DOLORES + CERDITO, 28 de enero de 2012, Sala Siroco, Madrid

Seis años después volvía a la Sala Siroco, escenario que fue común para mí en los noventa pero por el que últimamente me prodigo más bien poco. ¿La excusa? Concierto presentación de Dolores, acompañados de Cerdito y con su Disco Póstumo aún calentito entre mis orejas. El tráfico como siempre y otras circunstancias que no vienen al caso provocan que llegue a la sala más bien tarde. Tarde para observar como por primera vez en muchísimos años iba a asistir a un llenazo de los de “no hay entradas” (aunque sea en una sala de aforo reducido) y, sobre todo para mi pesar, tarde para ver íntegro el concierto de Cerdito.

Eso sí, lo poco que vi me gustó. Dúo de voz con dos guitarras, ausencia de bajo físico y ritmos pregrabados. Distorsión, aires kraut y letras un poco ininteligibles, al menos para mí, que no las conocía. El público, frío con excepciones, respetuoso pero todavía no vibrando del todo. En fin, insisto en que poco puedo juzgar, tres o cuatro canciones no son suficientes aunque sí que me sirvieron para que me queden ganas de profundizar en su propuesta. Original e interesante, con buena pinta, afirmo.

Y a las once y poco salieron Dolores. Mientras preparaban los instrumentos aproveché para agradecer mentalmente a los fumadores que por salir en el “intermedio” me permitieron acercarme al escenario, superando el mogollón de gente que atestaba la un poco claustrofóbica sala. Es de bien nacidos, dicen. Agradecer me refiero. Fumar es de viciosos drogadictos. Pero para vicio, vicio el de la peña por apretujarse y es que enseguida regresa el agobio, algún pisotón se escapa, algún codazo ligero… KDR desde el escenario. Empezaron fríos, vive Dios que así fue pero poco a poco, no se si por el jalear del respetable o porque se centró el sonido, fueron tomando temperatura rápidamente. Fiebre De todavía un poco confusa, los teclados y la voz correctos, las guitarras por debajo de dónde deben o esa sensación da, los bajos contundentes pero algo faltos y la batería, bien, esa bien.

Temblor es ya otra cosa. Sueltos los nervios (supongo), ansioso el personal, la voz se oye más, el sonido mejora ostensiblemente. Teresa Cobo mezcla sus juegos vocales con los que le contestan un poco más abajo. La voz de esta muchacha tiene en su virtud el defecto o al revés: O la odias o te encanta. A mí me encanta. Las distorsiones guitarreras, la oscuridad del bajo, ya suenan también más nítidas. La batería sigue bien, gracias. No Hay Lugar, pegadiza y poppie es también convenientemente coreada. Juan Rodríguez y Tahiche Guillem (no sé si calificarlos de guitarra y bajo o de bajo y guitarra pues intercambiaron varias veces sus instrumentos sin que se resintiera el tema para nada) ya están al 100 % de eficacia y la batería de Pablo Costa… inmensa, como toda la noche.

Primera sorpresa. La srta. Cobo presenta una canción nueva, aún sin título (HH en el setlist). Los teclados van dibujando una melodía que con el resto de instrumentos le dan al todo un aire dulce, muy dulce me sonó, aunque esperaremos a oírla más cuidadosamente. Mr. Costa dejó las baquetas y se hizo con una especie de theremin (por el sonido) electrónico junto al teclado PORK de Teresa. Y comenzó La Estructura De Las Revoluciones Científicas que obviamente pierde la “doble voz” seguida por Avenida De América. Ya con su dueño de vuelta a la batería, el tema fue fluyendo para terminar en la apoteosis habitual.

La segunda sorpresa fue una versión: Voces En La Jungla de los imprescindibles y ochenteros Monaguillosh, que Teresa presentó dudando de que muchos de los presentes la conocieran… hombre, no fue un superhit pero sin duda es con mucho el tema más conocido de los de Susana Millaruelo y compañía. Versión bastante digna aunque no cambiara mucho el original. El auditorio reaccionó poco así que es posible que la duda tuviera fundamento.

De ahí al final, trallazos. Volcán, Cocodrilos De Marfil; buenísimas ambas. A esas alturas de la película, ya todo el mundo está entregado y con los ojos como platos (y las orejas tan atentas como deben). Aún así se comportan: o no hay espacio o faltan los energúmenos habituales. Está ya cerca la hora de concierto, la incombustible frontwoman que apenas ha descansado para echarse un traguillo de agua (sana sana) anuncia que no hay bises y que quedan dos canciones y añade que si se echan cuentas… pues eso, Cortafuegos y Nicho/Loft. Grandísimo final, dos de mis preferidas de Disco Póstumo (por más que me parezca un disco de esos de diez canciones= diez singles). Sorprende la falta de más repertorio aunque tal vez sea el peaje a pagar cuando pretendes la excelencia absoluta en tu selección de canciones. Por ello, mejor eso que haber tocado cuatro o cinco más y terminar pensando que van de relleno…

Conclusiones: No sé si Dolores son el “grupo revelación de 2011” o lo que cualquier revista moderna pretenda vendernos (otra vez, sorprende y fascina al que escribe que haya un grupo o disco del año cada quince días). No lo sé y me da exactamente igual. Lo que si sé, estoy seguro vamos, es que igual que en su momento dije que D.P. me parecía un discazo, el cuarteto éste me lo ha confirmado dónde ha de hacerse: encima de un escenario, a dos o tres metros de distancia y mirándote a los ojos. Ahí sí. Y ahí, demostraron la otra noche que sus canciones son Canciones y que, de nuevo, más allá de estilos, eso es lo que llega. Esperamos con ansiedad la siguiente ocasión, no para que tengan a bien redemostrar nada, no es necesario, sino para volver a pasarlo bien. Otra vez.