NUN + The Wake, 04 de noviembre de 2022, Sala Nazca, Madrid
“Esto parece una reunión de antiguos alumnos”. Una buena amiga, antigua alumna también, me hizo este comentario al encontrarnos en la Sala Nazca, poco antes de que comenzara el esperadísimo primer y único concierto en tierras patrias (y en Europa desde el 97) de los americanos The Wake. Venían además acompañados de los portugueses NU:N, que aunque lógicamente si se han prodigado más, hacía ya tiempo que no nos visitaban. Tenía razón, la velada, aparte del obvio disfrute de ambos conciertos, tenía un aire de reunión de viejos amigos. Incluso de viejos, solo.
La sala Nazca parecía a priori una buena elección tanto por ubicación como por tamaño y la cuidada producción a cargo de Endemoniada y All Waves, también prometía una noche especial. Lo fue, sin duda. Primero porque NU:N volvieron a demostrar que son una banda más que solvente sobre un escenario. Guitarra, bajo, caja de ritmos y voz profunda. Si haces rock gótico del “de toda la vida” no necesitas más. Siempre y cuando defiendas buenas canciones, claro. Y el trío tiene bastante de estas. El único inconveniente era el necesariamente corto repertorio, pero tanto el buen sonido como la actitud de la banda hicieron de esto un asunto menor.
Repasaron temas de todos sus trabajos, bien repartidas, y añadieron su último single: Resurrection (no Lazarus rising) y una versión “sorpresa” del celebérrimo Romeo’s Distress de Christian Death. Fue precisamente esta versión la más coreada por el público aunque desde el primer minuto de Dark Sand -con la que abrieron- hasta el último segundo de la postrera Carved Silence, no bajaron el pistón en ningún momento. Combinaron el habitual hieratismo escénico de Pedro y Francisco (guitarra y bajo respectivamente) con la hiperexpresividad de un Tarannis que no paró en ningún momento de moverse por el escenario, tirarse al suelo e interactuar con la gente. Un concierto, ya digo, obligatoriamente breve, pero que dejó un muy buen sabor de boca a los presentes. Ojalá no pase mucho tiempo y podamos disfrutar de NU:N con repertorio completo de nuevo.
The Wake salieron dispuestos a darlo todo. Lamentablemente, tras una estupenda Lightning, algo falló en la pedalera de Richard Witherspoon se estropeó y durante unos larguísimos ¿quince minutos? Se temió que fuera el concierto más breve de la banda en su larga historia. Finalmente pudieron arreglar lo que se hubiera roto y los primeros acordes de Harlot hicieron olvidar rápidamente el incidente. A partir de aquí, un generoso repaso de Masked (sonó prácticamente entero, salvo Audrey y Submerged) e incursiones en Nine Ways y, por supuesto Perfumes and Fripperies, su último y más reciente trabajo. Las luces, mucho más omnipresentes que con NU:N, y el humo, abundante en ocasiones pero sin llegar a molestar, crearon una atmósfera adecuada a lo que atronaba por los altavoces de la sala. Es cierto, que en alguna ocasión el sonido se embarullaba un poco, pero en general, sonó todo más que decentemente.
Es “fácil” dar un buen espectáculo si cuentas entre tu repertorio con maravillas como SIdeshow, Silent Siren o Nazarene, pero tanto estas como el resto de piezas (Break Me Not, Marry Me, Sheet Metal Eyes o, claro Christine) estuvieron a la altura de las enormes expectativas creadas. Esas expectativas que, por qué no decirlo, eran uno de mis mayores miedos, son muchos años queriendo ver en directo a uno de los iconos noventeros del Gothic Rock más canónico y era relativamente sencillo que no hubiesen cumplido esas mismas esperanzas. No fue así. Los contundentes bajos de James Tramel, las acertadas baquetas de Daniel C y la presencia escénica y la voz de Troy Payne hicieron que lo que se esperaba una noche memorable finalmente lo fuera.
Los bises, acortados por necesidades de la sala (lastrados por el problema técnico del principio) se quedaron en una magnifica Sixteen Days (la conocida versión de Modern English) y una Procession final que nos dejó con la mezcla de las ganas de que durara más y la satisfacción de quien por fin ha podido cumplir un sueño. Un reunión de antiguos alumnos que se prolongó después en una post party a la que ya no pude quedarme pero que me han referido como también más que destacable.
Solo me queda agradecer a Endemoniada y a All Waves por el esfuerzo que sé que supone organizar algo de este tipo, acrecentado por el hecho de que finalmente haya sido el único bolo en Europa de la banda y, por supuesto, a los miembros de ambos grupos, simpatiquísimos y cercanos como pocos. Larga vida al Goth’N’Roll. Larga vida a The Wake y a NU:N. Y larga vida a todos esos viejos amigos a los que, espero, volveré a cruzarme en unos pocos meses.