AND ALSO THE TREES, 2 de marzo de 2023, Café Berlín, Madrid

Como ya he dicho y redicho en numerosas ocasiones, organizar un concierto es complicadísimo. En algunos casos, con determinados grupos, resulta poco menos que imposible. Aparte de las dificultades propias de montar cualquier evento, cuadrar agendas, logísticas variadas, salas, equipo, viajes, hoteles, cachés aceptables o no previendo el interés que pueda suscitar el grupo en cuestión, etc hacen que en ocasiones simplemente no se pueda hacer o el riesgo sea inasumible. Con todo y con esto, más de cuarenta años han tenido que pasar para que los británicos And Also The Trees puedan tocar en España. Indypendientes, otra vez, han tenido la culpa. Y eso que me consta que ha habido otros promotores que lo han intentado varias veces y que, incluso, lo han tenido prácticamente cerrado alguna que otra. Pero finalmente no había podido ser. Hasta este marzo de 2023. POR FÍN.

 

El lugar escogido para la ocasión, el céntrico Café Berlín. A priori garantía de buen sonido. Una sala también cómoda por su ubicación, aunque a mi personalmente el que el espacio “obligue” a presenciar conciertos sentado no me convenza demasiado. Prefiero disfrutarlos de pie, sea cual sea la propuesta musical. Pero entiendo que eso es tema personal y que habrá quien disfrute más sentado. En cualquier caso, era lo de menos. Lo importante era lo que habría de acontecer, más que en qué circunstancias espaciales sucediera.

La temprana apertura de puertas, las siete y media para un concierto en Madrid es ciertamente pronto, no evita que se forme una cola bastante grande desde un buen rato antes. Imagino que el tema sillas influye a la hora de querer coger el mejor sitio posible. Que nadie quiera perderse tan magno acontecimiento también. Con puntualidad británica, los primeros acordes de la magnífica In a Bed in Yugoslavia (tema que abre el reciente The Bone Carver) confirman que la noche del dos de marzo será largamente recordada. Y eso que el sonido está un poco “enmarañado”, sobre todo la voz. La garganta de Simon suele imponerse a la parte instrumental y en estas primeras canciones (siguen Beyond Action and Reaction, Your Guess, Maps in Her Wrists and Arms) cuesta un poco distinguirla bien. Más en Shantell.

En realidad es por poner alguna pega. El buen hacer instrumental de la banda (posiblemente de los mejores músicos que haya podido ver en directo y he visto unos cuantos) suple con creces ese “apelotonamiento” sonoro. Y en Shantell, más. Primer, para mí, punto álgido de la noche porque es una de mis favoritas de siempre. Para The Book Burners ya se ha convertido el escenario en ese páramo brumoso y melancólico que tan bien recrean los “hermanos Alonso». Ese ambiente casi decimonónico, romántico y oscuro. Esa belleza. Esa… excelencia absoluta. Brother Fear, por supuesto Virus Meadow, Bridges y, el segundo clímax: la imprescindible Dialogue. No es que las anteriores no suenen de forma genial o sean peores, ni mucho menos. Cualquier repertorio elegido, quince discos son muchos discos y son tremendamente buenos todos, hubiera sido el repertorio correcto. Es muy difícil elegir entre semejante colección de canciones, pero cada cual tiene su corazoncito…

 

Whisky Bride, The Seven Skies, Missing o Rive Droite mantienen perfectamente el pulso. Hace ya un buen rato que se ha “solucionado” el tema de la voz. Tanto que tengo la sensación de que a lo mejor ni siquiera ha ocurrido. Me siento vencido y convencido por las dos tremebundas guitarras de Justin Jones y su profusión de efectos y reverberaciones, el imponente y latiente bajo de Grant Gordon, las vitales y entregadas baquetas de Paul Hill y la también guitarra, teclados o clarinetes varios de Colin Ozanne. Me siento abrumado por la garganta de Simon Jones, rendido a la suma de todos ellos, conquistado por la certeza de que el Todo, en este caso, es bastante mayor que la suma de las partes.

Menos mal que todavía quedan bises, todavía queda un rato de disfrute, de goce absoluto. Del que proporcionan Prince Rupert, The Bone Carver, The Suffering of the Stream y, sobre todo, claro, A Room Lives in Lucy. Un rato corto, porque cualquier duración del concierto hubiera sido corta. El tiempo pasa volando cuando el grado de disfrute es tal. Así, hora y media que desearías que hubieran sido tres horas. O cuatro. O que no acabara nunca. Esperemos que no se demoren otros cuarenta años en repetir. Dudo que pudiéramos (y creo que hablo por todos los presentes en esta mágica tarde-noche) soportarlo.

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