SWEET ERMENGARDE: Sacrifice (Solar Lodge 2024)

 

Ya hace un año que los germanos Sweet Ermengarde publicaron su último trabajo (de nuevo con estupendo diseño del no menos estupendo Billyphobia, esta vez bajo el “paraguas” de Solar Lodge) Sacrifice. Podría contaros que llevo todo este año preparando esta reseña pero no sería cierto. Simplemente hasta ahora no he podido hacerla (pese a que hayamos radiado canciones del mismo y que haya estado muy presente en lo escuchado en este último año). Pido disculpas por ello. Dicho esto, vayamos a lo mollar.

 

Sacrifice es el cuarto trabajo (tres elepés y un ep) de los de Lars Kappeler y de nuevo varía prácticamente toda la formación. De hecho ya ni siquiera Danny Elevator se mantiene en la banda siendo Mr. Kappeler la única constante en la trayectoria de los alemanes, aunque los Freeman, Moch, Böhm y Kliege ya estaban en el single digital Standing by the Sea/A Promise to Fulfill. Esta constante variación no sé cómo afecta o cómo ha afectado al sonido del grupo o a su continuidad porque lo cierto es que Sacrifice suena tan redondo, compacto y exquisito como ya sonó en su momento Ex Oblivione o Raynham Hell, pese a la evidente diferencia especialmente en las voces. Sweet Ermengarde han sabido en todos estos años mantener un nivel de calidad y de conjunción ciertamente admirable y los diferentes vocalistas, con sus también diferentes matices, han dotado cada canción, cada disco, de una sensibilidad parecida. No es frecuente esto.

 

Sacrifice se abre, en canal, con Fragments. Tras una breve introducción en crescendo, en seguida explota el gothic rock canónico. Envuelta en unas guitarras que me traen a la memoria el Mourning Sun de los sempiternos Fields of the Nephilim, la profunda voz de Drew rota un poco hacia los más inspirados Dreadful Shadows. Pero no quiero que dé la sensación de que niego la personalidad propia de S.E. En absoluto. La banda se ha distinguido hasta ahora (y Sacrifice no es excepción) por saber trascender esas influencias e ir más allá –mucho más allá- de la mera copia tan sobada. Sweet Ermengarde suenan a Sweet Ermengarde y eso, en un género tan sobado a estas alturas como es el gothic rock de guitarras y voz profunda, es mucho decir. Sin solución de continuidad, simplemente un cambio de dígito en el reproductor, arranca Faith Healer. Tan poca solución de continuidad tiene que el tema tres es Fragments (Reprise), una especie de epílogo de minuto y medio. Un cierre a un tríptico que perfectamente podría haber sido una única canción. Una muy buena, además.

 

Asylum Visitor es un cierto medio tiempo con juego vocal de verso respuesta incluido, una de esas piezas que te mecen y que te imaginas en directo entre la niebla y las luces de contra. Una exhibición de atmósfera siniestra de referencias menos evidentes aunque se mantiene con elegancia en el canon. Hay algo en la producción, una especie de suciedad que no termina de encajar del todo, por más que no estropee nada. Un ir y venir del sonido que también está presente en Sweet Sacrifice. Lanzada con videoclip a modo de single un par de semanas antes que el disco, tiene todos los ingredientes del género pese a no ser mi canción favorita del álbum. Luego llegaremos a eso.

 

 

En The 5th Horizon colaboran la guitarra de Chris Milden y las voces (a los coros) de Caroline Blind. Ambos detalles dotan al tema de una naturaleza especial. Especialmente la voz de Caroline que le da el contrapunto perfecto a la aspereza del señor Freeman. De nuevo S.E. consiguen hacer de una canción una pequeña obra maestra del género. No en vano son uno de los –a mi juicio- máximos exponentes del mismo a día de hoy, pese a prodigarse relativamente poco. Soul Surrender (en sus dos partes, que de nuevo podría haber sido una sola) explora otros caminos menos habituales, sin perder por ello la esencia: no tendría mucho sentido otra cosa a estas alturas de la película. Más “pesada” si quieres, sobre todo rítmicamente es un estupendo, otro, sí, otro, de cómo darle la vuelta a lo obvio. Como diría aquel, un giro de 360º. Pues en este caso, de 356. Viscera es un tremendo pildorazo de los de reconciliarte con el estilo, si no lo estabas de antes. Intensísima. Tres minutos y medio de… eso, Viscera. Es mejor que la escuches. Genessee y Silent We Mourn son dos de esos baladones épicos que tanto nos gustan. Sigo notando ese ir y venir en el sonido que me saca un poco, hasta el punto de pensar si es mi copia o mi equipo, pero no, porque tanto en bandcamp como en youtube observo lo mismo. No empañan la indudable calidad de ambos cortes pero… no sé.


Embers Fall cuenta con los coros del inefable Nino Sable. Y esta sí es mi canción favorita del disco. Me encanta esa combinación de batería enloquecida (pese a que el metal no está entre mis aficiones musicales) y las partes más tranquilas del tema. Quizá porque se aleja de lo habitual, quizá por su insultante calidad. Quizá… yo que sé, pero no me canso de oírla. Se enlaza a la perfección, parches mediante, con Of Her Heart’s Ocean, que cierra el CD. Aunque estilísticamente no tengan nada que ver. OHHO es una larguísima suite atmosférica, oscura y densa de más de once minutos. Un epílogo no sé si necesario pero que aporta personalidad y enjundia a todo este Sacrifice que tan buen sabor de boca me ha dejado. Un excelente trabajo de los de Bochum que sin duda ha de ocupar un lugar preferente en tu estantería, especialmente si tienes un sombrero y un guardapolvos manchado de harina colgado en el perchero. Y si no también, qué demonios.