DRONNING MAUD LAND: 65º ESTE, 75º SUR… EL RETORNO

DRONNING MAUD LAND se forman allá por el año 1991 en Alemania y comienzan a trabajar un sonido que, basado en los paisajes helados que evocan su nombre y con los parámetros del gótico clásico, recuerda inmediatamente a bandas como Fields of the Nephilim y otros iconos oscuros del momento. Lo que sucede en este caso es que el grupo no se queda en la mera copia de sus influencias más evidentes, sino que dan una vuelta más de tuerca a ese sentimiento, hasta conseguir sonar de forma original (cosa de la que muchos grupos de guitarras y voz gutural no pueden presumir). Graban una primera maqueta de cuatro temas, «At the Back of Beyond», que pasean por diferentes sellos hasta que deciden firmar por Glasnost. En un principio, la formación la componen los hermanos Schneider (Katja – guitarra – y Carsten – voz -), Freddy – guitarra-, Dirck – bajo -, Stephan – teclados – y Frank Quaserbarth – batería -.
Sería ya en el año 1993 cuando publican su primer disco: «Aphorism». Nueve temas que no dejan a nadie indiferente. El disco se abre con Cry for Happy, donde las guitarras omnipresentes y la gutural voz de Carsten no empañan el sonido helado que recorre toda la canción. Brother Sons Break Their Tribe es otro momento épico del disco. Recuerda a los clásicos pero no copia a éstos. Hollow Eyes es machacona, deliciosamente repetitiva. The Reason’s in The Mirror acelera su ritmo durante los casi seis minutos que dura, a mí me recuerda a los Love Like Blood de sus primeros discos. Trust tiene una fuerza guitarrística fuera de lo común, parece que suenan diez guitarras a la vez. Charge es lenta al estilo Dawnrazor (la canción de los Fields). Parece similar a las otras pero tocada más despacio. De nuevo una balada nada babosa. Lord’s Prayer es un nuevo himno épico que te sacude las entrañas. Deep Song es, para mi gusto el peor tema del álbum. Me resulta floja, no sé que tiene que no termina de llenarme (o más bien que no tiene). Por el contrario, New Decade es la más acertada. Es una de estas canciones que comienzan despacio y con sonidos lejanos, para después ir ganando en fuerza, velocidad y “entrañas”, hasta un final apoteósico. Un estupendo cierre para un primer trabajo que ya encumbraría al grupo como nuevo adalid del gótico más puro.
A finales del 93 publican su único MCD hasta la fecha. Lleva por nombre «Alteration» e incluye dos temas nuevos (Chains of Fear y Roses for Margie, este último grabado en directo), una nueva versión de Cry for Happy y el tema Spirits que aparecerá en su siguiente trabajo. Musicalmente se aproxima al sonido habitual del grupo, aunque se empieza a respirar una cierta evolución que se verá más claramente reflejada en «Maelstrom». Durante el resto del año y el siguiente participan en varios festivales alemanes y en conciertos aislados por toda Europa, obteniendo un gran éxito tanto de público como por parte de la crítica especializada.
Ya en el 94 aparece el esperadísimo «Maelstrom». De nuevo las guitarras omnipresentes con ese sonido a veces más sucio y a veces más cristalino que caracteriza al grupo. Aparecen cientos de efectos en las guitarras, los sonidos del viento helado y algún teclado atmosférico y ominoso llenan las diez canciones que componen el CD. Vamos a ellas. Se abre con Antropomorphism. Una corta y delicada intro ambiental que presagia la tormenta de Snowblind. Una pura canción gótica con los ingredientes habituales: épica, oscuridad y fuerza. Después Schizophrenia, un poco menos típica con una cadencia muy marcada y unos riff de guitarra bastante endurecidos. Luego Time Bandits comienza con un teclado para luego entrar la batería y acelerar mucho el tema. Puro rock siniestro. Le sigue Cherubim, con un ritmo endiablado, es una de las canciones más originales del CD aunque la forma de cantar parece beber directamente de las enseñanzas del señor Eldritch. Escape es otro cantar. La cadencia inicial huele a medio tiempo pero nada más lejos, de nuevo se desata en ritmos apocalípticos y la gutural voz de Carsten hace el resto. Otra vez el rock épico en una de las canciones más bailables (en el buen sentido, aquí no hay lugar para el chunda chunda seguramente muy oscuro con el que se nos machaca desde tanto garito) de «Maelstrom». Spirits es muy oscura. El tenebroso timbre de voz del señor Schneider dota al tema de sentimientos lúgubres y a ratos perezosos. De nuevo la sombra de Eldritch, pero se disipa en las guitarras del resto de la banda. Pleasure Death comienza con efectos de guitarra para desembocar en una pieza de cambiantes ritmos y ambientes muy bien trabajados y conseguidos. Blood River, de nuevo con la batería a todo trapo, pasa a un ritmo constante de los que se meten en las venas y una guitarra parlante de esas que tanto nos gustan. Parece que hay dos voces, la del cantante y la guitarra solista. With Bated Breath es la lenta del disco; oscura, desgarrada al principio con un suave recitado de los de pelos de punta, va creciendo sin acelerar el ritmo y constituye el perfecto final para un álbum completísimo. Para nuestro gusto, es uno de los mejores discos de la década de los noventa, unos años que aunque fueron pobres en nuevos grupos, dejaron joyas como ésta.
