BEYOND SENSORY EXPERIENCE: Faint (Cyclic Law 2013)

Lo nuevo de los suecos Beyond Sensory Experience se editó a finales del año pasado en un bonito digipack limitado a quinientos ejemplares con libreto de doce páginas y todo el cuidado y esmero que la gente de Cyclic Law pone en cada una de sus publicaciones. Faint es el nombre que recibe y en la hora que dura demuestra, otra vez, el buen hacer de este proyecto escandinavo (dúo) del que ya hemos tenido que alabar discos en anteriores ocasiones (la última, a mediados de 2012, también vía los canadienses de Cyclic Law). En este caso, la temática elegida es una suerte de visita a los fantasmas del pasado, esos que son capaces, por sí mismos, de crear recuerdos para el futuro. La manera de “expresarlo”, la habitual en el dúo: paisajes oníricos, ambientes, samples, voces más o menos etéreas o más o menos deshumanizadas y, por supuesto, buen gusto y talento a raudales. Son maestros en la creación de horizontes sonoros, manejan las texturas sónicas a la perfección y te sumergen (vaya si te sumergen) en ese complejo mundo que podría asemejarse al de los sueños, si no fuera porque sabes que no es así. Ese extraño mundo personal, intangible, inaprensible dominado por una mezcla rara de realidad y fantasía, con el acicate de no saber nunca que es cada cual, dónde acaba una y comienza la otra.

De alguna forma, Faint se desarrolla en una especie de duermevela, en esa sensación constante de estar dormido y despierto al mismo tiempo, ese momento en el que se te ocurren las mejores ideas (que luego quedan en nada) y en el que tu cuerpo parece sumergido (de nuevo sumergido), flotando en medio de ningún sitio. Esa curiosa sensación acuática, espacial incluso, en la que pareces flotar sin rumbo, un poco a la deriva incluso. Una sensación puramente mental, más allá de la consciencia, como ya hemos dicho otras veces, más allá de la experiencia sensorial. Soy consciente de que repito descripciones ya “utilizadas” en otras ocasiones. ¿Significa esto que Faint es otro disco más, siquiera en la ya extensa discografía de BSE? No, en absoluto. Lógicamente si te gustaron Modern Day Diabolists o The Dull Routine of Existence (por ejemplo) te va a gustar éste y si no, no creo. Pero cada uno de los discos de este dúo tiene algo, en ocasiones bastante impalpable todo hay que decirlo, que lo hace especial. En el caso del que nos ocupa puede que lo distinto, lo especial, ese “algo” tan tenue sea tal vez la profusión de elementos diferentes, realmente perturbadora en algunas ocasiones, tomados de tantos sitios; tal vez sea la bastante nítida (para lo que suele ser norma en este tipo de proyectos) separación entre temas; quizá sea la intención de desarrollar esos ambientes tan atmosféricos a diferentes niveles de profundidad; o quizá por el contrario sea el dotar los temas de una elegante sencillez que esconda una mayor complejidad, haciéndolo no más asequible pero sí más fácilmente digerible. No lo sé. Pero lo que sí sé es que lo escucho y con cada estremecimiento me convenzo más de que estoy ante una obra capital, ante un disco que, para mí, marcará un antes y un después en la carrera de Beyond Sensory Experience, un punto de inflexión en la prolífica obra tanto de Jonas Aneheim como de K. Meizter, en este y en otros proyectos. Un disco oscuro, una obra excelsa de música casi instrumental, ambiental, tenebrosa y melancólica a partes iguales. Una obra de arte, claro de Arte con mayúscula. ¿Difícil? Puede, aunque menos que otras muchas. Pero, ¿qué sentido tendría el arte si no costara al menos un poco? ¿De qué serviría? En este caso, esa dificultad de acceso (insisto, relativa) garantiza un montón de tiempo de disfrute, un montón de escuchas y de placer al realizarlas. Mucho más que en propuestas más convencionales.