HIEMIS: Nephilim (Noctivagant 2024)
Juan Carlos Toledo (aka Hiemis) sigue con su particular recorrido exploratorio por mitos, arquetipos y, en general, por todo aquello oscuro, ignoto o misterioso que a su natural inquieto llame la atención: en Malleus Maleficarum era la brujería y el manual inquisitorio del mismo nombre escrito en el s. XV; en Yggdrasil era la mitología nórdica en general y el árbol de la vida en particular; en Zothique, las historias cortas de Clark Ashton Smith sobre continentes olvidados; en La Chose, la francmasonería de Martines de Pasqually. En 2024 son los fascinantes Nephilim los que atraen su atención (y dedicación). Me refiero a los primigenios gigantes de las mitologías judaicas (y cristianas por extensión) – también reflejados en otras teologías arcaicas, desde griegos (titanes) a nórdicos (Ymir) o mesopotámicos (Apkallu) – y no a los otros personajes cuasimitológicos pero con harina y sombrero y nacidos en el cercano s. XX en el inglés condado de Hertfordshire, aunque obviamente la procedencia nominal sea la misma.
Hablando ya en serio, el tema de estos caídos angélicos que al llegar a la Tierra se mezclan con mujeres humanas y cuya descendencia deviene en un período de caos y decadencia moral es un arquetipo tan repetido como fascinante. Ambas suelen ser razones suficientes para que Mr Toledo decida hincarle el diente. Y así lo ha hecho, centrándose en la mitología judaica principalmente. El disco se ha publicado de nuevo a través de Noctivagant (como en sus últimos lanzamientos).
Nephilim está compuesto de ocho temas que de algún modo van narrando la historia de los propios personajes, desde el iniciático The Watchers (así son llamados los caídos a la Tierra, los Nephilim serían sus descendientes), hasta el postrero Apocalypse. El dark ambient habitual en el proyecto presenta en estos temas una serie de aristas que lo enriquecen, acercándolo (o alejándolo, depende de la perspectiva) al resto de estilos que aliñan la prolífica mente y el tarro de las influencias del artista. O mejor, del Artista, pues así es como, creo, debe denominarse a quien es capaz de componer y desarrollar las atmósferas, oscuras, ominosas, tremendas de este Nephilim.
Estamos, lógicamente, ante un trabajo pura y literalmente conceptual, en el que se hace imprescindible trascender esa manía moderna (y antigua) del single y alcanzar, siempre preferiblemente con cascos y en completa oscuridad, todos los matices sonoros y atmosféricos que adornan piezas tan increíblemente bien hechas. Dicho esto, se antoja absurdo destacar unos cortes sobre los otros pues creo honestamente que aparte de funcionar como un todo indivisible, ninguno de ellos tiene demasiado sentido separado del resto. Sí que me apetece destacar, especialmente si comparamos Nephilim con trabajos anteriores, la ausencia total de voz (ni sampleada ni “real”). En el caso concreto de este disco, me parece un completo acierto: permite sumergirte en las canciones sin “distracción” alguna. Nada hay que te aleje del placer íntimo, nada que te separe del camino musical trazado. Nada que te impida el disfrute. En Nephilim (por no decir en Hiemis), Todo es atmósfera, Todo es negrísimo, Todo es caos. Todo es, simplemente, MARAVILLOSO.