THE DARK SHADOWS + LOS CALAMBRES + VIRGENES MUTANTES, WHITE TRASH R’N’R DE LUXE, 26 de septiembre de 2014, Sala Destino Gran Vía, Madrid

Llevo un tiempo dándole vueltas a cómo enfocar la puesta en escrito de mis impresiones sobre este concierto-fiesta (ojo que hoy toca tostonazo, por si te lo quieres saltar, oh casi siempre amable lector). Unos días en los que un sinfín de ideas han pasado por mi cabeza. La redacción de Laletracapital, o así quiero creer, funda su credibilidad en la independencia y en lo individual de sus opiniones, no está a sueldo de nadie (ni lo estará) y, con mayor o menor acierto escribe lo que piensa. Por ese lado, sin problema alguno. Lo complicado viene cuando sabes que por honestidad debes criticar algo que por otro lado te parece admirable. Cuando entiendes que debes decir que algo te parece mal planteado aun cuando sabes que el riesgo de ser malinterpretado (o peor, injusto) es alto. Se entiende mal, creo, espero que al terminar se comprenda mejor a qué me refiero. Vamos al grano.

Tres grupos, fiesta posterior bizarra, ron de Jeremy… todo apuntaba a que sería una gran noche. Máxime cuando de los tres grupos (a las Vírgenes no las conocía) dos eran nada menos que las australianas Dark Shadows con una nueva visita otoñal y componentes de Baby Horror (además de Julio From Hell de Calamitiez) en faceta Los Calambres haciendo versiones de los Cramps. Lo dicho, que todo tenía pinta de noche para recordar. Llego prontito a la sala, aún están probando sonido. Aprovecho para saludar a unos y a otros, nos avisan de que hay un ligero retraso y aproximadamente empezarán Vírgenes Mutantes a las diez y media. Se mantiene el horario final, medianoche. No sé cómo lo van a hacer…

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Los conciertos:
Con una media hora de retraso las Vírgenes Mutantes comienzan su actuación. El primer trío de la noche, 100 % actitud desde el principio. No tenía el gusto de conocerlos, pero pese a las dificultades de sonido (no achacable a ellos, me parece) se marcaron un buen concierto. Cortito, unos veinte minutos, suficientes para descargar esa especie de punk embrutecido y cerdo que practican. Provocadores, energéticos, poniendo esa actitud por delante de la aptitud (que no les falta, pero en el estilo que hacen no es imprescindible). Sin virtuosismos que habrían estado de más, fueron vomitando repertorio. Poco a poco, calentaron al personal, todavía muy escaso. Se fueron sucediendo temas como Matar a Alaska, Soy Guarra o la cover de Desechables El Caso Del Hombre Serio Y Formal. Divertidos, muy divertidos. Ah, y muy cariñosos con los siniestros…

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Los Calambres son como decía un proyecto paralelo (otro trío) de Baby Horror (Jesús y Annie) y Calamitiez (Julio). Hacen versiones de los Cramps, traducidas, con formación de batería y doble guitarra. El sonido sigue mal, pero los de arriba del exiguo escenario lo suplen, de nuevo, con actitud y buen rollo. No tarda la gente en contagiarse de esto último y van coreando cada ¡Cabrón! Como si fuera el último. Ya Lo Veis, Domino o una maravillosa La Mosca Humana fueron, para mí, los puntos álgidos del otra vez cortito recital. Unos veinte o veinticinco minutos que supieron a poquísimo. Los Calambres (al igual que sucede con Baby Horror –con Calamitiez no lo sé, nunca los he visto en directo-) tienen esa virtud (que luego repetirán Dark Shadows) de resultar frescos, divertidos, agradables y de “transmitir” tanto si te gusta su propuesta como si no. Una mezcla de carisma, empatía y buen rollo que llega al escuchante y se contagia. Más que el ébola ese tan de moda últimamente.

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Frank Castro (Munster), reputado discjockey, estaba por allí para pinchar en la fiesta posterior. Antes de ello, subió al escenario con una máscara como de lucha libre mexicana y decidió que masticar un vaso de cristal era un espectáculo que en una fiesta de vocación deliciosamente casposa y bizarra (en el sentido anglosajón) no podía faltar. Para mí, sobró totalmente, pero para gustos…

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Dark Shadows cerraban el apartado concertil de la noche. Un vistazo al setlist, es el mismo que el de la actuación del año pasado (presentaron entonces Autumn Still… y no han sacado nada realmente nuevo en este tiempo pues el picture single calentito que llevaban, va con dos temas del disco). Pero dio lo mismo. Como dio lo mismo el tamaño del escenario que impedía “alegrías” y como dio lo mismo el escaso público, algo más que en los anteriores pero todavía en un número ciertamente triste. Las canciones previstas eran las mismas pero claro, el tiempo para ejecutarlas no, por lo que se quedaron sin sonar algunos hits habitualmente insoslayables. Sí que lo hicieron y en gran forma (se nota el rodaje de los temas y estas chicas siempre han ganado en directo respecto del plastificado) Distänt Mind, Boy From Berlin, Silent Screams o la alargada, espídica e incontestable Dark Shadow. Por supuesto, no me olvido de la habitual (increíble el rollo que le dan) Eisbär. Cerraron con ella y, otra vez, se hizo corto, demasiado corto. Las chicas se marcaron (como suelen) un conciertazo, lleno de sonrisas, rock and roll, actitud punk y dulzura pop. Tremendas.

