THE UNDERGROUND YOUTH: The Falling (FuzzClub Records 2021)
Décimo álbum de estudio de los británicos afincados en Berlin The Underground Youth, parece que ellos no cuentan en la serie A Lo-Fi Cinematical Landscape, desconozco la razón. Diez discos (u once) en los que han conseguido –no sé si de forma intencionada- ir poco a poco sorprendiendo al oyente cuajando estilos e influencias diferentes. Tienen discos más post punk, otros más pantanosos, otros más rockeros, otros más… Póngase aquí el adjetivo que se desee. Este The Falling está muy basado en las cuerdas de guitarra acústica, dejando un poco de lado otros instrumentos habituales en el combo y tiñéndolo todo de un aire folk que les sienta francamente bien.
De nuevo es Fuzz Club Records quien edita un trabajo para nosotros fundamental: una nueva muesca en el catálogo de un sello más que interesante y un nuevo ejemplo de disco bien hecho por parte de Dyer y cía. Ocho piezas que se mueven entre la melancolía más oscura y ese folk sureño tan saboreable en trabajos anteriores, pese a estar –bastante- menos presente. Lógicamente al desnudar de artificios el estilo, las letras toman una importancia todavía más fundamental que en sus anteriores trabajos (donde ya eran muy importantes, por otro lado). Ojo que no quiero decir que sean más simples las composiciones ni menos elaboradas; son más directas si se quiere, más “esenciales”.
The Falling es un trabajo muy homogéneo en cualquier sentido, es difícil destacar unas canciones sobre el resto. Unas son un poco más intensas que otras, unas son más rápidas, otras más lentas, pero todas rayan a gran altura. La presencia ocasional de la armónica (Vergiss Mich Nicht, por ejemplo) o la frecuente de violines (Cabinet of Curiosities, The Falling o A Sorrowful Race) dotan a las piezas de una profundidad poco habitual en el género, aunque sí en trabajos anteriores de la banda. The Falling se saborea como se saborean los buenos vinos, despacio, paladeando cada nota, cada palabra. Como los discos de, por poner un referente obvio aunque destiladísimo, Nick Cave, gana en cada escucha. No hay aquí ese desgarro de Mr Cueva (creo honestamente que la influencia va más en la intención que en el sonido), es todo mucho más sutil y “lluvioso”. Todo el trabajo está preñado de esa melancolía que decía al principio, esa nostalgia, ese aroma a ver (y oler) la lluvia tras la ventana (And I es buena muestra). Una nostalgia en ocasiones suntuosa y elegante como en Egyptian Queen, y en otras más angustiosa, con un poso triste, como en A Sorrowful Race.
En conjunto, se puede decir que The Falling es el trabajo más introspectivo y personal de los Dyer. Un disco que cuenta con innumerables atractivos entre sus surcos pero, eso sí, no es un disco apto para momentos de bajona emocional, salvo –claro- que te apetezca revolcarte en ellos y salir de la escucha mejor en muchos sentidos, pero peor en el ánimo (Letter from a Young Lover, el corte que cierra el CD se te clava sin remedio). Porque no hay demasiado sitio para la alegría en todo el álbum, salvo esa canción de emborracharse y cantar cogido por los hombros con otros cuantos, esa canción con tufo a taberna portuaria, a camaradería empapada de aguardiente, esa For You Are the One. No es que sea un tema alegre, en absoluto, pero se agradece el respiro emocional. De similar velocidad a Cabinet of Curiosities (la participación de Magnus Westergaard de los bastante interesantes Dune Messiah añade ese toque, de nuevo, a elegancia neofolkera moderna), esta última es de esas que seguro que ganan en directo. Recuerda tímidamente a unos Spiritual Front menos sórdidos pero no menos intensos.
En conjunto, decía, The Falling es uno de esos álbumes que apetece escuchar una y otra vez. Probablemente no sean canciones para cicatrizar heridas, pero tampoco tienen que serlo. Un disco muy muy muy bueno. De lo mejorcito de los mancusianos estos, que ya es decir.