NEW MODEL ARMY + DEMANDER + NAUGHTY ZOMBIES, 26 de octubre de 2007, Sala Caracol, Madrid

La noche del veintiséis no empezaba demasiado bien. Tras la (anunciada) noticia de que finalmente los americanos Demander no iban a actuar junto a Naughty Zombies y New Model Army, el funesto tráfico y la casi imposibilidad de encontrar aparcamiento retrasaron la llegada de éste que escribe a la madrileña sala Caracol. Con esos problemas (logísticos sin duda, evitables con trasporte público, pero claro, sería así si este último fuera de fiar y no supusiera un par de horas de regalo si la vuelta se produce algo tarde, experiencia que no recomiendo a nadie y que uno no está demasiado dispuesto a repetir, al menos sin razones de más peso que el complicado aparcamiento), prácticamente me perdí la actuación entera de los cañís Naughty Zombies. Bien, de tres grupos veré a uno. Fantástica la expectativa, así a priori.

Naughty Zombies

Lo poco que vi me reafirmó en lo que pensaba de la banda: lo dan todo en directo (es su medio natural, son animales escénicos, oyéndolos solo en disco ni te puedes hacer una idea ni sería ésta ni medio justa) y aunque su sonido no sea demasiado original y en absoluto se pueda calificar de virtuosísimo su manejo instrumental, no es difícil abstraerse de ello y dejarse llevar por las ganas de disfrutar que salpican desde el escenario y que te mueven quieras o no.

Naughty Zombies on fire!

Mención aparte merece la actuación de Yasmin (Dirty Princess), desnudo cuasi-integral incluido (una mallita de red la “cubría”, de ahí el cuasi). Me parece bien como espectáculo pero no le veo demasiado sentido combinado con la imagen-sonido del grupo. No creo que haya que pensar en maniobras publicitarias porque tampoco creo que les ayudara mucho la idea, pero no termino de entender la razón, algún día alguien me la explicará, supongo. De todos modos, no quiero criticar al grupo por ello: lo que me importa es como suenan y como se vacían en escena, lo demás es menor y secundario. Mucho menor y mucho más secundario.

NMA y la luz

Deberían empezar a tocar Demander (ya hemos dicho que no tocaron) pero el escenario queda tapado por cortinas traslucidas y el tiempo, el reloj es solo su siervo, sigue corriendo. Un buen rato después empieza a atronar la intro de Wired, eso sí, alargada hasta sonar durante un buen rato. Y unos NMA bastante envejecidos (aunque hayan remozado la formación) respecto de la anterior vez que les vimos – lejos queda aquel concierto en la sala Revólver, el tiempo pasa para todos y normalmente no cura nada. Curiosamente me da la sensación de que el público, si no era el mismo, por edad y maneras bien pudiera haberlo sido: de nuevo nos concentramos allí todos los vejestorios, lo más anciano del panorama sini actual, los más oscuros de cada geriátrico, dicho sea con todo el cariño del que se reconoce en cada achaque – saludan al respetable y dan comienzo al recital.

New Model Army

Justin Sullivan, cantanteVan poco a poco desfilando, mezcladas, casi todas las canciones míticas (siempre, siempre, en cualquier grupo con “trayectoria” se echan de menos muchas y este caso no es excepción) con el repaso casi completo a ese High cuya evolución directa, lejos del plástico, reclamábamos. Aquí estaban Get Me Out, The Hunt, 51st State, Vagabonds (muy curiosa y menos genial, sin violines, sustituidos por la guitarra en agudo, agudísimo), Purity (en este caso los violines se tornan teclados, se echó de menos al bueno de Ed-Alleyne Johnson, menudo intérprete éste, aún se me ponen los pelos de punta cuando recuerdo la actuación que los teloneó en el Revólver), Here Comes The War, 225 o Stupid Questions (como todas las anteriores, más viva que nunca) combinadas con High, Breathing (de lo mejor de High), la mencionada Wired, One Of The Chosen , Rivers o Bloodsports (sabor añejo en una canción moderna, claro que sí), armonizadas con la sapiencia que dan los años, la experiencia y el saber o casi adivinar lo que tu público quiere, lo que no le apetece y lo que en ningún caso sería perdonado. Eso está reservado solo para los grupos que llevan tocando toda la vida o para aquellos bendecidos por una cierta genialidad que los hace especiales y un poquito precognitivos. Desde luego esta gente cumple ambas cosas.

Justin Sullivan de combatePoco a poco cada nota, cada letra, cada acorde van haciéndote olvidar los años y te limitas a dejarte hacer tanto por las luces como por el sonido, tanto por los gestos y expresiones faciales de Mr. Sullivan como por la aspereza panfletaria y combativa (tantas veces criticada por el que escribe y a la vez tan necesaria en ocasiones). La emoción aumenta paralela al devenir del repertorio y cada nuevo himno te lleva más lejos. Junto con las citadas antes también resplandece algún recuerdo (de lo más destacable de ambos cedeses) de Eight o Carnival, pero son los menos. Al recuperar el repertorio de toda la vida, esos temas que parece que llevas oyendo no quince años sino desde siempre, los empujones de los cuatro imbéciles que se empeñan en acudir a cada concierto te comienzan a dar igual y gritas y levantas los brazos y te meces o bailas o no sé qué. Llegan los bises (muy pedidos, solicitados, exigidos) y continúan los “hits” y la gente grita títulos olvidados en el repertorio y Justin dice que son demasiadas canciones y tiene razón, vaya si la tiene.

Justin Sullivan y una de sus guitarras

El concierto termina, llega el momento de preguntas y comentarios: “¿Qué te ha parecido?” “Me ha gustado, pero les he visto flojos, como faltos de fuerza” “¿Tú crees? Yo les he visto bien, un poco mayores, pero bien. Han tocado además un montón de canciones antiguas.” “Sí, eso sí. Pero me han parecido un poco como desganados.” Y a mí no me lo pareció. Si comparo los dos conciertos que he visto de los ingleses estos es cierto que me gustó más el otro. Probablemente no fuera mejor ni peor, probablemente sólo sea que los discos que repasaron en aquel momento me gustan más que los últimos. Probablemente además yo era más joven (o menos viejo, según se mire) y más impresionable, había visto menos conciertos y menos de todo. Pero el del día veintiséis me parece que estuvo muy bien. ¿Faltaron canciones? Siempre. ¿Fue demasiado corto? Cualquier concierto (si te gusta el grupo) que dure menos de diez horas (y aún así) va a ser demasiado corto. ¿Sobró/Faltó energía, transmisión o algo de esto? No me lo pareció. Me lo pasé muy bien, ciertamente, y el epílogo a base de protoindoeuropeo con cerveza también contribuyó…

Y al final