RADAR MEN FROM THE MOON: The Bestial Light (FuzzClub Records 2020)
Los holandeses Radar Men From The Moon (en adelante RMFTM) lanzan ahora en mayo su sexto álbum en el sello británico FuzzClub Records, responsable también de los cinco lanzamientos anteriores. Cabe decir, para empezar, que por si no los has escuchado nunca, están bastante lejos del gothic rock habitual (aunque por descontado no de forma exclusiva, ni por asomo) del que solemos hablar en esta páginas. Independientemente de esto, bastante secundario, el combo neerlandés se maneja entre una serie de tejidos sonoros que no por estar alejado del canon gótico resultan menos oscuros. Son, como sucede con gran parte del catálogo de FuzzClub, difíciles de etiquetar. A ratos algo sicodélicos, a ratos rozando el shoegaze, a ratos post punks, a ratos… lo que les va viniendo en gana, vamos. El ahora sexteto recuerda en ocasiones a un extraño cruce entre unos primerísimos Swans con los Einstürzende Neubauten menos experimentales. Todo ello aliñado con un toque loco a lo Birthday Party. Si tenemos en cuenta que los tres “referentes” citados son bastante inclasificables, poco más que añadir, señora.
The Bestial Light está lleno de temas largos, densos, oscuros, guitarreros. Temas basados fundamentalmente en las guitarras de Glenn Peeters y Bram van Zuijlen, aunque la presencia del saxo de Harm Neidig (uno de los recién llegados al grupo) y su voz desquiciada tienen un peso muy importante. La sección rítmica, a cargo de Tony Lathouwers (batería), Titus Verkuijlen (bajo) y, el también recién llegado, Joep Schmitz (batería) es la responsable del tremendo empaque de la mayoría de las canciones y, en ocasiones (me viene a la cabeza la percusión afterpunk ochentera de Pleasure), bastante protagonista. Las letras, profundas, curradas y cultas, con referencias constantes al existencialismo y la influencia de personajes como el ocultista Austin Osman Spare o incluso Jung (ver, por ejemplo, Self), son de las que merecen atención por sí mismas: no es muy habitual encontrar bandas que salgan del binomio amor/desamor (en sus muy múltiples formas) o de intentar convertir lo cutre y pretendidamente elaborado en algo exquisito y poético. En RMFTM hay cero pretensión en ese sentido.
De las ocho piezas del disco, me gustan especialmente Piss Christ o la dicha Self, aunque es difícil destacar una por encima de otras. El final in crescendo de la brutal Breeding, el saxo tan saltarín como oscuro de la instrumental Sacred Cunt of the Universe, la expansiva y postpunk Eden In Reverse, la alargada sombra de esos The Birthday Party que decía casi al principio en The Bestial Light, la percusión añeja (y tremenda) de Pleasure, el arrastrar renegrido de Levelling Dust… Y por supuesto, la torturada, aparentemente sencilla (pero llena de capas y matices si escarbas un poco), arañantemente enloquecida Piss Christ y la estupenda y swansiana Self, con su ritmo machacón, su letra repetitiva y su progresivo crescendo. Ocho cortes que mantienen un nivel bastante alto, sin ningún resquicio entre ellos. Ocho pedazos de muro sonoro que constituyen un lanzamiento muy interesante.
Me gusta mucho esta “nueva” reencarnación de RMFTM, este viaje desde la electrónica instrumental, oscura, atmosférica y atormentada, llena de matices ambientales y experimentales hasta esta “nueva” (de nuevo entrecomillada) amalgama de estilos tan diversos pero que encajan tan bien. La voz aporta mucho y la omnipresencia guitarrera añade un poso que, a mi modo de ver, hace de estos holandeses una de las bandas a seguir con especial atención. En realidad ese seguimiento de bandas interesantes ya lo hacen en FuzzClub por nosotros, completando un catálogo cada vez más sugestivo. Desde luego este The Bestial Light es un disco estupendo.