GRINDERMAN: Grinderman (Mute 2007)

Bueno, ¿qué decir de este engendro parido por el señor Cueva y sus bastardos amigos (ahora barbados sureños de aspecto) de las malas semillas? ¿Qué decir que no se haya dicho ya (ríos de tinta se han vertido por diferentes razones)? Puedes leer en muchos medios, tanto “populares” como “alternativos” que es una vuelta al ruedo de The Birthday Party, que se acabó la calma y que ha regresado la bestia, que suena todo más sucio y retorcido que nunca… en fin, millares de cosas y millares de opiniones, algunas más acertadas que otras. Ante todo eso, una opinión más… Es cierto que en este disco predomina el rock más bluesero (con el añadido guarro y retorcido de su cabeza pensante, claro está) pero no se parece tanto a los de la Fiesta de Cumpleaños, ahí disiento bastante de la opinión más extendida, la de la vuelta al origen. Joder, estamos en el siglo XXI y algo se tenía que notar. En Grinderman se mezcla ese sentimiento (sí, el primigenio, el de los primeros años) con todo el bagaje adquirido en este tiempo (el cantar pausado, el sonar la voz extrañamente negroide, curiosamente crooner). A las desquiciadas guitarras, los enfermizos bajos y las venenosas (y violentas) baterías se le han sumado efectos mil, distorsiones ciento y decenas de loops electrónicos que revisten el sonido general de un halo originalísimo. Por otro lado, hay montones de momentos (como no deja de ser lógico) en los que no hay tanta diferencia con los últimos discos de Nicolás y sus secuaces, aunque bien es cierto que se trata de las canciones más rápidas, más rockeras, de estos últimos. En Grinderman no hay medios tiempos, no hay lugar para pianos, exquisitos o no, sólo queda sitio para la víscera, para la rabia, para lo inmediato. De este modo terminan por facturar un tremendo ejercicio de rock, oscuro cuando ha de serlo, sucio cuando toca y rozando lo genial siempre. Benditos sean por ello.