas que huelen a bosque umbrío. Dos “canciones” larguísimas, de veinticuatro y trece minutos respectivamente, que igual podrían haber sido una o treinta y una. Pasajes instrumentales, con alguna voz medio escondida que en este caso no es sino otro instrumento, para escuchar seguidos, sin interrupción y con toda la atención puesta en lo que estás haciendo. Las notas del bajo y del piano (guitarras y contrabajos también aparecen) llevan todo el conjunto, alejándose del concepto habitualmente electrónico del género y emparentándolo, muy lejanamente, con el doom o el metal oscuro (ya trillados por Mr. Alvite en algunos de sus otros proyectos).

 

Melodías cercanas a las bandas sonoras (incidentales, mayormente), toques lyncheanos –la influencia badalamentioide parece clara-, voces que insisto puramente instrumentales, oscuridad y experimentación sonora y conceptual, en un proyecto muy personal y, desde luego, no para todos los oídos. Iatroxenia es un efecto secundario, una complicación terapéutica necesaria para las orejas advertidas, un viaje en el que es probablemente difícil entrar, pero muchísimo más difícil salir.

 

No hay lugar, creo, para comentar los dos temas por separado: tanto el Iatroxenia que da título a todo el CD como Multitude Deserta, componen para mí un todo, una especie de primera y segunda parte de una misma historia, esa que nos gustaría ver en una pantalla grande, posiblemente dando soporte a imágenes que no comprenderíamos racionalmente en un primer momento pero que invoca y rasca en lo más profundo del cerebro, produciendo un indefinible placer casi sinestésico. Iatroxenia es un disco para paladear despacio, empapado de niebla y a oscuras, un disco que casi casi se huele, un impecable trabajo (también desde la cuidadísima producción) que se disfruta de principio a fin, un CD donde los silencios son igual de importantes que los sonidos y lo que te hace sentir supera ampliamente lo que (al menos desde la punta de mis torpes dedos) soy capaz de poner por escrito. No es para todos los oyentes, no, solo para los que disfrutan de las cosas bien hechas. –OIDE son un muy feliz descubrimiento.