HANTE + FASENUOVA, 14 de octubre de 2017, Sala RockOla, Madrid
El pasado 14 de octubre de All Waves programó en Madrid, concretamente en la sala Rock Ola, una arriesgada apuesta electrónica. Arriesgada no por la calidad (indudable) de lo ofrecido, sino por la fecha (en medio de un puente) y por la cierta saturación de conciertos que vivimos en Madrid últimamente dirigidos a la parroquia “oscura”. Bendita saturación -pese a que se podrían repartir durante todo el año-, pero bueno, sé que es dificilísimo programar teniendo en cuenta todos los factores, precisamente por la cantidad de variables a manejar: giras de los grupos, disponibilidad de las salas, etc. La apuesta era traer dos estilos de electrónica bastante dispares de la mano de Hante y de Fasenuova. Y, creo, la apuesta salió bien. Bien de público, bien de sonido, bien de sala… De los conciertos en sí hablamos ahora (que también salieron bien, no os asustéis).
Abrieron Hante. Bueno, abrió, pues Hante es el proyecto unipersonal de Hélène de Thoury (Ex Phosphor, Ex Minuit Machine…). Hélène y sus cacharritos. Hélène y su manera de entender la música electrónica: melancolía, belleza, frialdad, oscuridad… Buscando un punto equidistante entre la elegancia de una Anne Clarke moderna y la oscuridad intimista de la coldwave y la darkwave más, de nuevo, elegantes. Y encontrándolo, de hecho. Presentaba la francesa su Between Hope & Danger y la propuesta tenía a priori el inconveniente que tienen las propuestas unipersonales. Más si son electrónicas. Es muy difícil llenar un escenario una persona sola –y eso que el RockOla no es precisamente el Palacio de los deportes, ese al que me niego a llamar Wizink. Por mucha mesa repleta de cables y teclas que te pongas. Pero ahí mademoiselle de Thoury se propuso tirar por tierra el prejuicio. Dinámica, simpática, moviéndose por el escenario cuando las teclas la dejaban, bailando… Consiguió dos cosas importantes y poco habituales en la escena electrónica: que pareciera un concierto en directo (pese a las indispensables bases grabadas, hubo mucho de “tocar” en vivo, no todo estaba enlatado ni mucho menos) y que no dijera mentalmente ni una sola vez, “para esto lo escucho en disco”.
Y claro, si sumamos lo anterior al hecho de que la señorita tiene una colección de temazos increíbles absolutamente incontestable, el resultado fue estupendo. Seguramente me quedo corto, pocas veces un concierto de este tipo me ha llegado tanto. En el caso de Hante, la relación entre la sencillez de una propuesta y su grado de transmisión es altísimo. La voz, perfecta, mezclando según lo requiriese la canción francés e inglés, acostada sobre un maravilloso colchón sonoro que la refuerza y multiplica.
Van cayendo temas como el que da nombre al álbum, Between Hope & Danger, Live to Die Another Day, Le Point de Non-Retour, Empty Space o Eternitè. Pero no solo de este último disco, aunque si fuera el más repasado. También temas tan increíbles como Living In A French Movie, del EP No Hard Feelings o los no menos maravillosos In Cold Water o Infinite Particles of Us (de This Fog That Never Ends). La reverb de la voz (un punto más y habría dado la vuelta) en este caso concreto no molesta nada y a estas alturas además, la atmósfera creada se ha llevado por delante casi cualquier juicio de valor. Terminar bailando junto con todo el mundo (One More Dance) para cerrar el concierto hizo que la única pega real que pueda poner es que se me hizo corto. Y eso siempre es bueno.
Quedaban Fasenuova, a los que reconozco que acudía un poco virgen. Había escuchado Aullidos Metálicos (su último disco), pero no tenía ni idea de qué me iba a encontrar. Si antes decía de Hante que el estilo de electrónica que practicaba Hélène de Thoury andaba entre la darkwave melancólica y la coldwave elegante (malditas etiquetas, rediós), lo de Fasenuova se parece (si es que se parece a algo) a unos Aviador Dro obligados a escuchar Throbbing Gristle durante seis meses. Ruidismo rítmico con corazón de tecnopop. O algo así. Van mezclando piezas de este último disco (Bailas Perfectamente, Hell Angel, Carretera Fluorescente) con otras más añejas como Vamos a Bailar a la Noche o A La Quinta Hoguera, por poner dos ejemplos. Roberto se mueve, relativamente, concentradísimo en un sinfín de botoncitos, teclas, ganancias, etc. mientras Ernesto (que también participa de la orgía de cables pero mucho más liberado) salta, grita, aúlla, baila, susurra y da vueltas como un derviche enloquecido que en vez de sufí fuera de la religión de John Balance. De vez en cuando se acerca a su compañero como retándolo o invitándolo a acompañarle en su danza delirante y frenética. Pero no. Micro en mano, salta entre el público o se retuerce por el escenario, terminando de borrar todo el rastro de melancolía y atmósfera gélida que pudiera quedar tras la actuación anterior.
Realmente me alegro un montón de haber acudido al evento sin los deberes hechos, sin saber que me iba a encontrar. La sorpresa, mayúscula, ha estado perdurando en mis retinas durante una semana, acompañando la nostalgia sonora, claro. Y es que los asturianos dieron un conciertazo. También, sí. Impresionante. Con la dosis (y el volumen) de ruido justa, con la cantidad de melodía (escasa pero perfectamente “colocada”) necesaria para no cargarse el conjunto. Con el ritual casi hipnótico que supone el despliegue de Ernesto. Con todo, en definitiva, para ser uno de esos bolos que quedan en el recuerdo mucho tiempo. Tal y como pasó con Hante, con la sensación de estar viendo un espectáculo en DIRECTO, por más que sea electrónica, haya bases, etcétera, etcétera.
El público asistente canta y baila sin parar. Se agradece que no haya agobios y, como la comunión es total, los escasos huecos que quedan no “enfrían” el ambiente. De nuevo suena todo bien, muy bien y lo único mejorable sería el juego de luces rácano de la sala: se echa de menos algo más “personalizado” y trabajado. Además de abundante. No es que esté exactamente oscuro, pero decididamente con mejores y más luces, creo que habría ganado todo bastante. ¿Y la organización? Pues perfecta, como de costumbre. Con All Waves sabes que no van a haber pegas por ese lado.
Por ir concluyendo, en resumen, un doble concierto inolvidable. Cada uno en su estilo, bastante dispares son pese a basarse ambos proyectos en el mismo tipo de instrumentación, cada uno maravilloso.
Setlist Hante
01 Le Point de Non Retour
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Setlist Fasenuova
01 Yaw, Pitch And Roll |