PJ HARVEY: White Chalk (Island 2007)

El hada de la voz aguda está de vuelta. Y lo está para desnudar aún más su alma (bastante desnuda de siempre) acompañándose de una instrumentación cada vez más parca, la mínima imprescindible para ayudar al resplandor de dónde siempre ha brillado: en la corta distancia, en el erizamiento del vello y en la voz y la letra sudada, llorada o desangrada. Un brillo que la emparenta (probablemente sin quererlo de forma consciente) con un amplio espectro de otras hadas: desde la Galás a la Demone, desde la Lunch a la Jarboe, desde la Holliday a la Bruni. Cierto es que Polly Jean es bastante menos oscura (quizá convendría usar otro adjetivo, pero ese me parece suficientemente gráfico) que las primeras aunque igual de desgarrada y su voz tiene menos registros “canónicos”. Cierto es también que su estilo crudo y sensual está ahora de moda a través de engendros inventados como aquello del Dark Cabaret (dudo que se pueda ser cabaretero sin ser, al menos un poco, oscuro como dudo de que se pueda ser oscuro sin amar, al menos un mucho, la decadencia del cabaret). Pero no es menos cierto que lejos de modas y de poses diversas, White Chalk es un pedazo de disco. Da igual en que saco lo metas.