TAPHEPHOBIA: Escape From The Mundane Self (Cyclic Law 2013)

Taphephobia (tafiofobia o tapefobia –entre otras, es lo que tiene adaptar del griego- en español) es el miedo a ser enterrado vivo. Ya sabéis, aquello de entro en coma o en estado cataléptico, me dan por muerto y me entierran vivo. Me exhuman por cualquier razón al cabo de un tiempecito y descubren mi cadáver arañando la tapa de la caja, etc. Todo muy Poe y muy bonito. Pero es que resulta que Taphephobia también es el nombre del proyecto artístico del noruego Ketil Søraker, que lleva desde 2007 (seis discos hasta ahora, este es el primero con Cyclic Law) deleitando oídos con su dark ambient pausado, bello y oscuro: todo al mismo tiempo. Escape From The Mundane Self es el nombre escogido para esta nueva producción y, ciertamente, no podría ser más adecuado.

Aparentemente, en una primera escucha, EFTMS no sorprende demasiado: atmósferas cuidadas, paisajes ambientales, en fin, lo habitual del género. Nada hay, aparentemente, que separe a Taphephobia de otros cien mil proyectos semejantes. Sin embargo, rascando un poco, escuchando Escape From The Mundane Self más veces, rápidamente te das cuenta de que eso no es exactamente así. Es verdad, musicalmente, en apariencia, es un poco lo de siempre. En este caso, parecen llenar con su sonido exquisito las preponderantes cuerdas de las guitarras, llenas de filtros, efectos, trabajadísimas hasta dejar de parecerlo. Algún toque de sintetizador, algún sampler, algún sonido más orgánico, alguna voz aquí y allá… Pero es en esas sucesivas escuchas cuando descubres que tras una primera capa de sonido más o menos melódico, más o menos atmosférico, hay otra. Y luego otra. Y aún otra más. Hasta donde quieras llegar. Capas y capas de sonido que desentrañar, estratos y estratos de música capaces por ellas mismas (cada una) de proponer decenas de sentimientos, de inspirar montones de emociones, de, a ratos, subyugarte con lo precioso de un pasaje o de estremecerte con una pieza concreta. Una cierta forma de “huir” de uno mismo, de escapar de sí, que al mismo tiempo no deja de ser una suerte de introspección. ¿Contradictorio? No, si lo piensas, no. Qué mejor sitio al que evadirse que el interior de uno mismo. Dónde vas a estar mejor, dónde más tranquilo. Qué mejor sitio para huir de las innumerables rutinas que a todos atenazan cada día. Luego, claro, el problema puede venir con lo que te encuentras en ese buceo, con los fantasmas interiores que puedas hallar. Para luchar contra ellos, vienen bien las armonías aquí desarrolladas: la vibración, las lejanas conversaciones y los estremecimientos acuáticos de Earth Bound Spirit; la sensación de profundidad oscura de Corporeal Escape; la inquietante y onírica atmósfera de Leave Their Sinking Ship (el tema más “Lycia”, salvando las distancias, del disco); la inquietante oscuridad de Into The Night He Disappears; el preciosismo melódico y las infinitas capas de My Worthless Self; el aire levemente pop de la estupenda White Chamber; la reverberación evocadora de To Storm The Field; el sentirse fuera de lugar, el darse cuenta de que éste no es tu sitio o aún peor, tu tiempo, la espacial Stranger In This Century; la absorbente e hipnótica emoción de In The Heart Factory combinando guitarra y latido cardíaco; la belleza extática de Placid Hours Of Quietness (The Final Day); el cierre precioso de la también reverberante y acuática (menos, solo una leve reminiscencia) de All Night Near The Water… Si el objetivo del disco es fomentar una cierta misantropía, una especie de introspección ausente, una reflexión estética, desde luego lo consigue. Escape From The Mundane Self es otro de esos discos para escuchar tranquilamente a oscuras, sin nada que te distraiga. Pero no es un disco más, no, en absoluto. Es excepcional.