LAGARTIJA NICK + THE RIPPERS, 18 de enero de 2013, Sala El Sol, Madrid

Dichosos 90’s. El Sol celebrando con ese juego de palabras una década irrepetible. Explícome: soy de una generación que siempre ha soportado el “estigma” de ser demasiado joven como para haber vivido la explosión de los ochenta en carne propia (más allá de la nostalgia). Una generación, la nacida a principios de la década de los setenta, que por mucho que busque sus referencias en el punk y afterpunk de esos ingenuos y oscuros años entre decenios, será a finales de los del ocho y primeros de los del rótulo que citaba, cuando verdaderamente “nazcamos” a la música. De forma consciente y madura (bueno, más o menos).

Revisando el cartel de conciertos programados en el ciclo, están la mayoría de los grupos que se hicieron grandes en el rock de esos años en España y alguno de fuera. Cooper, Hermanos Dalton, Sex Museum, Automatics, Bummer, Doctor Explosión, Fleshtones… algunos aún en activo y otros reunidos de nuevo para la ocasión. Interesantes propuestas todas, para mi gusto personal el elegido debe ser el del día dieciocho: Lagartija Nick. Acompañados en esta ocasión por los catalanes The Rippers, de los que me han hablado bien pero que todavía no conozco. Todo el papel vendido, me dicen antes de entrar (Sold Out de esos), como en casi todo el ciclo. El Sol repleto, hace tiempo que no lo veo así y me alegro un montón, vaya que sí.

Lagartija Nick rescatando el recientemente reeditado Hipnosis, con formación original e invitados prometidos. Siempre es un inmenso placer disfrutar de un concierto de los granadinos, pero si encima recuperan un disco tan redondo y esencial como el dicho… Pero antes tocaban The Rippers. Se supone que el objetivo de una banda cuando abre un concierto es doble: calentar al personal (que no nos engañemos, habitualmente ha acudido a la llamada del “grupo principal”) suele ser el propósito de sala y organizador; aprovechar el público asistente para llegar a más o distinta gente de lo que sueles, es normalmente la intención del grupo. Veamos.

Los primeros guitarrazos dejan claro por dónde van los tiros, no hay concesiones. Voz y gesto que recuerdan un poco al ínclito Brian Jonson y un chorro musical que desmiente lo anterior. No sabría como definir los lacerantes riffs, los bajos tan tremendistas como tremendos, la batería echando humo… Punk encolerizado, rock duro, hardcore, punk-rock, etiquetas que por sí solas (como toda buena etiqueta musical) no define nada. Energía pura, cada canción es un trallazo. A mí, lamentablemente, no terminaron de convencerme, por nada achacable al grupo, eso sí. Y ¿por qué lamentablemente? Pues porque objetivamente lo hicieron más que bien, consiguieron, de hecho, cumplir de sobra los dos objetivos antes citados: Llegaron generosamente a la mayor parte del público, que me atrevería a decir que en general tampoco los conocía, consiguiendo subir la temperatura de un local que, lleno hasta arriba vibró bien a gusto.

Dejando aparte el tema del gusto personal de cada cual, la única pega que le puedo poner a su actuación -en la que repasaron concienzudamente su reciente Fire Tractaät (sin olvidar trabajos anteriores) con grandes momentos como Lovers’ Whirlwind o Under Frozen Moon– es que no sonó demasiado bien, concretamente la voz quedaba oculta tras un muro de guitarra y distorsión que no permitía apreciar demasiados matices. También es cierto, que es en la apuesta por la energía bruta y enfadada dónde The Rippers tienen su punto y ahí, lo dieron todo. Un muy buen grupo, en definitiva, con una trayectoria amplia e intachable que aunque no están entre mis estilos favoritos hicieron que sea capaz de reconocer tanto su buen hacer como el gran concierto que dieron.

Sin demasiada pausa Juan Codorniú, Miguel Ángel Rodríguez Pareja, Eric Jiménez y Antonio Arias ocupan su sitio en el escenario. Misma posición que la última vez, mismo homenaje a Love & Rockets por parte de Mr. Codorniú y espero que misma sensación cuando todo termine. Pero para eso queda todavía mucho. Estamos empezando. Y lo hacemos con la descarga instrumental de Sonic Crash. Perfecta para calentar oídos y dedos, perfecta para marcar territorio. Perfecta, sin más. Como perfecta empieza Tan Raro, Tan Extraño, Tan difícil. Aquí además de lo anterior empieza a calentarse la voz. Hay quien dice que suena mal. Hay quien dice que no se entiende la letra, que suena todo demasiado “sucio”. No lo sé. Luego habrá tiempo de comentarlo, de discutirlo incluso. Desde mi posición, se escucha perfectamente, se entiende todo bien, se aprecia cada nota. Se distingue como el bajo saturado y la batería inhumana dibujan y las guitarras colorean. Se cantan las letras. Se sigue repasando Hipnosis. Se sigue repasando Ahora.

