STEREOMOTION: Days Of Faith (Danse Macabre 2013)

La electrónica bailable nunca ha estado entre mis estilos preferidos. Vaya por delante. De hecho, nunca he escuchado nada de ese palo que me haya llamado lo suficiente la atención como para merecer una segunda escucha. Electro (y sus doscientos mil apellidos, tan imaginativos como fatuos y, en muchas ocasiones, sobreactuados), EBM o ese grandioso saco de la electrónica oscura que llenó de bakalas los antros góticos de mediados de los noventa. Mentiroso el saco, también, pues oscuro, oscuro, lo que se dice oscuro… Y todas las infinitas variantes, subvariantes, fusiones entre estilos, zarandajas varias. Que si Harsh, que si Aggrotech, que si, incluso, Futurepop, Synthpop, etc, etc. O sea teclados, ritmos acelerados (dichosos bpm) e intención bailable. Durante muchos años, para mi chunda chunda con más o menos ínfulas. Para más INRI, de un tiempo a esta parte, casi todos esos estilos acumulan el adjetivo Old School o el prefijo Nu. Sin medida ninguna, además. Etiquetas todas que me han dejado siempre bastante frío. Por ser suave.

Pero, indudablemente, me he hecho mayor. Mal que me pese. Y los años me han dado el suficiente juicio (vosotros diréis si es malo o bueno, a mí a estas alturas me da bastante igual) como para intentar hablar o reseñar o criticar un disco tratando de ser objetivo y de salirme del guión que me plantea mi propio gusto personal, que a nadie más que a mi concierne. Salirme de la obviedad de discriminar en “bueno” o “malo”, lo que solamente significa “me pone” o “no me pone”. Y llego a conclusiones, claro. Si puedo discernir y hablar de algo saliéndome del corsé del paladar propio, si puedo ser capaz de explicaros (hasta el punto de que os aumenten o disminuyan las ganas de acercaros o alejaros de un disco o grupo) las sensaciones que podéis experimentar a la escucha de determinado trabajo. Lo voy a intentar, por lo menos. Ya me diréis que sale.

Tengo entre manos un bonito digipack con lo último de los germanos Stereomotion y veo (leo) que el bueno de Bruno Kramm (musicazo en Das Ich y capo en Danse Macabre) ha intervenido en la producción. Hojeo (y ojeo) el libreto mientras pincho el CD. De inmediato los ritmos, los teclados, las adiciones de capas electrónicas sobre más y más capas del mismo corte me llenan los oídos. Ya incluso en el Prologue. Suena europeo, suena alemán, suena a la Electronic Body Music de siempre, la bien hecha (más allá, insisto, debo hacerlo, de gustos). Voces lo suficientemente recias; ritmos, suficientemente fríos. Hay temas más oscuros que otros (dentro de lo dicho), temas en los que si sustituyes teclas por cuerdas de guitarra afilada te encuentras con otros estilos mucho menos ásperos, mucho menos bailables. Es el caso, por poner solo un ejemplo o dos, de The Voice Of Freedom o de In My Arms, dónde hay presentes matices que no acostumbran a encontrarse en piezas más puramente danzarinas (Days Of Faith o Fallen son buenos ejemplos, entre las más dirigidas a la pista de baile). No todo van a ser los sempiternos beats per minute (puto beatmatching), parecen demostrar la más introspectiva Rebellion Of Dreams, que acerca el sonido a otras ramas, también electrónicas, pero mucho más introspectivas, rozando la época dorada del tecnopop ochentero o la melancólica Unbreakable, con un Florian Jäger de garganta acariciante, transmitiendo sentimientos. Por todo esto digo y no me duelen prendas que este Days Of Faith del dúo Stereomotion, a quiénes debo de reconocer que no tenía el gusto, se marcan en este final de 2013 que nos entretiene un auténtico pelotazo. Que hará seguramente las delicias de pinchadiscos diversos (centroeuropeos mayormente, de nacimiento o afiliación, poco importa) pero también de quienes gustan de escuchar sin la imperiosa necesidad de destrozarse las rodillas bailando. Que debería gustar a cualquier aficionado a la música bien realizada, por lo menos hasta el punto de apreciarlo, si para el enamoramiento se es más “de miras cerradas”. Porque Days Of Faith es un disco muy bien hecho. Tanto si te gusta este palo como si no, de tontos sería negarlo.