Z’EV: A Handful Of Elements (Cold Spring Records 2013)
Z’ev lleva desde los primeros ochenta deleitando nuestros oídos con un sinfín de obras, perturbadoramente elegantes, deliciosamente oscuras. Treinta y tantos años dedicado a demostrar que a través de abstracciones puras y conceptuales, se puede llegar a la esencia misma del sonido, al estrato más profundo de la mente, atravesada por tantos y tantos minutos regalados de maestría sónica. Más de sesenta discos, con un montón de colaboradores diferentes, explorando las fronteras de lo puramente formal, encontrando diferentes formas de expresar un arte que, con los años, ha ido encontrando su germen, despojándose de artificios, permaneciendo ya sólo lo central e imprescindible. Un arte que ahora tiene una nueva manifestación, más austera aún si cabe.
El nuevo trabajo del ínclito Stefan Joel Weisser tiene por nombre A Handful of Elements y ha sido publicado hace un par de meses por el muy (cada vez más) prestigioso sello Cold Spring. Un puñado de elementos, los cuatro clásicos, los de siempre (Tierra, Agua, Aire, Fuego) y el “moderno” Éter, que dan nombre a lo cinco cortes del CD.
Cinco trozos de alrededor de doce minutos (todos iguales en duración) con los que eructar y manejar cinco conceptos, a través de los estilos que siempre ha manejado con singular maestría Mr. Weisser: dark ambient, industrial, experimental, ritual, ruidista… combinados entre sí hasta conformar una amalgama sonora que impregna los oídos del escuchante hasta dónde muy pocos llegan. Sí, sé que estamos ante un género (o varios combinados) que intentar traducir a palabras a alguien que no lo ha escuchado ya, es como explicar colores a un ciego. Al final termina siendo una suerte de repetición de adjetivos, descripciones farragosas y un plasmar de impresiones que probablemente jamás superen el papel en el que están escritos (virtual en este caso, para más inri). Podría hablar de estructuras, de atmósferas, de reproducción de sensaciones que intentan hacer llegar el elemento que da nombre a cada pieza; podría explayarme escribiendo pedantísimas (y largas) explicaciones sobre el uso de éste o aquel elemento, sobre la adición de capas de sonido, sobre el fluir de ambientes más o menos espectrales, más o menos terrenos. Podría discutir sobre la aspereza de Terra, la suntuosidad de Aqua, la fluencia de Aer, la pesadez inmisericorde y calenturienta de la más rítmica (dentro de lo que cabe) Ignis o la textura dura y fantasmagórica de Spiritus. Pero no conseguiría más que bosquejar muy ligeramente todo lo que te puedes encontrar en esta hora larga de momentos musicales (difíciles, ásperos, desagradecidos incluso) que ofrece Z’ev. No conseguiría representar prácticamente nada de lo que supone este ejercicio vanguardista de estilo, un absoluto tostón para muchos y un infinito placer para unos pocos.
No pierdas más el tiempo leyendo estas líneas. Coge tu disco, ponlo a sonar, apaga las luces y disponte a percibir una experiencia ciertamente única. No la más sencilla, no la más obvia. Una de esas diferentes al resto, una de las que sabes que poca gente más va a entender, lo que ciertamente le proporciona un añadido de exclusividad a la misma. No sé si el momento álgido del disco será para ti, como para mí, Aer. No sé cuál de los cinco elementos conseguirá tocarte más profundamente, tal vez varíen cada vez. A lo mejor hoy es Aqua, mañana Ignis y pasado mañana Terra o la citada Aer. Quizá sean todos y cada uno. Puede que consigas vivir esa sensación de manera continua, una hora de máxima excelencia. Poco importa. Porque sí sé que una vez degustada, querrás repetirla. Lo antes posible.