LAMIA VOX: Sigillum Diaboli (Cyclic Law 2013)

El segundo trabajo del proyecto ruso Lamia Vox llega ahora a nuestras orejas vía Cyclic Law. Saldrá a la venta el 31 de marzo, como de costumbre en formato digipack, con estética cuidadísima, la que merece la obra que el cartón arropa. Es importante (al menos para mí que aprecio el tacto e incluso el olor del “original”, por encima, muy por encima, de la mera colección de música comprimida que, encima, suena francamente peor) destacar el cariño con el que el sello canadiense viste cada uno de sus lanzamientos. Aunque el contenido prime sobre el continente, o así debiera ser. En este caso, Sigillum Diaboli se compone de nueve canciones, deliciosas composiciones, que nos sumergen en lo esotérico y demoníaco. La combinación de paisajes oscuros e instrumentales, percusiones rituales y marciales y las voces (ora potentes, ora difusas y escondidas) crea la banda sonora propicia para cualquier invocación que se precie de serlo. Sigillum Diaboli, o sea, el sello del Diablo, es un disco inspirador y evocador a partes iguales. Lamia Vox maneja como pocos las texturas oscuras y a través de los elementos indicados (percusiones, cantos arcanos, susurros) las dota de una personalidad y una fuerza ciertamente poco comunes, incluso en este género, rico habitualmente en este tipo de sonidos. Es, tal vez, en esa personalidad, esa originalidad para nada exenta de referentes, donde este trabajo (todo el proyecto realmente, en …Introductio, año 2010, ya sucedía esto mismo) tiene una de sus virtudes más sólidas. Hay infinidad de “marcas” dedicadas al rollo ritual-marcial-experimental-ambiental-oscuro, decenas de músicos centrados es esta construcción de tejidos musicales, pero no tienen ni la frescura, ni –siquiera- el desgarro imprescindible para transmitir lo consigue esta mozica en poco menos de una hora. La multitud de tramas sónicas que llenan todo el disco permite un número casi ilimitado de escuchas, en las que como en una muñeca matrioshka vas descubriendo detalles que no habías percibido antes. Detalles que están dentro unos de otros, sin mostrarse del todo hasta que no quitas la capa que tiene inmediatamente por encima. Todo envuelto en un aire místico, malvado y oscuro pero místico, que lo hace aún más atractivo. De hecho, es empezar a sonar Born of the Abyss, el tema que abre el CD, y casi puedes oler el incienso. Después todo es una sucesión de rituales más lúgubres -la mayor parte de las veces- que la más tenebrosa de las noches. Dan fe títulos tan acertados (hablando de lo que estamos hablando) como Lapis Occultus (la celebérrima piedra filosofal), Witches Night, Evil Comes From The North o The Prophecy, entre otros.

Pero, lógicamente, no solo la originalidad es destacable en Sigillum Diaboli. Bastaría con ella, pero no está sola. Sería injusto no subrayar la excelencia de las composiciones, los equilibrios imposibles entre lo dulce y lo malsano, entre los paisajes esbozados a veces casi con timidez y la autoridad marcial de las percusiones; la interpretación perfectamente contenida cuando es necesario y desbordante y espectacular cuando también ha de serlo; la capacidad infinita para transportarte por oscurísimos y esotéricos paisajes; el conseguir por momentos crear una música que no sólo se escucha, sino que se huele y se palpa, que se saborea con delectación, más allá incluso de sinestesias inducidas, más allá, mucho más allá… Sería tremendamente indigno obviar todo lo que son capaces de sugerir estos nueve temas. Un disco conceptual, sí. Pero divisible en “trocitos” que por sí mismos, individualmente, valen un todo. Cada una de esas canciones (no destacaré una sobre otra, aunque lógicamente tenga mis preferidas) tiene entidad suficiente, cada una lleva dentro todas y cada una de las características de todo el CD. Las citadas. Las que he comentado ya que son capaces de hacerte SENTIR. ¿Qué clase de alquimia es esta, que se introduce dentro de ti? ¿Qué clase de magia que te lleva por dónde quiere, que te indica lo que has de apreciar a cada instante? Pues es la que domina el ritual, la que compone cada melodía con la nota exacta, con el grado perfecto de mezcla de estructuras que citábamos al principio. La de Lamia Vox que en este disco se revela como uno de los proyectos más interesantes dentro del palo. Uno de esos proyectos que habrá que seguir con infinita atención, pues promete continuar sin dejar indiferente a nadie. O al menos, en eso confiamos. Bueno, no, estamos seguros.