Ante expresiones como “piensa en mí o piensa tú por mí” sólo caben dos opciones: asentir con la cabeza como diciendo lo muy de acuerdo que estás con esa frase (o con sus hermanas cree, bendice, dispara) o berrear como un poseso la frase. Obviamente casi todos los presentes optamos por la segunda opción, igual de sincera que la primera pero mucho más catártica. No Lo Puedes Ver no ayuda nada. Más bien contribuye a aumentar las sensaciones, multiplicándolas. Suenan los cuatro como si no hubieran dejado de interpretar este repertorio en estos veinte años. Suenan como siempre, que quiere decir que suenan como nunca. Napalm mantiene el tipo pero la primera sorpresa (aunque menos) viene con la homónima Hipnosis. Fino Oyonarte (bajista de Enemigos, hoy en Clovis, productor de Hipnosis en su momento) se sube al escenario y se calza el bajo. Otro por el que parecen no pasar los años. Curiosa la imagen que ofrecen con Antonio cantando “sólo”, sin instrumento en las manos. Juan se gusta tocando, Miguel parece enfadado con su guitarra, como si sufriera. Es solo un rictus, solo una mueca. Es su manera de decir, de arañar la cuerda, extraterrestre. Nadie dice nada pero hay fraseos que lo dicen todo. En días tan extraños como hoy, también.

IMG_9871El Mundo Desaparecido De Los Guantes y La Gran Depresión no bajan el nivel. Gangsterville y Policía Detrás, anécdota incluida, dan paso a una excelsa Algo Cínico. Oscurísima. A mi lado un lugar común: Es un descenso a los infiernos. No sé si tanto, pero con los pelos para colgar cuadros todo parece distinto. Increíble que una canción tan añeja suene tan actual, la letra (como sucede con casi todas las del grupo) podría haber sido escrita ayer. Se siguen viendo Harleys con pegatinas de Greenpeace. Las dos guitarras se retuercen sobre la distorsión del bajo y el martillo de las baquetas. Siempre me ha parecido una canción espiral. Hoy más. Vienen las versiones. Primero la de Syd Barrett, No Man’s Land. En seguida la de los Electric Prunes (I Had Too Much to Dream (Last Night), claro). Y la segunda visita, Miguel Pardo de Sex Museum que aporta todo lo que tiene al sesentero hit. Fundamentalmente elegancia, “rollo”, historia del rock’n’roll. Déjalos Sangrar, Disneyworld y Un Mundo Real. Así, sin más. Se va acabando el repertorio, eso dice el setlist, aunque quedan por tocar algunas de las no pueden ni deben faltar. Terminar con el trallazo de Un Mundo Real (siéndolo igualmente las otras dos) es hacerlo bien arriba.

¿Quién decía que sonaba mal? No para mi gusto. Tal vez la posición influya, como decía antes, me llega sonido tanto de los monitores como de las pantallas. Tal vez el saberme las canciones también. Es cierto que la sala no tiene el sonido más nítido del mundo pero me parece más que suficiente. Y no faltando sudor, está todo dicho. De ese sobra, de hecho. Cualquiera que estuviera podría dar fe de entrega, de “alma” en cada tema. No puede aun con todo, haber acabado ya, todavía no. Efectivamente. Quedan canciones, escritas por la otra cara del set. Quedan las que no pueden faltar y alguna sorpresa. Esa Extraña Inercia (Anfetamina), impresionante. Úsame, sin palabras. Mi Chofer Psicodélico, me encanta. Y Ana Curra sube al escenario. Nuevo Harlem. La Curra le aporta lo habitual, energía, entraña… Nueva sorpresa: Nacidos Para Dominar. Me esperaba Nuevo Harlem, pero no la versión paralítica. No desmerece. LNick mantienen el hacer suyas las versiones. Si además les añades la voz y la presencia de una parte tan importante del “homenajeado”, pues bien, muy bien.

Más invitados. La cada vez más Universal (como Dylan), Eva Amaral, borda la canción. Se desgañita dónde debe hacerlo y contribuye poniendo de su parte, para conseguir que suene propia y ajena al mismo tiempo. Es la tercera vez que asisto a la reinterpretación y, para mí, la mejor con diferencia, cada vez más empastada, más ajustada que la anterior. Ahora ya si que está todo escrito. Suena Satélite y sabemos que, ahora sí, es el final. Se queda para otra ocasión La Curva De Las Cosas. Una lástima, aunque no puede ser todo, evidentemente. Ha sido el concierto más largo de todos los que he visto de Lagartija, no puede haber motivos para la queja.

Tras el concierto, un rato de conversación y comentario. Juan Aguirre pinchando (buen gusto). Dichosos 90’s incluyen esa particularidad, concierto y pinchada. Cervezas (Estrella Galicia, no es Mahou Clásica pero está muy buena). Tiempo para conocer gente nueva y saludar a la ya conocida. Tiempo de comprobar que las impresiones particulares son las mismas que las generales. Vamos con las conclusiones. La formación original es LA FORMACIÓN. Sin desmerecer ninguna otra, suenan como nunca. El grado de compenetración de los cuatro hace pensar, reitero, que no han dejado de tocar juntos en estos veinte años. El repertorio de esta época es cojonudo e incluye los hits más hits. Sigo echando de menos Ulterior (y Lagartija Nick y Val del Omar y…) pero cuando escucho Algo Cínico, Úsame, No Lo Puedes Ver, Hipnosis o Mi Chofer Psicodélico se me olvida. O casi. La sensación final es la de costumbre: ojalá falte poco para la próxima vez.