THE DARK SHADOWS: Autumn Still… (Select-A-Vision Records 2013)

Existen un sinfín de grupos que manejan perfectamente bien su estilo, que son capaces de ampliar horizontes, de trascender lo meramente formal y que, ajustándose a los parámetros con los que han decidido acometer la intención de expresarse artísticamente, logran exactamente lo que se proponen, sin alejarse un centímetro de SU género escogido. Existen, lógicamente, aún más grupos que tratan de llegar a lo anterior, pero que fracasan en el intento. No consiguen sonar lo bastante bien o no consiguen superar sus propias influencias y se convierten en “más de lo mismo”. Del mismo modo, existen otras bandas (pocas, muy pocas, estas son muy escasas) que lo que hacen es (a fuerza de mezclar gustos, influencias, inspiraciones, …) tremendamente diferente a cualquier cosa que hayas oído antes, siendo al mismo tiempo tremendamente sencillo rastrear algunas de sus innumerables raíces. Bandas que suenan distinto a todo, pareciéndose a la vez a un montón de grupos y estilos, lo suficiente como para resultar atractivas al público potencial de todos esos estilos. De entre estas pocas, algunas (poquísimas) consiguen también resultar excepcionales dentro de lo ya original. Exquisitas dentro de lo excepcional. Delicadas y elegantes perlas con las que te encuentras muy de vez en cuando pero que cuando lo haces no puedes sino rendirte a lo obvio. The Dark Shadows son, para mí, una de estas delicatessen. Un trío de sydneysiders que mezclan sin ningún tipo de vergüenza (ni falta que les hace) afterpunk, siniestreo, rock’n’roll y cualquier estilo que se os ocurra que acabe en billy para hacer un sonido tan personal como accesible, tan trabajado como refinado. Autumn Still… es su segundo disco largo y se presentó recientemente en vinilo limitado a 333 ejemplares y en digipack. Compendia tema de sus recientes singles (Eisbar, Distant Mind, Written In The Snow) y eps (Invisible, 11:11), con un puñado de temas nuevos. Vamos con ellos. Con todos.

Distänt Mind rompe el hielo. Después te rompe a ti por dentro. Llena de fuerza contenida, oscura, elegante, intensa… como dijimos ya en su momento: pop con energía punk o punk con dulzura pop. Como prefieras. La actitud es la misma… The Boy From Berlin es uno de los temas nuevos. Un medio tiempo, de sabor clásico, con bellos coros y taaaan europea… una letra cuidada (tampoco es ninguna novedad) hace el resto. Una de esas canciones que no te cansas de escuchar una y otra y otra vez. Line Of Sight ya apareció en 11:11, es vieja conocida. Vuelven a destacan los coros en un corte mucho más rockero, de sencilla estructura pero engañosa simplicidad. Tarareable a más no poder. Oscura y bailable al tiempo. Déjate mecer por su cadencia, déjate empapar por la lluvia. Una versión, la conocida de Grauzone, Eisbär, tremenda. Con la guitarra haciendo de teclas, aportando intensidad y originalidad. Muy respetuosa con el tema original, lo dota de una energía diferente, más fuerte, más urgente, más potente. Y menos fría, eso también. Emergency, del EP Invisible. La vuelta al clasicismo rockero. Rock relajado, tranquilo, para paladares exigentes, para degustar despacio. No hay prisa pese al título, no hay premura en paladearla, no es necesario apresurarse. Disfruta cada nota, cada palabra entonada, cada golpe de baqueta. Estaríamos tremendamente impresionados si fuera la primera vez que oyéramos la canción, si acabáramos de conocer al trío neosurgalés. Still Lives… recitada. Preciosa. Otra de las rescatadas de Invisible en este disco tan otoñal como reza el título, combinando frialdad y calidez, melodías secas como hojas, con melancólicos aguaceros. Still Lives… con el sabor que le da la guitarra acústica y el empaque del texto medio susurrado. Si no te pone los pelos de punta… háztelo mirar. Nobody Knows, ochentera, pop, una de las nuevas. Una letra que habla, en el fondo, de la importancia de lo importante, filigranas vocales (en la principal y en los acertados coros) que revisten la melodía, virtud fundamental del tema. Tres minutos y medio de la cara más dulce de las australianas como demostraron recientemente en su última visita a Europa. Llevamos medio disco y las impresiones no pueden ser mejores. Written In The Snow…no puede hacer otra cosa que confirmarlas. Si digo que es una de mis canciones favoritas, posiblemente me quede corto. Las líneas que dibuja la guitarra perfectamente sustentada en el grueso trazo de la sección rítmica que en esta canción (concretamente, aunque lo haga en muchas) supera con creces el notable, la indiscutible fuerza que destila, imposible quedarse quieto. De verdad, de verdad, un temazo. La cara opuesta a Scissors, balada de terciopelo, perfecto contrapunto al arrase anterior. Otra canción nueva, otra muesca más que añadir a las anteriores. Nocturna, casi nictófila, morbosa e inquietante, a la par que bella (o tal vez precisamente por esto). Porque la garra no es solo guitarreo. No solo de ritmos rápidos y desatados vive el escuchante. Pese a lo que parezca indicar el punteo inicial de Dark Shadow. Rescatada de 11:11, el corte se arrastra sinuoso como la sombra del título y es de esas que se te meten en la cabeza y ya no te sueltan. Buena culpa la tiene la contención no exenta de energía. Y los cambios de ritmo, claro. Otro de los “must” de la carrera de las mocicas estas. De Silent Screams ya hablamos también en su momento. Letanías dulces, voces de fino satén, letras desgarradoras. Estamos solos ante el miedo y el dolor. Y que te lo cuenten meciéndote… Ya está terminando el CD, solo resta Twinns. Otra nueva para terminar, por cierto. Las armonías vocales vuelven otra vez a la década de los ochenta, acariciando un medio tiempo que, de nuevo, parece indicar el camino, el nuevo rumbo que emprenden The Dark Shadows, un rumbo menos evidente en ritmos que en sus comienzos, con más lugar para el sentimiento, para la sensación a flor de piel, más desnuda, menos envuelta en ritmos acelerados. Igual de intensa, eso sí, eso no se ha perdido con la ralentización de compases. Realmente más que un nuevo sonido es una lógica diversificación del de siempre. Es una ampliación de miras, un abrazar más influencias y una también lógica madurez estilística.

Decir que Autumn Still… es un gran disco sería una obviedad. No decirlo, una bajeza. Decir que el que suscribe disfruta como un enano con la sabia mezcla de estilos aquí supuran, sería repetirse. La elegancia, la sofisticación, la energía a diferentes temperaturas, la capacidad casi infinita de emocionar, están presentes en las doce canciones que conforman el CD. Aun así, cabe la posibilidad de que no haya sido capaz de expresar por escrito todo lo que te dan esa docena de piezas musicales, puede ser que no haya quedado claro. Quizá no estés de acuerdo (o no del todo) o alo mejor lees estas líneas y crees que lo dicho no es suficiente como para comprártelo, pero claro, estarás equivocado. Autumn Still… es un imprescindible en cualquier discoteca que se precie de serlo. El tiempo te lo demostrará si no lo ha hecho ya, no me cabe duda alguna.