SHE PLEASURES HERSELF + DRAB MAJESTY, 12 de mayo de 2017, Sala Fun House, Madrid
Noche de Viernes. Sala Fun House en pleno Chamberí. Las fiestas de San Isidro, casi de fondo en el barrio castizo. Pero un puñado de irreductibles galos siniestros, obviando chotises, chulapos, rosquillas, etc., descartó los planes municipales – numerosísimos este año – y decidió inundar sus sentidos con sonidos alejados del paradigma habitual. All Waves programaba en la calle Palafox dos bandas tremendamente diferentes en todo y a la vez parecidas en la intención: la de satisfacer exigentes paladares de lo oscuro. Los portugueses She Pleasures Herself actuarían primero. Los usamericanos Drab Majesty cerrarían el concierto. Veremos cómo.
She Pleasures Herself, en formato trío con teclado y guitarra de la mano de David Francisco, Nuno Varudo cantando y el otro Nuno del grupo, y el otro Francisco, a la batería electrónica. El bajo, en esta ocasión al menos, iba grabado junto con alguna que otra programación. El pequeño tamaño de la sala y la lateral disposición de la pantalla impidió el uso de los visuales habituales en los conciertos del grupo, algo que a lo mejor ellos echaron de menos, yo no. El único disco (hasta la fecha) de la banda, el estupendo Fetish, me había gustado bastante así que esperaba con cierta impaciencia el desarrollo de esas canciones sobre el escenario.
Vestidos para la ocasión (cueros, plumas, toques de estética fetichista y sadomaso) salieron dispuestos a ganarse a un público que, al parecer, tenían más interés en los de la majestad apagada, que le vamos a hacer. SPH practican una especie de postpunk mezclado con mil cosas que los hace originales a la vez que perfectamente reconocibles. Tienen un puñado de canciones más que destacables por lo que a poco que acompañara el sonido, todo tenía pinta de ir a salir bien.
David Francisco se empeñó en dotar al concierto de garra y fuerza y para ello no escatimó esfuerzos, bailes ni posturas imposibles con la guitarra. Ni con la lengua y el teclado, como atestigua alguna de las fotos que podéis ver en la galería de abajo. Nuno Varudo también se movió lo que le dejó el tamaño del escenario e intentó que la muy filtrada voz expresara en lo posible lo que las letras, bastante trabajadas, cuentan. Nuno Francisco aporreó los parches bastante más hierático que sus compañeros, pero con sentido, garantizando el empaque del sonido final de las canciones. En lo musical repasaron concienzudamente Fetish (sólo se dejaron Touch) y presentaron un nuevo tema, Visions, con el que cerraron y que puedes escuchar/comprar en el bandcamp del grupo.
En resumen, la horita escasa de energía oscura que lanzó el trío desde el escenario, sirvió para dejarnos satisfechos a más de uno y más de dos de los que allí nos congregamos. Y más de tres diría. Es cierto que en ocasiones el sonido (probablemente en parte por la ecualización y la acústica de la sala) resultó algo monótono y confuso; como también es verdad que los de Lisboa lo dieron todo y que, aunque la sombra de los primeros singles de los Sisters Of Mercy es alargada, el grupo tiene bastante enjundia como para emocionar y gustar más allá de ello. Los que tuvimos la fortuna de verlo (gracias All Waves) y escucharlo podemos atestiguarlo.
Y bueno, pues llegó la hora de sus andróginas majestades. Me pareció muy curioso, vaya por delante, el asistir a la transformación de estos dos personajes, como una especie de Ziggys stardusts postmodernos, en directo casi. Probaron sonido y colocaron sus cosicas en el merchan como “personas normales” para acto seguido convertirse en entes (¿del espacio exterior?) con pelo celeste y pasar a ser conocidos como Deb Demure y Mona D. Voz y guitarra el primero, teclados y programaciones el segundo. Drab Majesty son un dúo bastante peculiar. En lo estético y en lo ético; en lo musical y en todo en realidad. Un Apolo de escayola, maquillado, presidía desde atrás el escenario. A la izquierda del público, con un velo de encaje negro tapando parcialmente la peluca azul, Mona. En el centro, Deb, con una larga túnica negra. Ambos con gafas de sol y el papel, serio papel, perfectamente aprendido.
Las canciones se suceden sin demasiado descanso entre ellas. La interpretación fría, quizá como corresponde al sonido del grupo. A mí me recuerdan a algo entre Chameleons y el gótico elegante de The Beauty of Gemina y otros grupos de darkwave similares. En algunos casos con reminiscencias en las atmósferas de unos Cure “desintegrados” y en otros con aires ochenteros de sintetizador. Como sucedía con los portugueses, relativamente originales y frescos pero con reconocibles referencias.
Pese a que tienen disco de este año (el fantástico The Demonstration que salió en el mes de enero) no se limitan a repasar éste sino que van añadiendo aquí y allá algunos temas del anterior (el también estupendo Careless, que en su versión “ampliada” se agotó rápidamente en el puesto de merchandising). Así piezas ya clásicas como The Foyer o Hallow se ensamblan perfectamente con las más modernas 39 by Design o Cold Souls. El dúo continúa con su pose fría y distante, impostada. Me hubiera gustado que ya que crean un personaje y se lo curran tanto, hubieran hecho una interpretación más teatralizada pero no se puede tener todo, imagino.
Si antes decíamos que el sonido era un poco confuso, ahora debemos decir que suena todo mucho mejor. Limpio, cristalino, melancólico y a la vez oscuro. Tal y como debe sonar el dúo. Medios tiempos, atmosféricos, van poco a poco creando una red que te atrapa y te mete en el particular mundo de Deb Demure. El toque justo de distorsión, el toque justo de efecto en la voz, el toque justo de… todo. Precisión quizá pueda ser una palabra que defina el concierto que se marcaron estos dos alienígenas. Cada cosa exactamente en su sitio. Personalmente eché de menos un poco más de energía, un poco más de desparrame, un punto de locura quizá. Pero estaba claro que esa no es la liga de sus oscuras majestades. La suya es la de la elegancia, la delicadeza incluso, el dandismo siniestro, la distinción hedonista y sombría. Eso sí que quedó perfectamente claro. Tan claro que el concierto se hizo cortísimo.
Noche de contrastes. Del desparrame postpunk y protogótico de She Pleasures Herself, probablemente pasado de vueltas en algún momento, a la exquisitez suave y delicada de Drab Majesty, probablemente demasiado fría en algún momento también. Noche de contrastes que tuvo, precisamente en ese contraste uno de sus puntos fuertes. Discordancia que se vio acentuada precisamente al juntar esos dos grupos en un mismo escenario. Bendita discordancia, sin embargo, bendita diferencia que hizo de la noche del viernes algo especial. Noche de contrastes sí, pero también noche de tener la oportunidad de disfrutar de dos bandas diferentes pero en el fondo con características comunes: oscuridad, purismo siniestro, intensidad (si bien cada uno a su modo)… Una noche, otra vez gracias a All Waves, difícilmente olvidable.