LA BROMA NEGRA: Suicidarse y Seguir Viviendo (Gaser Discos 2020) por Avatar

Dos años ha habido que esperar para que La Broma Negra publicaran su nuevo disco tras el estupendo Los Extraños Tienen los Mejores Caramelos. Dos años llenos de cambios y acontecimientos diversos que, en mi opinión, jalonan (no podía ser de otro modo, por otro lado) este Suicidarse y Seguir Viviendo. De hecho si hay un grupo (o un proyecto artístico en general) en el que se pueden rastrear hasta cierto punto ese devenir diario en las composiciones, ese es el de Carlos Caballero. De forma más o menos obvia, literal, o de un modo en ocasiones bastante abstruso, la personalidad arrolladora, culta y llena de referencias de todo tipo de este Caballero está presente en todas y cada una de las composiciones que sangra en cada uno de los discos.

 

La portada y contraportada, de inspiración cercana a un tipo de western oscuro e implacable, el casi casi regusto a arena de desierto pedregoso que deja alguna de las canciones, está también muy presente en este Suicidarse y Seguir Viviendo. Un título que anticipa (y recuerda, al mismo tiempo) precisamente la trayectoria del grupo, con continuos saltos sin red y una intención siempre de ese sangrado que decía antes, mucho más allá de cualquier consideración comercial o de cualquier tipo de concesión. Aquí, amigos, las canciones se sudan, se lloran, se sangran. Las convenciones quedan para otros “artistas”. Trece canciones lo componen, trece trozos de alma desgarrada y para nada autocomplaciente. Trece que podrían haber sido veinte, que las caras B que han ido publicándose con cada uno de los adelantos en forma de single hasta la fecha, perfectamente podrían haber formado parte del corpus principal del trabajo.

 

Si repasamos las canciones, una a una, vamos viendo que todas esas “obsesiones” están muy presentes. En Me Llamo España y soy Alcohólica, que abre el disco, ya se aprecia esa visión personal que tiene Carlos de España, tan desapasionada como apasionada, como debe ser (a mi modo de ver) la visión patriótica. Una suerte de himno que va por supuesto mucho más allá del de la Madonna española (ya quisiera) que fue el germen de esta. Aquel “himno” y conversaciones entre cervezas y vinos, que siempre es buen aliño. Una España de pasado tremendo y terrible. Para bien y para mal, es el que nos ha tocado tener por aquello de las casualidades natalicias. Una España de presente también tremendo y también terrible Y el futuro es un ardid. Los Inocentes empieza con Fernando Fernán Gómez diciendo Y tú, ¿tú que vas a hacer Carlos? Premonitorio el maestro, supongo. Lo que va a hacer Carlos en este tema es demostrar lo gran cantante que es. Una canción que quizá sea la más cercana en estilo a las de discos anteriores y una letra de esas que merecen buceos en búsqueda de esas referencias que, tan presentes siempre, son marca de la casa.

 

Mi Hermano Pequeño retoma el tema de la infancia, también muy presente en toda la discografía de La Broma Negra. La infancia con todo lo que tiene de idealizado y al mismo tiempo de ese sentar las bases de lo que es el mundo adulto. Magnífica. Y ese Dame la mano y salta cuando yo salte, que conoce cualquiera que haya tenido o tenga hermanos. De sangre o de lo que sea. Alegorías en las que sentirse identificado. Una de las virtudes que suelen aparecer de tanto en cuando en muchos grupos y casi siempre en el que nos ocupa. 1º de Noviembre, rítmica, obsesivamente rítmica. Oscura, bellísima. Que lejana queda aún la mañana. Una canción que es pura miel negra. No sé si para que el diablo o los muertos no entren. Esos muertos que ya están dentro de cada uno de nosotros. Sea uno de noviembre o siete de julio, es irrelevante. Por Mí y por Todos Mis Compañeros. Isidoro Maíquez, Ganivet, Melchor Rodríguez, Juan de Almaraz, Muñoz Seca, Salazar y Frías, Blas de Lezo, Jardiel, Cristino García, Rosendo Porlier… Compañeros de fatigas. Tres siglos en una canción que invitan a repasar los porqués de incluirlos. Gustosos trabajos de investigación que impone el Caballero.

Apóstatas es una de mis favoritas. Otra de las que recuerdan discos anteriores: Amigos, Temo que ya no Estemos en la Tierra, en este caso concreto. Da sentido al título del disco. Aunque te abandone el R’N’R, que al final es lo de menos. Ese Los mejores años no llegaron jamás pero nunca dejamos de creer es tan, pero tan, representativo… Pintor de Batallas es otra de esas piezas que mezclan recuerdos y sueños. No sé si la canción tiene relación con Ferrer Dalmau, con la novela revertiana o con ninguna de las dos cosas. La verdad es que me da igual. Me dejo transportar por la melodía y ese flotar me basta, no necesito analizar más, solo ponérmela en bucle. Los Pecados de mi Padre es tan bonita como amarga. Y encierra una gran verdad. Yo mismo, que soy poco más que un gilipollas integral que intenta permanentemente que se le note lo menos posible, veo reflejada esa verdad en la letra, esa fatalidad tan real… Os dejo que la escuchéis sin más pistas.

 

Tengo un Ataque de Oscuridad repite amargura. Aquí, en este disco, hay poco lugar para la esperanza. Vivimos, sangramos, morimos. La vida misma. Somos cobardes y crueles, todos. Con ataque o no de oscuridad. Escarlatina tiene, de nuevo, en la melodía su punto más fuerte. Aunque la letra sea tan estupenda como suele. Dios, que al parecer se está muriendo, qué ganas de escucharla en directo. Cementerios de España es otra obra maestra. Tiene toda esa aridez que decía al principio. Todo ese aire a western malsano y oscuro. La letra, otra vez maravillosa, pespuntea una percusión que te va llevando toda la canción, con un cierto aire sacro en toda la melodía. Una extraordinaria pieza de buen gusto. Miserere es muy pop. Oscuro, pero pop. Con el teclado más omnipresente de lo habitual, también recuerda discos antiguos, aunque sin las texturas electrónicas de entonces. Las bases aquí son mucho más orgánicas, como sucede en todo el disco, de hecho. Disco que por desgracia está terminando. Último día en la Tierra me recuerda a Agarrado a la Cola de un Cometa. Para bien. Es otra de mis favoritas del disco. Tanto la letra como la música me transportan muy lejos. Una de las capacidades que tiene la música de La Broma Negra es esa capacidad de llevarte a otras épocas o a otros lugares. O al mismo tiempo a ambas.

Suicidarse y Seguir Viviendo para mí es un disco mucho más orgánico que los anteriores, todas sus canciones más (si cabe) a flor de piel. Un disco que entra a la primera peor que Los Extraños tienen los Mejores Caramelos pero que como sucedía con Amigos, Temo que ya no Estemos en la Tierra, se queda más tiempo una vez que te entra. Es árido, es oscuro, es a lo mejor un poco más difícil. Pero eso es precisamente su mejor virtud. Una vez dentro de arrastra y estoy seguro de que dentro de diez años, sus canciones estarán exactamente igual de vigentes que ahora y conseguirán emocionarme del mismo modo. Eso es algo que sucede muy de cuando en cuando, al menos a mí. Poderosísima razón para que no te lo pierdas.