KILL YOUR BOYFRIEND: Killadelica (Shyrec/Sister9/Little Cloud Records 2020)

Killadelica es el tercer LP de Kill Your Boyfriend, un dúo italiano que llevan desde 2011 demostrando su buen hacer en esto del ruidismo zapatero oscuro y distorsionado. No sólo en los USA se puede hacer buena “mierda” sonora. Cercanos en ocasiones a unos The Jesus & Mary Chain menos obsesionados por las melodías vocales o a los primeros A Place to Bury Strangers, con menos alucinógenos en sangre. Otras veces se dejan llevar más por el postpunk furioso e incluso por esa corriente que en los 90/00 abanderaron gente como Sonic Youth y que tanto bebía en fondo y forma de los prototodo Suicide. Tras dos LPs y un puñado de singles y EPs, este Killadelica es (hasta la fecha) la culminación de todo ese caos sonoro y maravilloso que se conoce que puebla las cabecitas de estos dos signores. Matteo Scarpa y Antonio Angeli manejan con inusitada habilidad guitarras y bajos cargados de distorsión, teclados ambientales y ritmos tremebundos, acariciando todo el conjunto con una de esas voces filtradísimas y penetrantes. Marca del estilo.

Killadelica recupera 11 historias de asesinas en serie, cada tema recibe el nombre de una de ellas y, sinceramente, cuesta horrores destacar unas sobre otras. Desde la magnífica introducción que es Anula, al perfecto cierre de Kathy, nos vamos encontrando con ritmos machacones, distorsión, ruido bien entendido, melodías oscuras y difusas… Una amalgama más que interesante, de principio a fin. Un sonido que apabulla y llena todo, una asfixiante y claustrofóbica explosión de buen gusto. La dicha Anula con su etérea cacofonía y oscuridad ruidosa abre el CD. Jean es una pieza tremenda, con un vídeo sugestivo y evocador. Natasha explora otros terrenos menos transitados por el dúo, pero igual de eficaces. Reverb a saco y factura cuasi electrónica, aire fresco en cada nota. Nancy, como sucede con todas las canciones en uno u otro modo, es como un estrobo disparado directamente a tu corteza cerebral que termina clavando cientos de agujitas mezclando dolor y placer. Más placer, ciertamente. Agave consigue sin aparente dificultad lo que llevan persiguiendo gente como The Soft Moon desde los albores de la década anterior: sonar modernos sin parecer artys. Hacer algo lleno de influencias sin resultar cansino, refrescar un panorama que lleva mirándose al ombligo más tiempo del que se miraron los zapatos. Aunque a mi juicio le sobra un minuto para ser perfecta.

Belle se inicia con un teclado pausado y bello, casi minimalista, mientras poco a poco la distorsión y la voz reverberante van ganando peso. Onírica y sensual termina por explotar en un final de nuevo tremebundo. Un final que hace muy presentes a los Reid, pero que les da una vuelta actualizándolos. Marie es, a mi modo de ver, uno de los temas menos interesantes del disco. Dentro de un nivel muy alto, eso sí. Pero no es de las que me ponga en bucle como si sucede con alguna de las otras. Porque en conjunto, como supondrás si has llegado aquí, Killadelica me parece un maravilloso trabajo. Y si a estas alturas quedara alguna duda, Elizabeth las despejaría todas. De nuevo la omnipresente distorsión, el ritmo marcado y la voz repleta de eco, componen una canción collage de emociones musicales disparado directamente a dónde debe. De nuevo la sombra de APtBS es alargada, pero queda un tanto diluida en el marasmo de sensaciones provocadas. Máximo volumen, luz estroboscópica y a disfrutar. Como se disfruta también la deliciosamente repetitiva y casi tribal Eve. Voces que recuerda al principio, de los más de seis minutos que dura, un poco a las canciones más inspiradas de Love and Rockets, pero recubiertas de una pátina oxidada y polvorienta, cortante y peligrosa. Aileen mantiene el peligro y el estilo. Oscura y afilada, ésta sí es de las de escuchar en bucle. Psychocandy en esencia, pero siglo XXI. Signifique eso lo que signifique, que se quedan cortas las palabras. Decía antes que Kathy cierra el disco y lo hace de un modo contenido, casi introspectivo. Es creo un tema menos expansivo que el resto, pero rezuma el mismo fango y la misma mala baba que transmite todo el CD. Esto está lejos de las Murder Ballads y la maldad casi casi se palpa en todos los cortes. Quizá está Kathy sea la más representativa de esto: aquí no hay caramelos con o sin veneno, a poquito que los chupas se notan las cuchillas que hay debajo del envoltorio.

Recomendar Killadelica a estas alturas me parece una tremenda obviedad. Me ha parecido (espero que así se haya entendido en las setecientas cincuenta y nueve palabras anteriores) de lo mejorcito que se ha publicado en este género, no ya en 2020, sino de siempre. Un estupendo puñetazo en el estómago, quizá no apto para mentes sensibles pero sí para las retorcidas. Como tú. Como yo, supongo. Un puñetazo, ya digo.