SCOTT MILLER/LEE CAMFIELD/MERZBOW: No Closure (Cold Spring Records 2013)

10287804055_6cde3667b4_oLa música experimental o de vanguardia suele ser tremendamente difícil de adjetivar, ya que – en ocasiones por “culpa” de la casi total ausencia de melodía, armonía, letra (parámetros habituales y conocidos dentro del palo) o en otras por la tentación de caer en el “suena todo igual”- tiene la costumbre de romper los límites de lo establecido o, al menos, de resquebrajarlos. Suele suceder también que se nos olvida cual es la razón última de aquello que llamamos música y nos centramos, con demasiada frecuencia, en lo accesorio, en lo “bonito”, en lo que somos capaces de encasillar en nuestra anquilosada manera de entender las cosas. Haciendo paralelismos con otros artes, es como restringir la pintura al realismo o la arquitectura a los bloques de pisos de suburbio urbano. El arte es solo (y no es poco) una forma de expresión, una manera de transmitir sensaciones, sentimientos, lo que sea. No sé si el medio es el lenguaje como aseguraba McLuhan, no sé si es verdad todo aquello de la Galaxia Gutenberg, la Marconi o la Faraday. Ni lo sé ni creo que tenga importancia. De lo que si estoy seguro es de que si el arte (o más bien la intención artística) no llega, no es. Obviamente cuando despojas esa intención de todo artificio, cuando quitas todo lo accesorio, cuando tratas de reducir las formas a algo que sea lo más parecido posible al fondo tienes que andarte con muschísimo cuidado. El arte desnudo, vacío de efectos, corre el riesgo de no llegar, de no ser. Y la música experimental de vanguardia se ha ido con el tiempo especializando precisamente en ello. En llegar con lo mínimo posible en cuanto a obviedades. En llegar “renunciando” a cualquier canal habitual. Y eso que este No Closure se aleja bastante de la “bestialidad” acostumbrada sobre todo por el bicho Merzbow. La inclusión de instrumentos tradicionales, el aporte de guitarras y bajos, de sonidos de teclados convencionales le aporta al conjunto una textura diferente, menos complicada, menos árida.

10287810795_e3241d51b3_oOjo, No Closure está repleto de ruido. Ahíto de sonidos indefinibles, acerados, casi desagradables muchas veces. Seguimos hablando de lo que estamos hablando. Pero todo ello va envuelto en un cierto acercamiento, si es que se puede considerar así, a estilos menos vanguardistas, menos extremos. Tangencial, puede, pero extraño dentro de la amplísima (hasta el esperpento si comparas con otros) trayectoria de Mr. Akita, desusado. Se nota la mano de Scott Miller y Lee Camfield, se nota la influencia (difusa) de otros estilos como el doom o el black metal más tenebroso y menos heviorro. Como si el trío hubiera decidido proyectar los dos temas que componen el álbum (I y II, viva la concreción) para uso y disfrute de varios tipos de oyentes distintos. Los que disfrutan de los ambientes oscuros, los del ruido extremo e incluso los amantes de sonidos y canciones más “convencionales” (imprescindibles las comillas). Como si todos estos artistas dijeran: No te voy a golpear con grandes armonías, no te voy a emocionara con letras intrincadas ni con sencillos pedazos de alma expuestos, no te conquistaré con elaboradas melodías. No, te golpearé con ruido, aparentemente inconexo, te machacaré y te meceré, te llevaré por dónde yo quiera y lo haré mediante la adición de sonidos, mediante la sencilla pero efectiva superposición de texturas sonoras. Nada que ver con la canción. Nada que ver con lo que el canon ordena. Nada que ver con nada que hayas podido degustar antes. Pero a la vez te daré algo de tregua, no mucha, hasta qyue te confíes. Y entonces… Tranquilo, será rápido aunque no sé si indoloro. Tranquilo, casi no te darás cuenta de lo que está pasando antes de que sea demasiado tarde. Cuando te quieras enterar, No Closure habrá terminado. Y solamente podrás escucharlo de Nuevo. Sabrás que aquí el Arte ES.