THE MEN: New York City (Fuzz Club Records 2023)

Larga vida al Rock’N’Roll parecen gritar The Men en este New York City de principio a fin. El noveno álbum de los, claro, neoyorquinos, publicado por Fuzz Club Records en febrero, es una bonita colección de canciones frenéticas, intensas, casi diría que desesperadas perlas de un R’N’R sin concesiones buenistas ni en ritmos ni en melodías. Diez temas urgentes, sucios, tan cargados de rabia y mala hostia como siempre. New York City no es un disco que abunde en las luces nocturnas de la ciudad de los andamios, más bien se sumerge en esa oscuridad aceitosa y peligrosa que se desliza en algunos más barrios (sin duda, los más divertidos) de la ciudad por antonomasia.

The Men no suelen hacer prisioneros. No los hacen en Hard Livin’, el tema que abre el LP, desde luego. Si MC5 o The Stooges estuvieran escuchando esto, estarían sin duda orgullosos. Una primera aproximación al disco en conjunto: un trabajo que (y se nota mucho) ha sido grabado en directo en el estudio y se muestra como es, crudo, ruidoso, guarro y potente. No hay concesiones, decía, para el oyente, pero tampoco para que un productor “arregle” y meta mano a unos temas que suenan como tienen que sonar: a garito infecto del bajo lo-que-sea. Punk Rock de alto voltaje, garaje y oscuridad de la que se lleva por dentro, sin laca ni maquillaje (venga va, New York Dolls aparte).

 

Sin respiro, golpea Peace of Mind. Si Hard Livin’ era la sangre lo que salpicaba, ahora es el sudor. Guitarras resbaladizas, bajos potentes… Como si no hubieran pasado casi cincuenta años y de los Ramones solo quedara el menos Ramone de todos. Como si el CBGB no estuviera ahora rodeado de locales arty, como si en vez de “cafés” de Starbucks la gente siguiera yendo por la calle con botellas de alcohol en bolsas de papel. Deliciosa. La canción digo. Echo no se sale de la senda marcada. Tres minutos y poco de un riff machacón de guitarra, con la batería en piloto automático y la voz chillando el resto. De nuevo la sombra de los setenta más macarras es alargada. God Bless the USA es R’N’R, es punk, es mugre, es ruido, es tremenda en su aparente sencillez. Un pildorazo de los de toda la vida, un puñetazo directo a la boca del estómago.

Eye es más The Gun Club en su aspereza bluesera. Desgarrada y oscura, entrañas retorcidas. The Men siguen sonando sucios y grasientos por más que aquí añadan un poco de lodo del pantano. Bastante, en realidad. Eternal Recurrence devuelve la sombra setentera en forma de rock más melódico, menos punk pero igual de macarra. El espejismo se deshace en Round the Corner, una suerte de ladrido bluesero. Muy diferente a Eye, pese a ese parentesco. Deliberadamente lo-fi, estremecedoramente hermosa. Through the Night regresa a la senda de la energía cruda, a los Stooges y compañía, a esa primera oleada de protopunk que bebía directamente de los charcos más negros, del asfalto recocido, de la esquina peligrosa. Anyway I Found You corta un poco el rollo. Demasiado bonita, al menos en apariencia, superficialmente. No termino de cogerle el punto, seguramente rodeada de otro tipo de canciones brillaría más, pero aquí se me hace un poco extraña. No por ninguna razón en particular, simplemente está en una onda completamente diferente de los otros nueve cortes del vinilo. Ocho en realidad, River Flows se mueve en un terreno parecido al de Anyway I Found You y a estas alturas a mí me apetece más rock guarro y menos melodía. Más trozos de carne cruda como las anteriores. Ya digo que es un problema posiblemente mío y en segundo lugar, en menor medida, de la compañía. Es muy posible que de encontrarme estas dos canciones en medio de otro disco me habrían llamado más la atención; aquí simplemente convierten su (repito, aparente) dulzura en un deje un tanto amargo. No un mal final, solo uno inesperado. No un broche fallido, solo la necesidad de volver a empezar con el disco de nuevo.