FAITH AND THE MUSE, 22 de septiembre de 2007, Sala Y’Asta, Madrid

 

22 de septiembre por la noche. Una lluvia fina pinta de gris la noche madrileña, la escogida para la Noche en Blanco del bienamado ayuntamiento capitalino. Es probablemente una de las noches más incómodas para asistir a cualquier evento: transporte público hasta los topes y francamente insuficiente, coches peleándose por intentar aparcar (vano intento), la calle llena de gente haciendo fotos absurdas a monumentos absurdos, los bares hasta arriba…

22 de septiembre por la noche, veintitrés horas para ser exactos. Es también la noche y la hora elegidas para el concierto madrileño de los californianos Faith & The Muse en la sala Y’Asta (más vital que nunca dado el buen hacer de la gente de De Profundis a los que todos deberíamos agradecerles más el esfuerzo y la intención, son muchos buenos ratos y muchos buenos conciertos). La actuación, al igual que la de Barcelona, están dentro de la gira europea “Ars Terra Tour”: set acústico planteado como forma de obtener fondos para el proyecto Ars Terra, una fundación creada por la banda junto con otros artistas de la zona para dar refugio a animales rescatados del proceso productivo y que pretende ser autosuficiente en todos los sentidos, tanto económica como energéticamente.

 

 

Comienza el 23 del mismo mes y aún no ha empezado el concierto. El público se impacienta un poco y se calma después cuando William Faith y Monica Richards salen al escenario, sencillo, casi minimalista, preparado para la ocasión. William con traje, camisa y corbata negras y una altísima crestaza blanca. Monica con uno de sus vestidos recargados de adornos, el pelo rojo habitual y el colgante con la cruz que fue portada en Elyria (muy parecida a la de Caravaca pero que debe

ser otra, supongo). La estética es lo de menos y lo que importa realmente es la música. La música y la actitud, claro. Decía un amigo que él sobre el escenario quería dioses y no personas. No puedo estar de acuerdo, disfruto mucho más cuando los que se suben a cualquier tarima son personas, cada día llevo peor los endiosamientos, más cuanto más absurdos e innecesarios. En este caso, que al fin y al cabo es el que nos ocupa y preocupa, el comportamiento de los dos músicos no pudo ser más cercano: se puede ser genio sin necesitar decirlo a cada momento, con cada mirada o con cada gesto. Como ambos lo son, no necesitan explicitarlo.

La guitarra del señor Faith y la voz de Monica van repasando temas de toda su discografía, salpicando de dedicatorias a unos y a otros y de preguntas al personal para que el que lo desee solicite la canción que le apetece oír. El ambiente es bastante intimista (en la anterior visita a España -segunda edición del festival Arcana Europa, se celebró en el castillo de San Servando de Toledo y también fue acústica- del grupo se echó de menos precisamente eso, que interpretando los temas solo con voz y guitarra quedaban algo fríos por culpa del entorno) y resultan especialmente destacables Heal, Mercyground, The Burning Season o The Silver Circle. Sobre todo durante esta parte del concierto, el ruido de fondo se hace bastante insoportable: suena como si tuvieras centenares de personas charlando detrás. La voz además, está demasiado baja y es muy complicado mantener la concentración, entrar dentro de las canciones como te gustaría, aunque no se le puede poner ningún pero al dúo en sí, se muestran bastante entregados.

M. Richards da un pequeño paso atrás mientras W. Faith rasguea su guitarra y comienza a entonar la preciosa Soul In Isolation (de los Chameleons). La interpretación se convierte en uno de los puntos álgidos del concierto (junto con los temas antes mencionados) y, aunque no puedas oírlo, de algún modo sientes que la lluvia sigue cayendo con fuerza en la calle. Después vendrán, ya al final, otras dos sorpresas (relativas): We Are The One del álbum en solitario de Monica, Infrawarrior y la versión del magnifico Running Up That Hill de Kate Bush, que sonó un poquito desvaído, especialmente en su parte central. Todos queremos más concierto, más sensaciones pero va a tener que ser la próxima vez…

Buena selección de temas, muy buen talante del grupo, en resumen, gran concierto el que tuvimos la oportunidad de disfrutar los que allí nos congregamos (siempre menos de lo que sería lógico, pero eso sí que es el cuento de nunca acabar). Sólo los peros del sonido y de la actitud del público pero que quedan muy por debajo de la sensación general de Acontecimiento vivido con la me quedé al final. Después, alguna cerveza, alguna foto, alguna firma, alguna conversación interesante… Y todo, o casi todo, terminó. Bueno, no todo. Quedaba la vuelta a casa, la pelea por un taxi, la hora intempestiva, el cansancio y algún que otro suceso que terminará siendo anécdota. Y quedaba el buen sabor de boca, claro.