A SLICE OF LIFE: Restless (Wool-E Discs 2018)

Últimamente desde la normalmente poco conocida escena belga, nos llegan propuestas más que interesantes. Concretamente, de las más interesantes en una escena mundial que aunque pare constantemente montones de grupos en los últimos años, adolece un poco de repetición de esquemas o, incluso, de una alarmante falta de talento. A Slice of Life son una de esas propuestas, relativamente nueva (se formaron en 2016), que destacan en ese casi desolador panorama descrito. En 2018, aunque lo hemos recibido hace unas semanas, publicaron su primer larga duración, Restless, que es la razón de estas líneas.

Presentado en digisleeve (ese formato de cartón, sin espina ni nada que “sujete” el cd, como una funda doble de vinilo pero en pequeñico), Restless se publica en el mes de agosto, tras un bien recibido EP del año anterior. Diez temas (los cinco del EP regrabados y cinco totalmente nuevos) y un bonus track que no aparece en la edición digital, solo en el CD. El disco comienza con Restless Gods, muy cambiada respecto del EP, con muchísima más fuerza y mucho mejor producción. Sucede parecido en los cinco temas que repiten, así que valga lo anterior para todos ellos. Restless Gods es una de esas canciones bailables, oscuras, llenas de reminiscencias pero sin copiar a nadie (una de las, para mí, señas del grupo). Older es más suave, más tranquila, llena de belleza. Elegante, ochentera… una canción preciosa. The Marionette es también muy ochentera; tortuosa, esconde miles de matices que vas descubriendo en cada escucha. Una de mis favoritas del álbum, con las guitarras y el bajo en una “batalla” constante y la voz (recuerda en esta pieza a algún pasaje de los mejores Cure, no en vano Mr. Vreys canta también con The obsCURE, banda tributo a los de Robert Smith y cia) demostrando un nivel de “transmisión” tremendo. Sweet Sin tiene en su pulso postpunk su mejor virtud. La reverberación de la voz de Dirk Vreys la aleja de las inmediatamente anteriores, sorprende que Sweet Sin y The Marionette (por ejemplo) salgan de la misma garganta. De nuevo bailables, de nuevo épicos. Otro corte que debería sonar en cualquier pista que se precie.

Coraline es una tremebunda pieza de gothic rock de la mejor escuela. Curiosamente engarza todos los adjetivos anteriormente citados en los poco más de tres minutos que dura: épica, bailable, oscura, ochentera, postpunk… Sorrow nos devuelve al ambiente elegante y un poco decadente de Older. Una senda similar a la que transitan con soltura gente como Golden Apes, por ejemplo. Voces graves, aunque no tan profundas como las de los simios dorados, combinadas con pasajes más agudos; batería omnipresente entre delicadas guitarras y teclados acentúan el embrujo. Panic Attack es un corte de puro gothic rock, en la línea moderna de unos Der Himmel Über Berlin, por ejemplo. Pero todo esto es poco más que un vano intento de encorsetar unas canciones que se escapan de etiquetas y parecidos, que brillan con luz propia y deslumbrante. Canciones como We Fight (o la propia Panic Attack, o cualquiera de las anteriores) demuestran –de nuevo- que estos A Slice of Life rayan a una grandísima altura. Su música está lejos de innovar demasiado, pero en su amalgama de influencias más o menos diversas, más o menos evidentes, hacen lo que cualquier banda debería hacer: buenos temas. Muy buenos en este caso. Life Is As It Is danza sobre la melodía del teclado, se apoya en cuerdas que no por “secundarias” son menos bellas, gravita sobre bajos y parches correctos (que a veces no es poco) pero, a mi modo de ver, no termina de romper del todo. Es un buen tema, pero sin más. Le falta un punto para lo excelso de las anteriores, no sabría concretar la razón. Me deja un pelín frío. Feel like Crazy mejora el sabor de boca de Life Is As It Is. Tal vez sea el toque a pop ochentero, muy marcado. Tal vez la voz de Dirk Vreys en registro agudo (curioso lo que hace este muchacho con la voz, jugando con graves y agudos, parecen dos cantantes distintos; curioso y adictivo). Y llegamos al bonus track que decía al principio: Liefde Is Oorlog. Más acelerada, cantada en ¿neerlandés?, es bastante distinta al resto del álbum. Aparte de por la velocidad, muta la elegancia por la víscera, mostrando un registro que no había aparecido hasta ahora. Destacable en su diferencia, un buen tema para por ejemplo cerrar un concierto. O un disco.

 

A Slice of Life se empeñan en romper esas cajitas que habitualmente usamos los pobres de espíritu para intentar acotar, para intentar definir lo indefinible. Es el mal de muchas reseñas, que te obligas a discriminar sonidos cuando lo que te apetece es disfrutarlos sin más. Llenar de palabras una planilla (sí, más viejo que el hilo negro) cuando la música es, casi por definición, algo que no se puede encerrar en un texto más o menos largo, más o menos bien escrito. Es lo que sucede, sin ninguna duda, con este Restless. Es uno de esos discos que te apetece escuchar una y otra vez, no sentarte a escribir sobre él. Ventajas que tenéis los lectores…