TRIANGULAR ASCENSION: The Chronos Anomaly (Cyclic Law 2013)
The Chronos Anomaly es un disco de aires futuristas y hasta cierto punto apocalípticos. Es un disco pausado, melódico, una nueva banda sonora que paladear despacio, con calma, sólo de esa manera se podrán degustar todos los matices que destila cada tema. Sucede como suele suceder en este estilo, en esta forma de hacer dark ambient, que la división en canciones no deja de ser también algo convencional, en mi opinión sólo se puede entender (y apreciar) el trabajo en global, escuchándolo entero, de principio a fin. Elegir, por tanto, un tema u otro es bastante absurdo. Aún con eso, el disco entero te va llevando, te transporta por un sinfín de escenarios, creando una especie de sensación de “viaje”, siempre vislumbrado desde arriba, como a vista de pájaro. Un viaje que es a la vez en el espacio y en el tiempo (de nuevo el tiempo), bastante onírico, bastante especial. Dicen los que saben de eso que lo importante de los desplazamientos no es tanto el destino como el trayecto en sí. En el caso de The Chronos Anomaly no estoy demasiado de acuerdo. Sí, el trayecto es importante, fundamental incluso. Sí, el devenir por la melodía propuesta, por el ruido, por las inferencias que están presentes en cada nota, son imprescindibles (para entender el TODO). Sí, no hay en este caso destino sin itinerario que a él conduzca. Así es. Pero, y es un gran pero, el final es imprescindible. La sensación final, eso que los catadores de vinos (y los cursis y, sobre todo, los catadores de vinos cursis) llaman retrogusto, la persistencia de sabor en la boca que en este caso es tan estupenda como adictiva, tan ineludible como deseable. Podríamos incluso hablar de algo similar al retro-oído, descrito como la “memoria” auditiva que queda al terminar Final Movement (que obvio como su título cierra el CD), que se prolonga en el tiempo y que produce una mezcla de desasosiego y ganas de volver al principio y, de nuevo, escuchar todo el disco. ¿Exagero? No lo creo. TCA está tan repleto de segundas, terceras y hasta cuartas lecturas, está tan lleno de facetas diferentes que garantizan ratos y ratos de deleite y placer sónico absoluto. Como suele ser habitual, mejor con la luz apagada que encendida, mejor a un volumen convenientemente alto que bajito y mejor en soledad que en compañía. No es la única manera de gozarlo, por supuesto que no, pero ayuda. Vaya que sí.