ANTONIO ARIAS, 30 de noviembre de 2009, La Boca del Lobo, Madrid
“Este lunes 30, Antonio Arias presenta en directo su debut en solitario, y lo hará en exclusiva para los oyentes de Radio 3. Te invitamos a La Boca del Lobo de Madrid para disfrutar de esta cita única. Tan sólo 300 oyentes tendrán la oportunidad de disfrutarla. Los participantes que hayan resultado ganadores, recibirán este lunes a las 12 horas, un email confirmándoles su invitación al concierto.” Escueto el “comunicado” de Radio 3 en el que se invitaba a 300 afortunados (150 entradas dobles) a la presentación de “Multiverso” en La Boca Del Lobo. Lógicamente cuando la ocasión lo merece había que estar allí. Y allí se plantó servidor. Al llegar, sorpresa: Un “documento” en la puerta de la sala informaba de que el aforo máximo rondaba las noventa personas… Había llegado pronto así que tocaba esperar doblemente: que llegara la hora del concierto y que unas dos terceras partes del máximo de solicitantes de entrada decidieran no acudir. Mucho riesgo se me antojaba, la verdad.
Parece que esto va a empezar ya. En la sala no cabe un alfiler (al menos en la zona desde la que se puede ver el escenario), bueno, igual un alfiler sí, pero hay que fumar sin bajar el brazo. No sé, calculo mal, si hay noventa personas, treinta y cinco o doscientas. Me atrevería a suponer que se excede el aforo de las noventa pero no podría asegurarlo. Desde el minúsculo camerino acceden al no menos minúsculo escenario los músicos, entre la gente que se aprieta y la que no se aprieta pero también espera. La formación es la “clásica” en los conciertos de este disco: Popi, Julián, Juano y Antonio, claro. Están a gusto, Antonio, locuaz, va introduciendo casi cada tema y entre chascarrillos varios van desgranando “Multiverso”: El Ordenador Simula El Nacimiento De Las Estrellas, Derrota De Bill Gates, Laika, Astronomía, Miríadas, Cristal, 2001: Una Odisea Del Espacio, Desde Una Estrella Enana, Génesis, Multiverso… Uno tras otro los textos tratan de imponerse a la música, más “directa” que en el disco (lógico), más cercana al rock que al pop, aunque ambos, bastardos ellos, estén separados por líneas tan finas y frágiles que continuamente saltan por los aires. Las letras (todas ajenas salvo “Multiverso”) están más que inmersas en el particular mundo del señor Arias, un compositor para el que el espacio, las estrellas y el universo en general, siempre ha estado muy presente.
Como sorpresa en medio del recital de repertorio ya sabido, Un Marciano Envía Una Postal A Casa, de “El Shock de Leia”. Sí, la de la demoledora frase de Craig Rain: “la niebla es el cielo cansado de volar con su blanda maquinaria sobre el suelo“, en el centro de una igualmente demoledora canción. Me da la sensación, no sé si real, de que los cuatro músicos que tratan de no tropezarse sobre el escenario están más conjuntados que cuando los vi en la Heineken, más rodados, más sabiendo cada uno de antemano qué va a hacer el otro. Eso hizo que el lagartijo tema no desentonara en absoluto y que el desconocimiento multiversiano general del público no restara un ápice de fuerza y energía a la actuación. Incluso cuando en Laika, Jota (Los Planetas) subió al escenario a interpretarla junto con los que ya estaban, pareció que llevaba toda la vida haciéndolo…
En los bises (supuestos toda vez que era, como bien dijo Antonio, imposible hacer la “pantomima” de bajar del escenario, esperar el griterío del respetable, darle un ratillo y volver a salir, etc.) dos sorpresas más: la lunar Mar De La Tranquilidad (del disco homónimo de los de Granada, el también bastante espacial –pero mucho más “duro” y guitarrero musicalmente hablando- Lagartija Nick) y una canción que finalmente no aparecerá en el CD: “Nos Hemos Conocido Hoy” o algo por el estilo, no retuve bien el título. La primera, magnífica de siempre, ganó empaque con la combinación de voces y, supongo, con el tiempo que llevaba sin escucharla. La segunda sonó, a mi modo de ver, un poco menos “terminada” que las del resto del Multiverso, como si se hubiera quedado en un estado más primigenio, menos pulida. Aún así me pareció bastante rescatable para otros directos o próximos trabajos. El tiempo lo dirá.
La noche terminaba, con conversaciones, cervezas y buen rollo. Como debe ser, vamos. La noche terminaba con las notas, los acordes, las cuerdas y las baquetas todavía en los oídos, con las imágenes vividas y vívidas. Al final lo importante es que quede eso, que permanezca esa esencia, que se prolongue en el tiempo. Lo demás importa poco.