LA LUNA EN BOTELLA

CartelPues resulta que en nunca antes en laletracapital habíamos hablado de cine, de algunas de las otras artes, con mayor o menor profusión, también con mayor o menor fortuna, sí lo habíamos hecho. Resulta que el viernes dieciséis de noviembre se estrena en España (en el extranjero desconozco si lo hará aunque en el fondo de mi ser espero que sí) la última obra de Grojo (hasta ahora le conocíamos por su faceta de músico y director de cortometrajes, que también son cine pero más corto, más pequeño, cinito casi). Resulta que además es esta su primera peli y, para terminar con los resultas, resulta que tuvimos la ocasión (gracias Grojo) de asistir al preestreno.

La obra se llama “La luna en botella” y trata de… no sé de lo que trata, exactamente. Tiene la extraña (por poco frecuente, al menos en una película) virtud de, argumentalmente, hablar de diferentes cosas (los grandes temas, en el fondo, tienen estos detalles). Esa variedad de interpretaciones dependen en gran medida de quién la vea e incluso, si me apuran, del momento en el que la vea. Para algunos de los que allí nos congregamos es una película que habla de utopías, de luchas y de conquistas. Para otros, lo que vieron fue una historia de amor. Para unos pocos, seguramente, se trata de esperanzas y desesperanzas. Habrá quien la viera y le parezca que es un filme que celebra la alegría de estar vivo… y es que me atrevería a afirmar (esto, todo, es una opinión y un parecer puramente personales, ni soy crítico de cine – ni de nada-, ni sabría como serlo, ni demasiadas ganas tengo de ello) que “La luna en botella” es todo eso y mucho más. Son varias historias que se cruzan, se entrecruzan, con personajes que crecen, otros que menguan a ojos vista. Son varias historias con pocos, muy pocos, nexos comunes (al menos en la superficie) pero que en el fondo son solo una historia, con un claro principio y un menos claro final: el que quiera leer, ver y paladear el espectador.

Rodaje

“La luna en botella” dicen que es una obra coral y es cierto, no hay un claro protagonista, al menos entre el elenco de actores (magníficos todos, ni un solo gesto vi, ni un segundo, ni una línea de texto que no me pareciera naturalmente bien interpretada) y es que me parece a mí que el verdadero protagonista es la soga a la que en todo momento se aferran los personajes, la que va sirviendo para atar cada cabo… en fin, supongo que será una película coral. Digo esto porque hay dos personajes más que son también protagonistas absolutos y que no aparecen en los créditos entre los demás actores. Les hablo, amigos, de la música y la “estética” (lo entrecomillo porque no me refiero a un tipo de fotografía, ni a un filtro determinado, ni a nada de eso; me refiero a algo difícilmente definible, impalpable, que rezuma por todo el metraje de principio a fin). La música, magnífica, dota de un ambiente entre circense y cabaretero, entre lo festivo y lo decadente, todo el filme, le da una entidad que probablemente no tendría con otro tipo de música (nada en la película está dejado al azar, cada letra del guión, cada micra de celuloide tiene un porqué, una razón, una intención). La estética, remite inmediatamente al cine de Jeunet y Caro pero luego se bifurca esta sensación, se ramifica y alcanza pinceladas fellinianas y de otros muchos cineastas (todos personales, todos especiales, tanto como el que nos ocupa). Tampoco esta luna estaría igual de creciente (casi llena) con otro tipo de imagen, con otro ornamento.

Zeta y Alicia

No voy a entrar en detalles técnicos ni en fichas de actores/personajes, etc. puesto que podéis encontrar esta información en la página web oficial. Lo que si voy a hacer es recomendar a todo el mundo mundial que vaya al cine a verla, si quieren pasar un par de horas buenas, si les gusta disfrutar de algo que no sea lo de siempre, si les gusta el cine, vamos. Y si no, también.

Fundamental la música

Fotos extraídas del álbum web