DREADFUL SHADOWS + EÔN + THE ETERNAL FALL, 12 de mayo de 2012, Sala Ramdall, Madrid

Recuerdos, muchos recuerdos ocupaban mi mente aquel doce de mayo. Primero por la hora. Había perdido la costumbre de salir tan pronto y de repente fue como si tuviera dieciséis o diecisiete años de nuevo. Estaban las cervezas, faltaba el botellón-que-todavía-nadie-llama-botellón pero eso era lo de menos. La zona además, ayudaba. El cercano parque del oeste, con su Templo de Debod y todo, la buena tarde que hacía… la compañía. Todo ayudaba. Y luego, más tarde, más recuerdos, pero esos son después. Al acceder a la sala, poquísima gente, la hora, ya sabes. Registro de bolsos al entrar, dos muchachas de insultante juventud se ven obligadas a abandonar algo tras de sí. Imagino que peligrosísimas galletas (por el aspecto, también el de las galletas).

Rato de fotos y saludos y en seguida, cumpliendo a rajatabla el horario previsto, The Eternal Fall. Es decir, esa tarde, Sol (fuera y dentro) y Miguel. Y un ordenador. Rápidamente, un pensamiento o dos. El primero que manda cojones (o como se diga) que haya gente (mucha) que se compre una entrada para un concierto en el que actúan tres grupos y espere fuera a que termine alguno de ellos para entrar después. Aunque no los conozcan. Aunque no les gusten. Aunque sean idiotas (los que se quedaron fuera). En fin, poquísima gente vio la actuación de estos tipos, mucha menos que la que estaba en la puerta haciendo tiempo. Lamentable. El segundo pensamiento fue que hay que ver la falta que le hace a Sol (compositor de las canciones, vocalista, guitarrista y programador, es decir, lo más cercano a un hombre orquesta –para bien- que tenemos en la “escena”) una buena banda que respalde su propuesta. Hay que ver lo necesario que resulta no ya para los discos (ahí, además de que se nota menos, es menos importante) sino para el directo.

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Y no es, en absoluto, que el citado Miguel Palazón no lo hiciera estupendamente en el bajo. Es simplemente que es una lástima que canciones tan trabajadas y bien hechas como las de Sol no brillen en toda su expresión. No olvidemos, de los grupos que actuaban esa noche, The Eternal Fall son los que más repertorio y recorrido tienen, por más que los cabezas de cartel fueran Dreadful Shadows (ocho discos publicados son muchos discos). Una pena, porque un ordenador y dos tipos, por mucho que lo intenten, o son extremadamente carismáticos o algo más es necesario para crear un espectáculo. Dicho esto, musicalmente sonaron bastante bien, defendieron (en la medida de las posibilidades citadas) las canciones más que dignamente y trataron de involucrar al escaso público en lo que hacían. Ningún pero se les puede poner, por tanto. En el haber, lo comentado, un puñado de canciones que aunque relucirían mucho más con “algo” más detrás, dejaron bien alto el listón para los que vendrían a continuación. La sabia mezcla de darkwave con gótico clásico, de melancolía con fuerza, de tristeza con luminosidad y oscuridad alternas, estuvo todo el tiempo (tres cuartos de hora más o menos) presente. Gran concierto, sin duda. Y el que se quedó fuera, se lo perdió.

Eôn ya fue otro cantar. Y otro tocar, en todos los sentidos. Algo de gente entró en la sala (todavía no llena pero con mejor aspecto) y un quinteto llena más. Debo indicar que el estilo del grupo no está entre mis preferidos por lo que mi juicio musical está muy comprometido. De modo que me fío de lo que me dicen los amigos de criterio que me rodeaban. Y a ellos les gustó. Mucho. Incluso más de lo que esperaban. Doble bombo, claro. Guitarras a tutiplén. Bajos como taladros. Voces, voces. Eso que llaman nuevo metal supongo (porque me sonó moderno). Con su dosis exacta de oscuridad y de fuerza. No es mi estilo, pero lo hicieron muy bien. Y eso se nota, independientemente de que el gusto te permita disfrutarlo en mayor o menor medida. La gente también disfrutaba, la inteligente, la que estaba en la sala. El resto… supongo que disfrutaría de otras cosas, aunque no lo sé seguro.

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Repasaron profusamente el que será su primer CD In[Visible], de hecho tocaron todo el disco salvo dos temas (Psycho e Inertia, si no ando confundido) demostrando que si bien están al comienzo de su carrera, tiene pinta de que esta será más que prometedora. A poquito que los acompañe la suerte y que sigan por dónde van. Por el camino de hacer lo que les sale de dentro con tanta convicción como fuerza. Además, son más que capaces de transmitirlo incluso a zotes como yo, incapaces de deleitarse con esa clase de guitarrazos metálicos. Y eso es, sin duda, una virtud indiscutible. Dentro de mi desconocimiento absoluto de los temas y aprovechándome de la cercanía al setlist, puedo decir que las que más me gustaron fueron XIII (con la que abrieron), Ansiedad y Cobarde. Puedo decirlo y de hecho lo digo, aunque no haya una razón concreta. Simplemente fueron las que más me llegaron. Con dificultades, ya que me dio la sensación de que el sonido de la sala dejaba que desear, al menos en cuanto a nitidez. A estas alturas de la “velada”, lo achacaba a la posición tan cercana al escenario y a la tormenta que desde ahí se descargaba pero desgraciadamente el tiempo me quitó la razón…

