AEON SABLE: Aequinoctium EP (Afmusic 2013)

10287960173_f1f076c9b9_oYa hemos comentado muchas veces en esta páginas que estamos ciertamente ante una nueva edad dorada de la música oscura, tras años de sequía casi continuada. En los últimos años han ido apareciendo un montón de grupos, tanto en esa nueva-vieja corriente que ahora les ha dado por llamar postpunk, como prácticamente en cualquiera de los subgéneros más o menos góticos. Concretamente, el gótico de guitarras vive un clarísimo renacer. Dentro de esta nueva escena, polarizada más o menos dónde siempre, hay unos cuantos que destacan por encima de otros, evidentemente, uno de ellos el dúo que nos ocupa. Aeon Sable llevan aproximadamente tres años definiendo un estilo que, pese a ser fácilmente rastreable en cuanto a influencias, se ha convertido en seguida en personal e intransferible. No se me ocurre una razón concreta para ello, al fin y al cabo hablamos de un tipo de música muy asentada, con muy poco margen para la maniobra y que, además, ha sido recreada en tantas ocasiones por tantas bandas que a priori se antoja poco menos que imposible hoy día resultar mínimamente original o distinto. Ya sabes, guitarreo, bajos abrasivos, ritmos entre el medio tiempo y la épica profunda, voces graves… nada que no se haya hecho un millón de veces. Nada que no haya hecho un millón de veces e incluso muchas bien y algunas muy bien… De ahí, imagino, el recelo que me produce (casi prejuicio) el tener noticias de la enésima banda que frecuenta estos lugares comunes a todo buen gótico que se precie. Y, en este caso, de ahí que hasta hace relativamente poco no haya prestado a Aeon Sable la atención que merecen. Suerte que quedan profetas, suerte que quedan predicadores libres de prejuicios, suerte que tuvieron a bien advertirme de mi error.

10287850135_436208b0be_oAequinoctium es su nueva obra. Un EP de cinco temas definitivos. Brutalmente definitivos. Din-Tah Aeon y Nino Sable saben lo que buscan y el “problema” (bendito sea) es que en Aequinoctium lo encuentran. Sí, claro, ortodoxia canónica. Ya dije que eran fácilmente detectables las influencias, pero le dan una vuelta (o dos o tres o diez) hasta lograr sonar personales. Aequinoctium (salió en edición digital coincidiendo con el equinoccio de otoño, 22 de septiembre y física en precioso digipack el 4 de octubre) comienza con un tema homónimo, rítmico, casi oriental en los parches, con la guitarra encima y un aire como de los mejores Mission, instrumentalmente hablando. La voz malévola, recitativa, profunda, oscura, ¡en portugués! confiere una pátina especial a una canción preciosa. Intro, sí, pero tan válida como cualquiera. Tenfifteen demuestra que desde que los Sisters Of Mercy explicaran el uso de una caja de ritmos han pasado treinta años y lo absurdo que es continuar repitiendo pasos en la misma senda. Gloriosa, por supuesto, pero más pasada, más caduca que el carracuco. De nuevo es la voz la que marca y remarca la diferencia, llena de matices, envolvente, mucho menos plana que las que suelen poblar el género. Gothic Rock del de toda la vida pero estupendamente bien hecho. Tenfifteen es uno de esos cortes que debieran sonar en las salas cada día si los encargados de poner la música tuvieran idea de qué va esto. Una pena que no sea así y el deseo de que termine por serlo. Your innocence is the price y se paga con gusto. Largos desarrollos instrumentales, marcados por la reverberación del micro y la contundencia en el medio tiempo, la guitarra dibuja donde el resto colorea y viceversa. Secret Flower se llama el cuadro e invita a contemplarlo una y otra vez. La voz de Nino Sable multiplica sus registros, aumenta texturas, define este nuevo-viejo gótico. El que nunca se fue y el que pensábamos que nos había abandonado para siempre. Long Road Out Of Hell (Stormed) está un poco en la misma línea, con la percusión más marcada pero manteniendo la tensión y la pegada, en una especie de larga espiral siempre a punto de explotar que no llega a hacerlo. Menos purista que las anteriores, más ligera y clara (si se me permite la expresión). Por el contrario, Drawing Circles Square… se inicia densa, lenta, oscura. Otra vez los grandes en mente, con un Din-Tah Aeon en absoluto estado de gracia, épica a raudales, crescendos infinitos, guitarras casi fractales, seis minutos y medio de intensidad. Drama, recorre el camino que muestra, mastícalo a cada paso. Can you see the light? Preguntas difíciles. Un pequeño descanso, un silencio y el piano introduciendo sorpresas instrumentales.

Respuestas claras. Los alemanes Aeon Sable son uno de los mejores ejemplos de ese renacer citado. La demostración palpable de que se puede ser respetar lo clásico siendo original. Aequinoctium es indiscutiblemente un disco imprescindible. Ya sabes, los conversos somos los peores.