BAUHAUS (Madrid, 16 de Febrero de 2006) POR AVATAR
Ya salen de nuevo. Peter Murphy con una guitarra acústica empieza a desgarrar las notas de “All We Ever Wanted”. Se van sumando poco a poco los demás músicos. La interpretación, aunque buenísima, se hace muy corta y notamos el tema con un sonido un poco extraño. Todo se olvida con el inicio de “Severance”, versión de Dead Can Dance que también hicieron en el 98. Buenísima, Bauhaus tienen el sorprendente talento de hacer que las versiones (también se verá más adelante con la sorpresa que la noche deparaba) de otros grupos parezcan propias sin dejar de ser muy parecidas a las originales. Si me dicen que este “Severance” es la original y la de DCD una versión, me lo creo a pies juntillas. El bis termina con la sorpresa anunciada. Suena el bajo, esta canción me suena pero no caigo, pienso. ¡Coño, el “Transmission” de Joy Division! De nuevo calcada al original pero con el sello bauhausiano por todos lados. Y en medio, en plan medley, un trocito de “St. Vitus Dance”. Pensando en la forma de bailar de Ian Curtis aún me pregunto si lo hicieron con segundas…
Tras momentos de gran inquietud pensando si saldrían de nuevo o no, aparecen sobre el escenario el señor Murphy con una levita de terciopelo granate y don Daniel con una chaqueta de lo más glamorosa. Comienzan a sonar los acordes de “Telegram Sam”, genial la interpretación como siempre. Se encadena el final con “Ziggy Stardust” que termina en plan apoteosis. Sudando, asustados pensando que se acabó y sin tocar “Bela Lugosi’s Dead”, tras un ratillo de incertidumbre vuelve a salir Peter Murphy con la clásica capa que suele acompañar la interpretación del hit. Se acerca al micrófono, grita: “Now Ziggy played guitaaaaaaaar”, guitarrazos del final de la canción (que habían dejado convenientemente inacabada) y se empiezan a oír los punteos de bajo y los baquetazos que anteceden al Drácula más Drácula de todos los Dráculas. Me fijo más en P. Murphy y me parece más delgado y más joven, incluso con más pelo (posible paranoia del redactor o rejuvenecimiento vampírico, quien sabe). Acontecen los once minutos más impresionantes del concierto, por no decir de mi vida. Lentamente la canción se va desarrollando, creciendo y yo esperando que sean treinta o cuarenta o cincuenta minutos los que dure. Al final, el final. Tengo que digerirlo, estoy todavía demasiado anonadado como para decir nada, veo la felicidad en las caras de alrededor (que poco sini es la gente en el fondo, tanta felicidad no puede ser lo bastante gótica).
Conclusiones:
– ¿Viejos, gordos y calvos? Sí, lo están. Más o menos como el ochenta por ciento del público que allí se congregaba y eso que nosotros tenemos veinte años menos… Pero, ¿qué importa eso? Sonaron como siempre o como nunca, según se mire. La Riviera es una sala que suena fatal y salvo algún teclado o el xilófono que apenas se oían, el concierto fue indescriptible por lo bien que lo hicieron y todo lo que consiguieron transmitir. Al menos, a mí.
– ¿Muchas versiones? Alguien comentó que Bauhaus no deberían necesitar hacer una canción de Joy Division. Tampoco de Dead Can Dance, Bolan, Bowie, Cale, etc, supongo. Lo que sucede es que creo que no lo necesitan, no hacen las versiones por necesidad sino por admiración, o así lo entiendo yo. En cualquier caso, ya dije antes que tenían la extraña virtud de convertir las canciones ajenas en propias y eso sólo puede deberse a que la admiración les hace “sentirlas” de nuevo (la vieja idea de “como me habría gustado haber escrito yo esa canción”).
– ¿Alma o profesionalidad? Para mí transmitieron muchísimo y se entregaron al máximo, no me parece que fueran demasiado profesionales (en el peor sentido de la palabra) en ningún momento. Habrá quien prefiera más coordinación aún a costa de perder improvisación. No es mi caso desde luego.
– ¿Defectos? Ah, ¿pero los hubo? Sí, sí los hubo, aunque menores:
· El concierto fue demasiado corto (una hora y tres cuartos contando tres bises con sus correspondientes ratos de espera me parece poco).
· Ausencia de algunas canciones míticas: “Double Dare”, “Spirit”, “Boys”, “Of Lillies and Remains”, “Mask”… pero sobre todo “Lagartija Nick”. Esto supongo que se debe más al gusto de cada cual. La verdad es que salvo que hubieran tocado todo su repertorio (incluso la del pastel de pescado) siempre se echarán en falta algunas canciones.
· Escasa escenografía en momentos concretos. Algo de esto también hubo. Pero francamente yo no lo eché de menos.
-¿Concierto del año? O del siglo.