HAR BELEX: Campo de Urnas (Caustic Records 2022)

 

Ocho años, que se dice pronto. Ocho larguísimos años hemos tenido que esperar para que Har Belex publicara su segundo larga duración. Desde Chandelle, 2014, un EP –Camino de Brea– y alguna canción suelta en algún recopilatorio homenaje. Ocho años han tardado, bien, hemos sido pacientes (más o menos, que algo de turra les hemos dado), esperemos que dicha espera haya merecido la pena.

 

Campo de Urnas es el nombre del nuevo disco del dúo. Preciosa portada, cuidadísimo artwork. Lo habitual en el sello (Caustic Records, el sello de Manix S., compositor y multinstrumentista aquí también) y en el grupo. Pero no por habitual debe dejar de ser destacado, no es tan frecuente. Diez nuevos temas que a priori pintan bastante bien. Una edición doble (CD en digipack y vinilo en dos versiones limitadas -a 200 el negro y a 100 el coloreado en verde) más que recomendables, pero vamos al jaleo, a lo de dentro, que aquí es lo importante. The End of the Summer es un precioso y melancólico corte arropado por la guitarra darkfolera, la melódica y la preciosa voz de Salva Maine. Empezamos fuerte. Una de esas canciones que no te cansas de escuchar y que te ponen la “gallina de piel”. Difícil de mejorar este inicio. Veremos si Lo Invisible lo consigue. El tono, melancólico a mi modo de escuchar, se mantiene. La voz, en este caso en castellano, excelsa que diría aquel, se refuerza aquí con alguna percusión que contribuye en los acentos que marcan los fraseos del señor Maine. La composición es estupenda en su (aparente) sencillez. Otra de esas piezas que apetece mucho ver en directo, sobre todo porque estoy seguro de que esta “invisibilidad” funcionará muy bien con la cercanía del escenario. La canción va creciendo sobre todo en lo rítmico y termina muy alto. Pero es que Jentilarri no baja el nivel. Musical y líricamente tiene ese “algo” de las viejas historias, de leyendas casi olvidadas. De nuevo está cantada en inglés, pese al euskotítulo, de nuevo en un par de escuchas se convierte en un imprescindible. Llevamos solo un tercio del disco y la sensación es que esos ocho años de espera que decía al comienzo de la reseña han merecido la pena. Y quedan siete aún.

 

La Tumba es mucho más calmada y apela a emociones distintas. “Todos tendrán al final del camino un único lugar al que llegar”. Si hay alguna certeza esa es, desde luego, la muerte. Da igual si crees que hay algo más allá, da igual lo que creas, da igual como haya sido tu vida, malo o bueno, rico o pobre… La Tumba nos espera a todos por igual. Y si podemos “aliñar” la espera con temas como este… Maravilloso cuarto corte de Campo de Urnas. A estas alturas resulta difícil seguir sin repetirse, el número de adjetivos -al menos los que manejo yo- son limitados. Al hablar de Waves podría repetir algunos. Maravillosa, excelsa, bellísima, imprescindible, melancólica… Emotiva, creo que este no lo había dicho antes. Preciosa, este tampoco. One More Nail es diferente ya desde el inicio, desde esas percusiones tan marcadas. Es uno de los temas más “duros” del disco, pero sin abandonar en absoluto la belleza. También Salva endurece su voz, doblándola incluso en alguna ocasión. El violín refuerza los tonos más graves y los bajos, diría que es de mis favoritas del disco si no pudiera decir eso de casi todas, o de todas. Es increíble como estos caballeros consiguen llegar tan adentro. Increíble.

 

War remite aparentemente a piezas como Annual o incluso Gernika, temáticamente al menos. Volvemos a las piezas melancólicas, tristes, emotivas… Con el arco de Lucas Valera (y el resto del violín, que el arco no suena él solo) acentuando esa sensación. Otra vez la gallina de piel (DEP Michael Robinson). El Corazón del Bosque regresa a ese gusto por lo “natural” que es uno de los temas recurrentes en Har Belex. Desde el romanticismo -bien entendido, como en su día la becqueriana A Ray of Moon. Otro cénit de belleza pura en un disco repleto de ellos. Una sensación, la pureza, que no desaparece al comenzar Premonición. Precioso penúltimo corte, maravillosa letra y una melodía de las que se clavan, otra vez, en el alma. Como se clava The Last Trench, seis minutos y pico que cierran un disco estupendo. Seis minutos y pico donde vuelven a estar todas las señas de identidad del grupo, aunque el tono general de la canción sea quizá más pop y menos darkfolk. Es engañoso, en cualquier caso, en ningún caso se pierde la esencia: se mantienen las guitarras acústicas, las percusiones, violines… En definitiva, que lo único positivo de que el disco se termine es que puedes volver a ponértelo de nuevo.

 

Campo de Urnas es un disco tremendamente bueno. Claro que la espera ha merecido la pena, aunque se agradecería que espaciaran los lanzamientos un poco menos, si el resultado final es tan bueno como este… habrá que darlo por bueno. Y exprimirlo hasta que llegue el siguiente, que ya lo estamos esperando.