SLIM CESSNA’S AUTOCLUB, 5 de febrero de 2014, SALA EL SOL, MADRID
Alejados de cualquier convencionalismo, S.C.A.C. reinventaron en su día la forma de concebir la música, de tocarla y de interpretarla, cambiando con ello la concepción que teníamos sobre el rock, el country, el soul o el blues, naciendo este híbrido atemporal, oscuro, auténtico, rabioso y espiritual hace ya 25 años, dando paso a una banda en cualquier caso imposible de encasillar, describir o etiquetar en ningún género, y si nos ponemos, en ninguna época o corriente conocida por el común de los mortales.
El amable Slim Cessna, junto con su mano derecha, el incombustible Jay Munly, nos dieron una vez más una muestra de como aún hoy, se puede ser original haciendo música, sin seguir ninguna otra corriente más que la del corazón, siendo a día de hoy la antítesis musical de una sociedad consumista y vacía, y así se lo hacen ver a cualquiera con la suficiente curiosidad como para acercarse a uno de sus conciertos de su actual y extensa gira por Europa a lo largo de estos primeros meses de 2014.
Se trataba de celebrar su 25 aniversario en el mundo de la música, y su tardío éxito no les ha impedido ser fieles a su filosofía herética. Para los neófitos, se acaba de editar “An introduction for young and old Europe”, un doble recopilatorio en vinilo y CD con sus más representativos temas, muchos de ellos regrabados, junto con un DVD que contiene un concierto en el “Lion´s lair” de Denver, ciudad de origen del grupo y sitio emblemático donde actuaron por primera vez hace ya mucho tiempo, era de justicia volver allí a la hora de hacer balance. Aunque el reducido espacio del garito en sí, hizo que la sala el Sol pareciese la Riviera, también es cierto que en su caso, el tamaño del escenario no impide en absoluto que ellos desarrollen su misa con el mismo empeño y vehemencia. Se trata sin duda de un interesante documento para todo aquel interesado en introducirse un poco en el espíritu del Auto Club.
Con una sala al borde del Sold out, comenzaron el show sin tesoneros ni artificios, con los primeros acordes de “Americadio”, poniendo al público rápidamente en antecedentes, como se suele decir en estos casos, “take no prisoners”. Lo incómodo del escenario de EL SOL no impidió que Slim, Jay, Daniel, Dwight, Peeler y la nueva teclista para la ocasión Rebecca Vera (Munly and the Lee Lewis Harlots, proyecto paralelo de J.Munly), lo dieran todo, pese a estar bastante cansados, en sus propias palabras, ya en la recta final de su periplo europeo.
Uno tras otro fueron cayendo los grandes clásicos como “Cranston”, “Children of the Lord”, “This is how we do things in the country” o sin duda mi favorita “ That fierce cow is common sense in a country dress”, un tema con varios ritmos y ambientes, que como casi todo su repertorio, revisita la música popular estadounidense como nunca antes se ha podido escuchar.
Al llegar el tema “Mr. Roger Williams”, como un ritual, Slim y Jay se funden entre el público, haciendo que todo el mundo se arrodille, mientras cuentan la historia de Williams, fundador de la primera congregación baptista en 1638, y famoso por defender sin contemplaciones los derechos de los nativos americanos. Tras una hora de concierto, salieron a por los bises para tocar cuatro temas más, entre ellos los adrenalíticos “pine box” y “Hold my head”, que dejaron ya su marca entre un público que de sobra había aceptado la doctrina del caos de S.C.A.C.
Me gustaría destacar la pericia y el buen hacer que tiene el grupo como instrumentistas, tanto a la hora de coordinar las voces de Slim y Munly, como la versatilidad y eclecticismo de Lord Dwight Pentecost con su ya mítica guitarra de doble mástil, con el hipnotizador holograma mezclando la imagen de la vírgen y Cristo, no veáis lo bizarro que queda el instrumento de esa guisa, pero Dwight sabe como hacerlo sonar en cada tema, utilizando saturación extrema, slide y distorsión, dependiendo de la intensidad y carácter de la canción en sí.
El “man in white” Daniel Pants Grandbois hace suyo el machacado contrabajo, retumbando cada nota, haciendo marcar el ritmo al resto de la banda como un director de la orquesta del apocalipsis, mientras “el peeler” a la batería hace crujir los cimientos de la sala con unos ritmos y una pegada más cercanos al thrash metal que al folk estadounidense. Rebecca hizo las veces de teclista, y también tocaba un extraño instrumento eléctrico, de cuerda, que a veces usaba un arco, como los violines, pero que no soy capaz de denominar, así que lo voy a llamar “Cessnatron”. La verdad es que sonaba bien curioso y nunca había visto nada igual en un escenario antes de asistir a su primer concierto.
Tras los bises, se despidieron del respetable, que quedó más que satisfecho con la actuación, aunque debo decir que sus conciertos, aunque superen la hora y media, pasan como si fueran en diez minutos, posiblemente debido a la intensidad de sus actuaciones, y al movimiento y dinamismo que transmiten al público con todos sus bailes, representaciones, parodias y guiños irónicos al fundamentalismo ultra religioso estadounidense.
Muchos de vosotros los veréis como unos predicadores en la onda de Woven Hand y similares (hay que recordar que el primer grupo de Slim, en Denver, fué con David Eugene Edwards, alma mater de 16 Horsepower y Woven Hand), pero profundizando en sus letras os daréis cuenta de la ironía del asunto. La cosa va mucho más allá, de cualquier modo, tanto en el proyecto S.C.A.C. como en los brillantes proyectos paralelos de Jay Munly (Munly and the lupercalians y Munly and the Lee Lewis harlots). Esta caravana del caos no tiene intención de parar, aunque de momento, la gira termina aquí y soy consciente de lo que necesitan volver a casa estos chicos, pero estoy convencido de que muy pronto volverán, con algún nuevo disco bajo el brazo, para mostrarnos que no estamos clonados, que hay otras maneras de ver la vida, y que en ningún caso hay que seguir el camino fácil, las normas establecidas y los cánones autoimpuestos por la sociedad banal y carente de espiritualidad que nos ha tocado vivir. Mientras se alejaban por la estrecha calle aduana de Madrid, así dejaban su mensaje en el viento, en las calles y en los muros de los viejos edificios. Allí estaremos para recoger el testigo una vez más. Volved pronto amigos.