MERZBOW Vs NORDVARGR: Partikel III (Cold Spring Records 2013)
Partikel III es, como su propio nombre indica (de ahí el III, no hace falta ser ingeniero) la tercera y última parte de una trilogía iniciada en el año 2004. Como las otras dos partes, no hay en estos Partikel ninguna concesión, cosa que, por otro lado, ni se espera ni se necesita. Quien se acerca a estos tipos ya sabe lo que se va a encontrar: ruido árido, electrónica experimental, supuesto caos sonoro, ambientes enrarecidos, violencia sónica, postindustrial, ausencia casi absoluta de melodía, aparente anarquía… todos los elementos del puto apocalipsis. Porque es eso, ni más ni menos, lo que estos dos enfermos prometen y proporcionan. ¿Duele? Pues claro. Pero menos de lo que podría, ya que el talento para la atmósfera opresiva y oscura de Mr. Nordvragr lima un poco la aspereza de su compañero nipón. Juntos, a través de un sinfín de ruiditos, samplers, máquinas, etc (cualquier cosa que se pueda controlar y que haga ruido sirve), logran transmitir una extraña y aplastante belleza. Sí, amigos, he dicho belleza. Porque es posible encontrar bonito el sonido de una apisonadora como la que escupe este Partikel III en el rato que dura. Porque la combinación, malsana e, insisto, deliciosamente enferma, de elementos de diferentes escenas; la mezcla de ruido puro, sucio, doloroso casi, con ritmos endiablados, oscuridad, elementos orgánicos y buen gusto proporciona un placer difícil de explicar pero que una vez que se instala en tu cerebro se hace tremendamente adictivo.
Me parece absurdo diferenciar canciones. Las cuatro que componen el CD son lo bastante similares en planteamientos como para que hablar de ellas individualmente sea un tanto ridículo. Cuatro temas largos, repetitivos, envolventes, oscuros, ásperos; cuatro taladros que invaden tu cerebro, parasitan tu atención y, creo, te devoran por dentro. El problema es que no quieres que se termine, sabes que no puede ser bueno, pero al mismo tiempo te gustaría que se prolongara siempre. Ojo, no es una droga que pueda contentar a todo el mundo, no hay letra, en muchos casos ni siquiera hay música, es “sólo” ruido inarmónico. No es para cualquier oído, no todos los estómagos lo soportan. Pero una vez que estás dentro, ay, no hay manera de salir, no la habría aunque quisieras, imagínate en este caso, que ni siquiera quieres. Un disco, en definitiva, tremendamente interesante por lo que aporta, desde la excelente y reveladora foto de la portada, hasta cada elemento sonoro empleado; desde el cuidadísimo digipack, hasta cada puñetazo en la boca del estómago; desde la propia concepción de la trilogía, hasta la necesidad de que la colaboración entre estos dos genios se perpetúe en el tiempo. Un disco que sería equivalente al hallazgo de flores en medio de la basura. Marchitas, sí, pero aún con eso y con todo (o tal vez por eso y por todo) preciosas.