MONICA RICHARDS: Kindred (Danse Macabre 2013)
Kindred, decía, probablemente no sea un mal disco. Es un disco flojo (muy flojo) para el nivel habitual de la Richards, que podría parecer lo mismo pero no lo es. La sensación –escucha Fall, por ejemplo, o 50 Euro Boy- que deja es un poco como sucedía con The Burning Season (Faith and the Muse) las primeras veces que lo oías, un regusto a experimento fallido. Una general impresión de que se intentaba transmitir determinadas sensaciones y o bien se confunde la vía o bien se falla el objetivo. Kindred se abre con la pieza homónima, tal vez la más salvable de todo el CD, una de las pocas “reconocibles” con su voz etérea habitual (sin letra) y la percusión marcada. Una de las pocas que mantiene las expectativas creadas. Monica canta como nunca, es decir, como siempre. Eso es algo que evidentemente se repite en cada tema, la voz sí mantiene el nivel, no se ha perdido. El problema (de haberlo, que no lo tengo muy claro, a lo mejor es cosa mía) es musical. No porque esté mal interpretado, sino porque el estilo escogido, bastante plano, no hace justicia a lo que se espera de ella. Esa electrónica tranquilorra, ambiental, casi chill out de ese (destrozar Sparks no ayuda nada, ciertamente), no cuadra en absoluto con lo que esperas escuchar cuando te acercas a una artista de estas características. Lo que intenta ser crudo se queda en poco cocido, lo que pretende sonar desnudo, se queda falto de fuerza, los intentos de transmitir belleza, se quedan en eso, en intentos. De verdad que he intentado acercarme al álbum desde diferentes estados de ánimo, he intentado ver si ganaba con las escuchas, pero debo decir que, tras un montón de ellas, sigue sin llegarme, sigue sin tocarme el corazón o, por lo menos, sigue sin hacerlo como lo ha hecho esta artista tantas y tantas veces. Kindred es un disco correcto, sin nada que lo haga destacar. Un disco bien hecho, cuidado, bonito, pero sin “alma”. No transmite como otras veces. Y es una pena, una verdadera pena.