Tras el disco, la gira. Con cambios importantes en la formación, la sección rítmica es sustituida por otro Frank (Kohlmeier) en las baquetas e Ingo Hey al bajo. Vuelven a recorrer media Europa cosechando lo sembrado y convirtiéndose en uno de los grandes por pleno derecho.
Desde 1996 hasta la actualidad poco más. Mucho se ha especulado con la más que probable desaparición del grupo. Problemas internos y otras razones empujan a la banda a un período de inactividad que abarca hasta finales de 2001. Durante este tiempo han sucedido varias cosas; Katja se marcha a vivir a EEUU y es reemplazada por Maria Hülsmann en las guitarras. Asimismo el puesto de bateria que da libre de nuevo y es ocupado por Gaby Rohrschneider. Así la formación queda completada con los “antiguos” Freddy (guitarra), Schmeden (teclados), Ingo (bajo) y Carsten (voz). Durante el año 2002 recuperan el pulso del directo y firman con Schwarzrock.
Ya en el año 2003 publican lo que será su tercer álbum, «Bedlam». Doce canciones que recuperan a los DRONNING MAUD LAND más inspirados, aunque, si cabe, con un sonido más arreglado, pulido y maduro. La voz de Carsten, incidiendo más en la melodía (quizá sin la frescura de antaño), recuerda un poco a la de Sven Friedrich (que fuera cantante de Dreadful Shadows, actualmente en Zeraphine) pero sigue resultando original. El disco comienza con Alpha-Omega que recupera el gótico de guitarras más clásico pasado por el filtro del grupo. The Cold no resulta tan frío como anuncia el título, resultando un poco mediocre en su conjunto, a mi modo de ver. Quizá sea demasiado típica en sus planteamientos. A Serpent´s Cast sí que recupera a los DRONNING más inspirados; un tema fuerte y dulce a la vez. Mastery, recuerda a «Maelstrom», guitarras por todos lados, llenas de efectos con un riff constante y el eco en la voz en un estribillo que se queda en la cabeza. Limit Zero es un medio tiempo en la onda del primer disco, lleno de garra y sentimiento, con unos teclados que acentúan las entrañas del tema. Delusions, el corte seis, empieza lento y luego se acelera algo al incorporarse poco a poco instrumentos. De nuevo el eco de la voz llena todo el tema. Extinct, me recuerda en no sé que a los Cure, hasta que entra la guitarra. Otra vez un medio tiempo que gana velocidad y fuerza al final Probablemente sea la canción donde más se aprecia el parecido con Dreadful Shadows que comentaba hace un rato. One suena a gótico moderno, Love Like Blood resucitados. Los teclados, más presentes que en otros temas aportan cohesión al conjunto. Self-Ignition es una pieza muy épica que vuelve a recordar a Dreadful Shadows. De todos modos es una de mis preferidas de este álbum. Evolution comienza con el teclado aunque enseguida le alcanzan las guitarras y termina siendo bastante original. Aún así, no me llena demasiado. More or Less Obsessed es una gran canción. Casi cinco minutos de gótico impecable. La última, When It All Ends, es la “balada” del CD. Tiene toda la víscera que suele acompañar el tempo de la típica (que no tópica) canción lenta de este tipo de música. El perfecto contrapunto para un disco que no por desigual (que lo es) deja de llenarnos de esperanza a los que somos amantes del gótico guitarrero. Con Love Like Blood dando una de cal y otra de arena, los Fields que no se sabe si se van o se quedan, el señor Eldritch celebrando en concierto el porrón de años que lleva sin editar un disco y la electrónica oscurísima (claro), modernos Simon y Garfunkel diciendo que hacen Dark Folk y el Black Metal melódico (condenada etiqueta, quien la inventaría), sólo nos quedan regresos como éste o redescubrimientos como Zeraphine (poco más, no nos engañemos) para disfrutar de un estilo, una corriente dentro de lo oscuro, que siempre ha proporcionado grandes discos y grandes momentos de particular onanismo musical.

De momento está prometido para el otoño un recopilatorio, «The Essence of a Decade», que recogerá canciones de los primeros discos del grupo, así como remezclas de estos mismos temas. Lo esperamos con impaciencia.