SIXTEENS + LÍNEAS ALBIÉS, 08 de octubre de 2008, La Pequeña Bety, Madrid

Abril de 2007, un servidor se acerca al Nasti a ver a los sixtines de San Francisco y por el camino termina prendado de los malasañeros Líneas Albiés. Sin perder un ápice de su amor/admiración por los de la bahía…

Abril de 2007… octubre de 2008, me perdonen. Warm-Up party del Drop Dead Festival que tendrá lugar unos días después en la decadente Lisboa. De nuevo los de Madrid y los de los USA juntos en un escenario, de nuevo una sala pequeñita pero con sabor añejo, de nuevo una noche extraña de entre semana. El que esto escribe ha hablado mucho a sus amigos (tampoco tiene tantos) del evento; finalmente uno de ellos decide acompañarle a pesar de que los inequívocos arqueos de cejas puedan querer demostrar un cierto porcentaje de incredulidad o de descreimiento. Es día 8, miércoles, y conociendo la sala y su más que natural gusto noctámbulo todo apunta a que la velada se prolongará más de lo deseado, mirando que el jueves es maravillosamente laborable.

Tras unas cervezas bien acompañadas, bajamos las escaleras que conducen al pequeño escenario. Hay poca gente pero bueno, nunca hay demasiada en estos conciertos, esta vez no criticaré tal hecho. Un puestecillo de discos y merchandising a la izquierda, cerca de los servicios, una moza de aspecto soviético dispensa con el mismo entusiasmo material musical que conversación. A la derecha la barra y la sala que va tomando mejor aspecto. Pablo Pómez y Marieta Rabieta toman el escenario (es un decir) y el tercer hombre (enhorabuena de nuevo, Federex) se pone a los controles. Suena bien, suena muy bien.

Poco a poco van desgranando canciones, algunas nuevas y los hits de siempre. Suenan con fuerza, suenan estupendamente (como dije antes), el sonido ha mejorado bastante respecto a las últimas veces. Sin embargo… me falta algo. Decía en la “crítica” al último concierto que cuando hay transmisión, la calidad objetiva del sonido de un concierto quedaba en un segundo plano. En éste, la perfección sonora estuvo más cerca pero eché de menos un poco más de transmisión. Desconozco la razón pero los habituales desgarros, la sempiterna rabia y actitud punk del grupo me llegaron menos. Puede que fuera una simple cuestión personal, no todos los días se está igual ni te llegan las mismas cosas en la misma medida y aquí… estamos hablando de sentimientos y sensaciones, nada demasiado fácil de medir.

Juan maltrata (o bientrata, según se mira, yo creo más en los segundo) su trompeta cuando es necesario. El saxo aparece en menos temas que lo acostumbrado (sólo en Relaxico, si no me falla la memoria) y los adminículos percusivos habituales también. En fin, menos envoltorio, selección de canciones más desnudas. Y en esa desnudez los cuatro albiesos se manejan como peces en el agua. Double Captain Sensitive, 1969 (más alargada que nunca, tan punk como siempre), It’s fucking USA (a los americanos también les gusta)… hacen botar a todo el mundo incluidos nosotros. Muy divertido, como de costumbre. Marieta sube y baja del escenario, involucra al público asistente. O lo intenta. Y se desgañita. Bien por ellos.

Va acercándose el final, gritos tímidos que piden más, pero no hay tiempo, no hay tiempo. Cual conejos de Alicia, los albiesos dejan paso a Sixteens, son casi las doce y siguiendo con las analogías con cuentos infantiles, se produce una desbandada general que no termino de entender: ni vi carrozas convertirse en calabazas, ni nadie se olvidó de sus zapatos de piel de cabritilla (el cristal es un invento de Disney producto de una mala traducción, si es que dónde esté el inglés británico…), ni nada de eso, pero dónde antes había unas cincuenta o sesenta personas, de repente había no más de quince.

En estas comienzan a atronar los saturadísimos teclados lo-fi (Kristen cual cruce imposible entre el ibérico Poch y el pálido Curtis daba miedo) de los de San Francisco, Veuve toma la guitarra y comienza un concierto para mi inolvidable. Sí amigos, en abril disfruté como un enano de la demencia y la víscera electrónica de estos enloquecidos americanos pero el día 8 gran parte de ésta fue sustituida por oscuridad puramente afterpunk. Notas que se arrastran, contención, afiladas guitarras, bajos imposibles y la voz entonando dónde lo dejó Siouxsie hace demasiados años. No es lo mismo pero es igual y For Rent dejándome el alma hecha polvo…

Se alternan bajo y guitarra, distorsiones y sonidos electrónicos varios, voces masculinas y femeninas, ora más agudas y melódicas, otrora más graves y “sintéticas”. Se alternan, se suceden, se solapan en un todo que resulta complicadísimo disecar, en una amalgama que sólo responde ante lo “de dentro”. Canciones, canciones, más canciones. Pedazos de lo que los sixtines tenían que decir, trozos (algunos) que se olvidaron en abril y otros que se repetirán en poco tiempo (espero que con la misma energía por el bien del resto de Iberia) allende el Guadiana. Las retinas y los oídos medios son parecidos a ambos lados de la frontera.

Qué más se puede describir, no sé hacer lo propio con el talento, que en el caso que nos ocupa roza bastante cerca la genialidad, tampoco sé hacerlo con las impresiones (en el sentido más purista del término) ni con el disfrute puro. Pero claro, mientras daba vueltas a esta cuestión (un reportero de pro acumula cosillas de estas en la cabeza aún cuando está pasándolo bien en un concierto) va llegando el último tema. Demasiado pronto, siempre es demasiado pronto, el concierto va a terminar, no hay lugar para sorpresas, no queda tiempo de bises ni más improvisaciones, sólo quedan sensaciones vividas, cervezas y más conversación, que por otro lado no es poco.

Y quedan, como no podía ser menos, algunas sabias reflexiones que no reproduciré aquí por ser de cosecha ajena. Queda Reina tritón y sus estupendas fotos (que tampoco están finalmente por aquí). Quedan el inglés oxoniense, los bigotes portugueses, las virtudes de Obama, los efectos nocivos del tabaco, las visualizaciones del Coke-Sex, los discos oídos y por oír, escuchados y por escuchar, los sueldos hispanos de mierda, los “you are scientists”, los pueblos dentro de las ciudades, los “no live to die older”, las rusoirlandesas, los cuerpos de trucha, las gafas tecnocráticas, los bailes flamencos no correspondidos, la seguridad de que a fuerza de repetir “fuck me” retorciéndose en el suelo el que suceda es cuestión de tiempo y de número de parroquianos, los freaks, las tazas de té… no necesariamente en ese orden. Queda todo eso y docenas de tinteros. Quedarán para próximas ocasiones.