Dreadful Shadows sobre el escenario. Aquí es dónde se volvieron a agolpar los recuerdos que comentaba en el primer párrafo. Recuerdos de un festival, Mise Noir; recuerdos de hace diecisiete o dieciocho años; recuerdos de un montón de grupos y del entusiasmo y los nervios de saber que seguramente nunca jamás se repetiría algo parecido (así ha sido, de hecho); recuerdos que en gran medida van de un grupo berlinés, bastante más joven (diecisiete o dieciocho años más joven) que ahora. La memoria me trae de nuevo aquella entrevista, antológica por tantas razones. Aquel Sven (el tipo esta casi igual, increíble), aquel Ron y aquel Jens que tocaron junto con otros dos tipos cuyo nombre he olvidado (¿Frank?). Todo eso me vino a la cabeza con los primeros acordes de Chains y eso que no sé si la tocaron por aquel entonces…

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Ahora la sala sí que estaba llena, no hasta el agobio, pero indudablemente con muchísimo mejor aspectos. Imagino que las columnas esas que había por detrás no llegarían a incordiar demasiado. O no tanto como el freak de turno (os juro que no sé cómo lo hago, debo de tener alguna especie de imán o algo porque siempre, SIEMPRE, en cada concierto me toca algún flipado cerca), empeñado en agarrar la mano de Herr Friedrich, empujando, molestando sin más… Pero eso no era lo importante. Burning The Shrouds. Eso sí. Y A Sea Of Tears, claro. Ya con Ju Ri apoyando en las voces femeninas. Una lástima el mencionado mal sonido de la sala que impidió prácticamente del todo las evoluciones vocales de la muchacha. Un matiz que se echó en falta, a pesar de sus esfuerzos. Mientras el resto de la banda (los citados más André Feller y Norman Selbig) continúan dándolo todo. Saltando sin parar en un alarde de energía. Y de simpatía. Todos y cada uno estuvieron francamente majetes toda la noche. Sí, con los plastas también.

Vagrants In Space, New Day, Desolated Home, Hurt (de Nine Inch Nails), A Better God, Dead Can Wait. Subidas y bajadas continuas en lo que ya era un firme repaso a toda la discografía de los de Berlín. Evidentemente faltaban hits. Cada cual tiene los suyos. También faltaban canciones, no estaba todo terminado en absoluto. Pero ciertamente pocas quejas se podrían hacer al repertorio hasta ese momento. Ni después tampoco: Dusk, Ashes To Ashes (de Faith No More, creo), Craving, Homeless… por desgracia en versión ciber. Demasiado “bailable” para mi gusto, más si amas la original. Y hasta aquí la primera parte del recital, la principal. Quedaban los bises, obvios. Pero, ¿qué nos esperaba en ellos? Pues ojalá se mantenga el nivel. Hasta ese momento la interpretación no puede tener ningún pero. Bien tocado, bien ejecutado, transmitiendo, divirtiendo y divirtiéndose… no se puede pedir más.

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Primer bis con Futility, Condemnation, Twist In My Sobriety (de Tanita Tikaram) y Beyond The Maze. Todo intachable, salvo el orden. Beyond The Maze (siendo un pedazo de canción) como final de concierto –tanto si hay más bises como si no- es un cortarollos absoluto. Siempre decimos aquí que hay que tratar de acabar arriba y en eso… pinchazo. Al menos para mí, pero como esto lo escribo yo, pues eso. Quedaban tres temas, tras una nueva salida del escenario, True Faith (super hit de los ínclitos New Order, la gente todavía más enloquecida, el grupo aún más entregado, uno de los clímax de la noche, sin ninguna duda), The Racking Call y The Cycle. De nuevo temazo para terminar, de nuevo mal escogido el momento, de nuevo épica lenta y oscura que sí, siempre, pero no para convertirse en el regusto de después de un concierto. Y de nuevo, y esto quizá sea lo peor, la preciosa voz de Ju Ri no se oía nada. Al menos desde delante, pero tengo entendido que fue algo generalizado.

Y más simpatía, y más entrega, y más majos que majos, y Sol (a Miguel no lo vi al salir), y Eôn también. Y todo el mundo habla, y comenta y sale de la sala poco menos que empujados por la seguridad, que quieren abrir en sesión discotequera. Son poco más de las once de la noche. Y parece que se alargará todo pero es una noche en la que me siento con muuuuchos años menos, opto por regresar a casa. Y digerir lo vivido de camino.

Solo me queda agradecer a quien lo hizo posible. A los responsables de esa especie de elixir rejuvenecedor que fue al final el concierto, a los grupos claro, y a los amigos…