RAISON D’ÊTRE: Metamorphyses (Cold Meat Industry 2006)

El muro sónico que crea, y se recrea, en esta oportunidad Peter Andersson termina siendo una tesis sobre el aislamiento, la privación sensorial y la soledad forzada e impenetrable. Ambientalmente oscuro y atmosféricamente inquietante, las seis partes de Metamorphyses están repletas de mal rollo existencial. La amalgama de ¿notas?, sonidos metálicos, con aroma de viento húmedo y helado (como debe ser –nunca he estado en ninguna, pero es la imagen que me viene a la cabeza- el de las criptas o las tumbas), chirridos que aunque lejanos, no por ello son menos perturbadores. Agua que cae lamiendo paredes de piedra con dulzura malévola, cadenas, etc. Un viaje de exploración a lo menos conocido de la profundidad de la mente humana, a lo ignoto, a lo que quizá no debería conocerse nunca. Estamos, amiguitos, ante un trabajo hipnótico, intenso y fuerte aunque tranquilo y etéreo, donde las merecidas pausas entre canción y canción, entre ciclo y ciclo sonoros, se hacen fundamentales, necesarias para el descanso del alma. Metamorphyses es asimismo una acuarela tenebrosa, meditativa, introspectiva, que te transporta, si te dejas, a las más profundas catacumbas, a un universo paralelo, lovecraftiano en cierto modo, tan atractivo como desconcertante, tan “agradable” como peligroso. Si te acercas a ese mundo, probablemente lo disfrutarás pero quedas avisado.