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La sala:
El evento está programado en Destino Gran Vía. Pequeño, con mal sonido, un escenario ridículo (de tamaño)… en fin, las condiciones “ideales” para cualquier concierto. Desconozco que se exige para considerar un local como sala de conciertos, pero o hay que revisar las exigencias o desde luego la elegida no llega al 10 % de los mínimos que dicta el sentido común. Y me quedo corto. Soy consciente de la falta de salas que padecemos en Madrid, pero no creo que la solución sea esta. Perjudica a los grupos, obviamente al público y también al organizador que se juega como poco su prestigio (y su futuro, tanto por la imagen que da a las bandas como porque normalmente pone también su dinero en juego). Suerte que eran tres tríos, no cabe un quinteto ahí.

La fiesta postconciertos:
Tras los tres conciertos, pudimos disfrutar de unas horas de buena música, centrada como es lógico en sonidos parecidos a los que habían salido del escenario: punk, rock con múltiples apellidos, sonidos pantanosos… Una delicia. Una lástima que a esas alturas quedara ya poca gente en la sala, el rato que aguanté yo mismo (los años no perdonan) estuvieron francamente bien. Ah y el ron del inefable Ron Jeremy, riquísimo para tomarlo solo. Desde luego mucho mejor que el brebaje ese del ciervo.

La organización:
Y llegamos al punto que no quería tener que tocar. Admiro muchísimo a la gente de Rara Avis y además les tengo un gran cariño personal. Creo que (junto con la mayoría de los demás promotores –especialmente los “pequeños”-, ya sabéis los nombres de todos) hacen una labor imprescindible de apoyo y de movimiento a la escena musical de este país, la general y la oscura en particular. Creo que sólo por su esfuerzo ya merecen la gratitud eterna de todos los que asistimos con mayor o menor “fidelidad” a sus eventos, cuánto más si encima sabemos que lo hacen perdiendo habitualmente dinero. Por eso me duele especialmente tener que criticar lo que a mi juicio falló la noche comentada, aparte de la sala que ya está dicho antes. Además me duele porque creo que ellos son los primeros perjudicados. No se puede (o no se debe) organizar un concierto de tres grupos disponiendo de dos horas para los tres. No hay tiempo material de hacer algo un poco en condiciones. Si encima sufres algún tipo de retraso pro la razón que sea, te encuentras con repertorios acortados y con público enfadado. Desconozco como le sentó el asunto a los grupos pero… Te traes un grupo desde Australia (aunque estén de gira europea) y les dejas tocar, cuánto, ¿cuarenta minutos? Nombro a las australianas no por nada, por lo menos los otros tendrán más facilidad de repetir bolo o de entrar en nuevas ocasiones, pero me parece igual de vergonzoso. Y eso que terminó media hora más tarde de lo previsto, si se llegan a ajustar a las doce ni tocan. ¿Soluciones? Bueno, puedes cargar en un alegato final contra el absurdo, ridículo y estúpido control de horarios del queridísimo ayuntamiento, llevando más razón que un santo. Pero también puedes, si tienes la intención de que toquen tres grupos (y meter una irracional pseudoperformance en medio de los conciertos) empezar más pronto. Lo suficientemente pronto como para que haya tiempo de disfrutar de un repertorio adecuado. ¿Qué si empiezas a las ocho no va nadie hasta las diez? Bueno, ellos se lo pierden. Tampoco es que empezando a las diez y media aquello estuviera e bote en bote (ver último punto). Pero todo, no se puede. Para mí, dadas las circunstancias, la opción más lógica hubiera sido hacer un bolo con un solo grupo. Ahorras dinero en gastos, va a entrar más o menos el mismo público y haces un concierto digno. Bien es cierto que yo no soy promotor, así que a lo mejor me tendría que callar, tragar y decir que todo fue maravilloso. Pero lamentablemente no voy a hacerlo.

El público:
Demencial. Es la palabra que resume este ítem. No entiendo que necesita la gente para llenar un garito de las dimensiones que estamos hablando. La propuesta era lo suficientemente atractiva pero ni por esas. Llueve sobre mojado pero de verdad que no sé qué es lo que queremos. Supongo que estaría como de costumbre, todo el mundo discutiendo sobre cómo la escena oscura madrileña está pa los pollos. Desde sus casas y en Facebook. Bueno, insisto, ellos sabrán, que son quienes se lo pierden. Yo disfruté como un enano. Poco rato, cierto, pero lo pasé muy bien. Me quedo con ello.

Y no puedo cerrar sin de nuevo agradecer a Rara Avis y a las tres bandas su esfuerzo, trabajo y buen rollo general. A Jorge, a Alex, Víctor y Sara, a Jesús, Annie y Julio, a Carly, Nerida y Brigitte. GRACIAS. Muchas gracias.

Vídeos cortesía de Eli Martín, de canalypunto