KATZKAB: Object Nº1 (Projekt 2013)
Y es que Katzkab no hacen deathrock. No son excesivamente darkcabareteros. Ni electrónicos. Ni punks. Ni góticos. Ni oscuros. Ni poppies. No hacen electro, ni synth-nada, ni minimal, ni ninguna etiqueta que se te ocurra. Bueno, no solo, quiero decir. Porque se podría decir que hacen cada uno de los estilos citados y se estaría en lo cierto. En la misma medida que si dices que no hacen nada de eso. Porque esa es una de las virtudes del quinteto, combinar todo eso, combinarlo bien, en una amalgama de sabor complejo y aroma a veces indescifrable. Si le añades además (a los “tradicionales” piano, sintetizador, guitarra, bajo, batería) violines, saxos, órganos hammond o incluso un Moog theremin pues te sale lo que puedes encontrar aquí. Siempre y cuando lo hagas con talento y de ese, en Katzkab hay a espuertas.
El violín y el ritmo de Miracle, el aire casi jazzístico, hasta que entra la voz de Viktor B y junto con el piano dotan al tema de intensidad cabaretera. Hay algo que me recuerda el Lovecats de los Cure, pero no sabría decir qué. The Baron Samedi’s End apunta en dirección similar, aunque más acelerada, más rápida de ejecución. Aires añejos, el bajo lo dice. Harold And The Body, electrónica y oscura, muy de los ochenta. Reciclada, eso sí. Sinking, mi favorita o casi. A mí es la que más me recuerda a la formación anterior, la más inmersa en aquello que (creo sinceramente que sin querer) iniciaron los primeros Dresden Dolls (si es que iniciaron algo) y que proliferó hace unos años. Pero modernizado ahora. Imposible quedarse quieto con esta canción. Let’s burn them es casi tecnopop, delicioso. Boliw, instrumental, no termina de entrarme, probablemente por la combinación saxo-bajo, es una composición muy diferente al resto, no digo peor, solo que no me gusta tanto como por ejemplo The Silent Guest (combinando con gracejo voces masculina y femenina) dónde regresa el sabor maravillosamente rancio, a garito infecto y minifalda de flecos, al principio sobre todo, luego termina casi en disco setentero. Pasado por el filtro, por descontado. Voodoo Catwalk tiene un aire afterpunk en lo sincopado de la guitarra que muda a algo cercano casi al ska en cuanto toma tiempo. La voz de Viktor B hace el resto. Un tema pegadizo hasta decir basta. Interlude es eso, un pequeño interludio dónde vuelve a dominar el saxofón para desembocar en Lithopedion Boy: una continuación de dicho Interlude, con voz masculina y ritmo bailable, casi funky. No termina de convencerme mucho tampoco, cuestión de gustos. Chopped Off es otra cosa, tan oscura como la mejor Siouxsie (sin que acierte a explicar por qué me viene a la cabeza, tanto la de los Banshees como el Headhunter del Front 242, bajado de vueltas pero igual de intenso), reconcilia y resume todo lo bueno de este Object nº 1, que es mucho. Once momentos en los que destacar la mezcla de estilos, el buen gusto, la impecable ejecución. Once canciones notables de media, con algún sobresaliente por ahí. Un muy buen “debut” que espero que sea sólo el principio de algo tan grande como sugiere.