LAGARTIJA NICK, Día de la música, 21 de junio de 2007, Gasteszena Egia, San Sebastián
La noche se planteaba diferente: concierto de Lagartija Nick en un centro cultural (aunque no estaría seguramente en la lista de los diez locales que más rock programan en la ciudad, garantizaba un escenario en condiciones y un sonido al menos decente), tras suspender el previsto bolo de Bilbao de ese día por razones que ignoro. El lugar escogido era el Gazteszena Egia con la “excusa” del Día de la Música y el patrocinio de los de la cerveza de la botella verde. La ciudad, San Sebastián, muy poco conocida por mí pero que se me antojaba un marco perfecto para lo que fuera.
Unas doscientas personas, decena arriba o abajo, esperaban con mayor o menor paciencia y una cerveza en la mano a que comenzara el espectáculo. Los granadinos no se hicieron de rogar y la intro habitual de esta gira (creo que es la que inicia en el disco “Anoche Soñé Demasiado”) empezó a sonar por el local, con todo el público a unos cinco metros del escenario, como si hubiera una imaginaria valla que les impidiera acercarse más o como si estuviéramos en Alemania. También es cierto que sobraba local por todas partes (el aforo era de setecientas personas) pero esperaba un poco más de “calor”, algo más de acercamiento, por parte de la gente aunque luego gritar y bailar sí que lo hicieron. Supongo que hay diferentes maneras de disfrutar de un concierto y ninguna es a priori ni mala ni buena.
Tras salir la banda al completo al escenario y saludar el señor Arias al respetable, comenzaron a sucederse, trallazos casi sin pausa como ya sucediera en el concierto de la madrileña El Sol (y con exactamente el mismo repertorio), la retahíla de temas de esta gira. Las notas se superponen y las palabras llegan nítidas, creando un sinfín de emociones. Así comienza «Estratosfera» y su declaración, su extraño ritmo interno, su con ojos de hielo ven las llamas… empieza arriba, donde termina; tras este viaje a la altura, desciendo, apeteciendo transparencia con «Contar Lo Que No Puedo Contar» y noto que me cuesta reconocer que tras esa bala está tu coronel. «No Lo Puedes Ver» «No Lo Puedes Ver» «No Lo Puedes Ver» «No Lo Puedes Ver» resuena sin cesar. Y se retuerce. Llega muy fuerte, más potente aún que en la versión, ya antigua, del Hipnosis. Parece mentira que hayan pasado casi diecisiete años.
Va subiendo la temperatura sin llegar a alcanzar “Fahrenheit 451”, todavía, todo llegará, incluso la temperatura de creación. «2010», es más lo que quiere ver que lo que quiere saber, a mí también me pasa, quiero sentir más que comprender. Es verdad, además, que «Anoche Soñé Demasiado», aunque mi centro vine a encontrar me queda lejos, muy lejos. Tan lejos como esas «20 Versiones», y su nos vemos por dentro; creo y quiero pensar que será así, ojalá, sería un bonito final. Más lejos aún esta ese otro “Cosmos”, estoy muy lejos y creen que estoy vivo, no sé si se equivocan pero tengo claro aquello de y si no mata no es Dios. Al fin y al cabo es «El Signo De Los Tiempos», de estos tiempos, de los del «Resplandor» cada vez más tenue y si no fuera por amor, tus ojos no verían.
Claro que, no hay duda, todo es fluencia es tránsito, puedo sentir sus «Ondas De Fluencia». Me empujan hacia la anfetamina, “Esa Extraña Inercia”, tan invisible como transparente. Una inercia que contrasta con la caricia de un lento «Énfasis», y éste provoca el deseo: ojalá te ayude a respirar y arder. Cambia el tiempo, no la sensación y me deslizo por «La Curva De Las Cosas», temo que se acerque el final y obedezco el mantra: entra en mi espiral. Las sensaciones, los sentimientos van haciendo capas, una tras otra, superponiéndose, preparando la emoción, congelando el momento, provocando algo tan libre como la imaginación. «Carmen Celeste», me trastorna muy profundamente; hago mías sus palabras (coincidencia de experiencias será).
El «Nuevo Harlem», el nuevo Bangladesh, el equilibrio psicológico anunciado en televisión, golpea dónde siempre lo hizo, desde el principio de los tiempos, “Lo Imprevisto», o no tanto, es claro que bajo el cielo solo hay signos, solo ellos lo explican todo. Llegamos a otro recuerdo añejo, el «Satélite» así que el viejo vuelve a sonreír. Sarcástico y cínico, socarrón también, pide: dame algo al fin que sea real. Qué mejor que «Sólo Amnesia», qué hay más real, más cierto que un lugar donde el vértigo confunde paranoia y gloria. Nada, desde luego. Y de repente una explosión, la última deflagración sonora, todo va a terminar en «Hipnosis»: nadie dice nada en días tan extraños como hoy. Nadie dice nada porque se han quedado sin palabras, como tú y como yo. No hay más.
Bueno, sí hay más. Hay la constatación de que la canciones elegidas, convenientemente adaptadas a la actualidad, como esos anillos en un árbol que se echaron de menos, suenan tan bien como entonces, tan de ahora como siempre. Hay la certidumbre, sin conocer razones, de que existen muchos mundos más allá de lo Ulterior, a pesar de que en ese se puedan localizar grandes momentos (¿tal vez no haya sitio para todos?). Hay la seguridad de que el excelente sonido de la sala no habría sido nada sin la energía desplegada en cada acorde. Hay la constancia de que los años pasan para casi todos menos para ellos. Hay la certeza de que los conciertos de Lagartija Nick son, hoy por hoy, unos de los mejores espectáculos sonoros que se puedan disfrutar. Y hay muchas ganas de volver a verlos.