SWEET ERMENGARDE: Ex-Oblivione (Equinoxe Records 2016)

 

Ya decía Euclides (o algún contemporáneo suyo) que la música es matemáticas, cualquier partitura se puede expresar mediante relaciones entre números, mediante ecuaciones vamos. A lo largo de la historia ha habido innumerables científicos que han dedicado su vida o una parte importante de ella a traducir estos números en notas musicales, a buscar relaciones entre números enteros, cada vez más pequeños (y cada vez más complejo el conjunto) y a “demostrar” que el que una melodía cualquiera nos parezca más o menos armónica, más o menos bella, se debe precisamente a esas relaciones numéricas. Al fin y al cabo, si el amor y el resto de los sentimientos humanos son reacciones químicas, si el “alma” es la ausencia o presencia de determinadas hormonas en cantidades concretas, está claro que las reacciones físicas (y sin duda las psicológicas) que producen determinadas canciones pueden y deben ser medidas, cuadriculadas y racionalizadas. Siguiendo ese razonamiento y llevándolo a nuestro terreno, se podría decir que para mucha gente el rock gótico purista tiene mucho de x + y + z, dónde x es sota, y es caballo y z es rey. Incluso que bandas como Fields Of The Nephilim dieron forma a un estilo o depuraron uno ya existente sentando las bases de lo que después es y ha sido en innumerables ocasiones. Sublimaron la sota y le dejaron el pelo más largo, cubrieron de harina al caballo y le dieron una patada en el culo a rey. El sueño de un republicano. x² + 5y, la z la obviamos. Y así, con repeticiones más o menos evidentes (2x² o 45y/2 o lo que sea) terminó pudiéndose despejar la ecuación de modo que x=y=más-de-lo-mismo. Repetido n veces, además. O sea, primero los Fields

 

Muchos os estaréis preguntando (al menos los que hayáis llegado hasta aquí sin llamar al 112) a qué viene todo esto si lo que esperabais era una reseña del último disco de los alemanes Sweet Ermengarde: ese Ex-Oblivione del que tanto habéis oído hablar. Pues viene a los cien mil comentarios leídos acerca de los parecidos razonables entre este disco y los de los de Stevenage, Hertfordshire. Viene a que hay muchas maneras seguramente de reseñar (y de escuchar) un disco y yo a la hora de acercarme a este he decidido obviar esos parecidos y comentarlo como si no conociera la trayectoria de los antedichos. Toda vez que reconozco que es verdad que el parecido existe (ese bajo de por ejemplo Into Oblivion es indudablemente deudor del de Tony Pettit) pero que también es cierto que si descartáramos discos por este tipo de razones, nos quedarían poquísimos grupos o trabajos a los que aproximarnos. Y tampoco el tema en este caso llega al sonrojo, ni mucho menos.

 

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Entremos en harina, nunca mejor dicho. Debo decir para empezar que tenía un poco de miedo de que el sonido de los alemanes hubiera perdido interés con el cambio de vocalista, Kuba me parecía (y me parece) un estupendo cantante y su sustitución por Daniel Schweigler (a quien no conocía) me daba bastante repelús. Pasado el tiempo y escuchado el disco, estaba bastante equivocado, la banda no ha perdido un ápice y me atrevería a decir, por blasfemo que suene, que la voz ha ganado en matices. Las guitarras (estupendo el trabajo de Danny Elevator y Mike York) siguen mezclando luz y acero a partes iguales y tanto los bajos de Mr. Kappeler como la batería de Rafael Skudro sostienen cada tema sin aparente esfuerzo. Todo al servicio de un disco que además es larguito, una hora y pico de rock gótico a espuertas. Al principio, en Ex Oblivione, en Into Oblivion y en Dreamlands sobre todo, sí que se hacen notar mucho las indudables influencias nephilianas, pero luego si te entretienes en el resto, el quinteto va mostrando un montón de facetas y de recursos que sin perder el canon, los alejan del estándar harinoso. Cortes como Carmilla -que cuenta con I Have Been In Love With No One, And Never Shall, Unless It Should Be With You, ahí queda eso, como estupenda intro-, Port Of Hope (ambas tremendamente románticas en el mejor de los sentidos y elegantes como una levita con chorreras) o Nigredo-Clad, muestran a unos Sweet Ermengarde que van de masterpiece en masterpiece. From Beyond (Sleep Is Better Than Prayer) o Tender Russian Roulette son clásicos contemporáneos en sí mismas, sin necesidad de nada más. Estructuras puras de gothic rock del de toda la vida, muy bien hechas y demostrando, de nuevo, que el bueno de Schweigler es un vocalista como la copa de un pino. Habrá que verle en directo, pero en plástico es tremendo. Drain es oscura y tenebrosa como la noche más negra y Dead Of Night o Beneath This House se arrastran y te arrastran en una de esas espirales épicas que tanto nos gustan. Todo para cerrar el disco, discazo, con los once minutos largos de la atmosférica y siniestra For Your Bodies Are The Temples Of The Holy Ghost. Uno de esos cierres casi perfectos que te dejan con ganas de más. Ex-Oblivione es un ejercicio de goticismo casi perfecto, la constatación de que Sweet Ermengarde son probablemente uno de los máximos exponentes del género, sin duda en Alemania, a nivel mundial. Lo que han conseguido en este su ¡segundo! disco está al alcance de muy pocos. Si no estuviéramos en marzo casi me atrevería a decir que puede que estemos ante uno de los discos del año. Ah, la preciosa portada y el artwork salen de las manos de Billyphobia